Cuando el diablo se viste de Amazon: crónica de una estafa

Miguel Angel García

Director de Escudo Digital

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El diablo se esconde en los pequeños detalles. Y esto es algo que debemos tener en cuenta incluso cuando nos disponemos a realizar una compra online a un gigante que consideramos de confianza, tipo Amazon, pues a la vista está que no siempre es capaz de asegurar a sus clientes la seguridad de las transacciones.

Y decimos que a la vista está porque, según ha podido saber Escudo Digital, en esta popular plataforma de comercio electrónico se realizan a diario numerosos intentos de desviar ilícitamente compras hacia procesos de adquisición paralelos, apartados del control de Amazon. Y lo que es más grave, dejando a los compradores en manos de habilidosos hackers que, habiéndose valido de la autoridad que les otorga el gigante norteamericano, encuentran así el modo de establecer relaciones directas que, en no pocas ocasiones, concluyen en sonadas estafas.

A quién compramos cuando compramos a Amazon

Como bien es sabido, la plataforma de venta online oferta productos propios, pero, sobre todo, de terceros por medio de dos figuras: Amazon Vendor y Amazon Seller. La primera está reservada para fabricantes y grandes distribuidores que venden al por mayor sus productos a Amazon para que este los revenda en la tienda (solo se puede acceder mediante invitación). La segunda va dirigida a suministradores más pequeños que se encargan de todo lo relacionado con las ventas de sus productos en la plataforma, y que pueden elegir entre encargarse directamente del envío, del servicio de atención al cliente y de las devoluciones o bien delegárselo a Amazon (estos productos carecen del sello “vendido por Amazon”).

De hecho, cuando entramos a comprar a Amazon, bajo esa primera superficie única e indivisible que se abre a nuestros ojos, se hallan esos cientos de miles de proveedores (grandes empresas, pequeñas marcas, particulares) de todas las procedencias que forman parte de un inabarcable puzle del que emerge cualquier bien que al usuario se le pase por la cabeza (lo que antaño se decía de los almacenes británicos Harrods, pero en este caso, de forma literal y sin movernos del salón de casa). Una red de intereses cruzados, pagos, almacenamientos, transportes, etc., que exige al marketplace una constante labor de actualización tecnológica y de los procesos con el fin de abordar problemas cada vez más evidentes (falsificaciones, críticas falsas, productos peligrosos), así como para garantizar la seguridad de los datos ofrecidos por proveedores y clientes en este tráfico a escala global, y para llevar a buen fin las innumerables transacciones realizadas cada día por todos ellos.

Pero esto no siempre es así. Sin quitarle mérito a la precisión quirúrgica que este negocio global exige a la plataforma, lo cierto es que este aspecto aún tiene mucho margen de mejora, como muestran algunos de los sucesos que hemos detectado en fechas recientes.

El chollo de la estación de entrenamiento

Durante el confinamiento que vivimos los últimos meses se disparó la venta de material deportivo y de entrenamiento. “Ya que nos quedamos en casa, aprovechemos para ponernos en forma”, fue uno de los pensamientos colectivos más comunes entre quienes pasamos intramuros 99 días de nuestras vidas.

Tras esa idea, el siguiente paso más replicado fue el de acudir al buscador de Amazon para teclear frases similares a “Estación de entrenamiento”, cuyos resultados de búsqueda recogen todo tipo de maquinaria (entonces muchas agotadas temporalmente) para hacer ejercicio con distintas funcionalidades y precios. Entre ellas hemos encontrado la ofertada por alguien llamado ixeira, la cual llama poderosamente la atención por su precio de venta, inferior al habitual aunque se trate de un producto “De segunda mano”.

Página hackeada en Amazon

Una vez en la página, lo que inicialmente nos había parecido una agradable sorpresa se transformó en la viva imagen de un chollo cuando vimos que, al pulsar sobre la identidad del vendedor, este sumaba nuevos elementos de seducción:

Compra fraudulenta en Amazon

“Envío gratis, ¡Todos los artículos son nuevos!”, se podía leer, y solo por escribir directamente un email; un email que, como usuarios, no teníamos por qué saber que pretendía sacarnos del entorno de Amazon, ni que, si lo enviábamos, nos dejaría a expensas de lo que este proveedor quisiera hacer con nosotros: vendernos el aparato o estafarnos.

Decidimos ir más allá y mostrar interés. Dirigimos un email a la persona indicada en el perfil del vendedor (RIVIEREA@FERRETERIARIERA.DE), desde donde se nos respondió confirmándonos que, a pesar de lo que describía el anuncio, el producto sobre el que habíamos mostrado interés era nuevo y disponía de su embalaje original. Y nos animó a facilitarle más detalles para proceder a la transacción por esta vía “segura”. Para ello debíamos indicar nuestro nombre, dirección, dirección de envío y número de teléfono móvil.

Intento de estafa en Amazon

Hicimos caso y al poco recibimos un nuevo mensaje en el que se nos declaraba "compradores" y nos requerían los datos bancarios para finalizar el supuesto proceso de compra. Estábamos a un paso de conseguir una estupenda máquina de entrenamiento nueva, a un excepcional precio y ahorrándonos los gastos de envío.

Pero antes de cerrar la operación quisimos asegurarnos de lo que estábamos haciendo y nos pusimos en contacto telefónico con ixeira, el vendedor de la máquina que figuraba en la página de Amazon. Al teléfono se puso un hombre que, cuando nos escuchó preguntar por este aparato, respiró hondo y, como si ya hubiera explicado mil veces lo que se disponía a repetir, nos contó que estábamos llamando a una tienda en A Coruña dedicada a la venta de perfumes que también los vende en Amazon, y que la nuestra era solo la última de una sucesión de llamadas preguntando por este y otros muchos productos de Amazon que supuestamente ellos ofrecían:

“Nosotros no vendemos nada de eso. Para ahorrarnos tiempo, le digo que no compre nada en esa página que me dice -nos recomendó-. Alguien nos está suplantando y se ha puesto a vender en nuestro nombre todo tipo de cosas. Ya se lo llevamos tiempo advirtiendo a Amazon, y esperamos que lo solucione de una vez y reestablezca pronto el servicio”.

ESTÁBAMOS A UN PASO DE CONSEGUIR UNA MÁQUINA DE ENTRENAMIENTO NUEVA, TIRADA DE PRECIO Y SIN GASTOS DE ENVÍO. UN CHOLLO.

De no haber sido por esta persona, el desenlace de esta compra igual ahora formaría parte de la extensa colección de la timoteca digital; y el papel de Amazon en la misma, a pesar de haberse realizado dentro de sus confines, no habría sido el de vigilante sino el de mero presentador de dos partes que a punto estuvieron de compartir la gran experiencia de un intento de engaño.

Bajo las órdenes de Jeff o de Jack

Amazon ha cambiado las reglas del juego, unas reglas (sus reglas) que poco a poco se están extendiendo a todos los rincones del planeta ante la atenta mirada de las autoridades que no saben si pueden o deben poner un cascabel a este gran gato.

Esta rápida propagación para la que no se conoce vacuna está llevando a millones de comercios que no quieren quedarse en el camino, tanto tradicionales como digitales, a reinventarse tirando de creatividad (experiencias de compra diferenciales, especialización, etc.) o de la adopción de estrategias más agresivas: bajada de precios, ampliación de horarios y días de atención, recorte de plantilla, etc.

Otros, además de tomar estas u otras medidas, evalúan la posibilidad de ponerse bajo las órdenes de nuevos patrones como Jeff Bezos o Jack Ma (fundador de AliExpress), quienes, a cambio de que se admitan sus condiciones (comisiones, devoluciones, vencimientos…), les harán entrega de la llave mágica que abre una inimaginable cartera de potenciales clientes.

Desde ese mismo instante, estos negocios tendrán vía libre para vender por la plataforma, y Amazon asumirá el compromiso de controlar que lo hagan con las garantías que les deben a ellos y a todas las personas que les confían la seguridad de sus compras. Y eso, a día de hoy no siempre sucede en determinadas zonas de este puzle amazónico en las que el diablo parece haber encontrado su particular Edén digital (probablemente cuando usted lea este artículo, este ya haya abandonado los productos de Amazon aquí citados y se haya instalado en otros que igual pueden resultarle de mayor interés).

Es por ello que cabe exigir a Amazon que dedique muchos más recursos a evitar que en su plataforma se continúen hackeando páginas de empresas que les han confiado parte de su negocio, así como la ejecución de otras prácticas ilícitas más elaboradas. Ni sus socios externos ni sus clientes merecen ser engañados, y menos con estos modos tan burdos.

Seguiremos informando sobre otros rincones del ciberespacio donde también se ha detectado cierto olor a azufre.