Salvador Marín

Opinión

Dejemos que las calles hablen

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El pasado jueves 13 de febrero, cuando iba a un seminario en Barcelona, vi al cruzar la calle un adolescente que ayudaba a un ciego a cruzar la calle por un paso peatonal. Con mi mejor intención les alcancé en la acera opuesta.


El ciego se lamentaba de que no encontraba la calle adecuada, contrariado. El adolescente y yo lo sentíamos, pero no teníamos herramientas para poder decirle a un invidente como llegar hasta su destino. El ciego sacó su móvil y pareció consultar algo. El adolescente se marchó raudo en su patinete, calle abajo.


Me alejé sin perder de vista el ciego. Me pregunté cómo era posible que, habiendo los medios disponibles hoy en día por las compañías tecnológicas, asociaciones de minusválidos, ayuntamientos y gobiernos, aquel pobre ciego no pudiese saber dónde estaba.


Actualmente tenemos mapas electrónicos y servicios de voz en el móvil. Hasta ahí bien. Pero más allá de un navegador para coches, creo que no hay nada comparable a un mapa con servicio de voz para transeúntes.


Los mapas de móvil se actualizan constantemente. Esto a veces puede ser un problema, especialmente cuando tu móvil está roto o no está actualizado convenientemente. A veces sólo hace falta saber la dirección y ya está.


¿Qué pasaría si cada edificio o calle o elemento arquitectónico tuviese una simple etiqueta que lo identificase? Algo sencillo, que lo pudiese leer un dispositivo o un móvil normal y corriente. Se podría ir por la calle y, recibiendo los datos de las etiquetas, se sabría por la pantalla o de viva voz por dónde iríamos y en qué número estaríamos. Podríamos escuchar las calles y edificios.


No solamente un ciego escucharía los números y las calles con un mensaje sonoro. Supongamos un cuerpo de policía o seguridad que estuviese desplazado en un país diferente, con otro idioma incluso. Con un móvil o dispositivo, estaría bien localizado y dispondría de información veraz para saber en qué edificio informarse o realizar su cometido antes de intervenir. No tiene por qué ser seguridad, sino también mantenimiento o salud para la ciudadanía.

Las ventajas de utilizar la tecnología RFID para el catatro


Esta etiqueta podría emitirla un organismo oficial, contrastada con sus bases de datos. Se tendría un listado adecuado, como un catastro, de un país entero.


Pues bien, esta tecnología existe. Se llama RFID, y es muy usual en la industria para etiquetar productos. Es barata y sencilla, fácil de implementar en un tiempo corto.
No veo ninguna razón para que se pueda implantar en España o la Unión Europea.

Sólo hace falta voluntad e imaginación para hacerlo. Mi propuesta es esta: actualizar el catastro con RFID.

Para acabar, mi compañero ciego al final volvió a cruzar la calle conmigo. Le hice ver que era el de antes. Sonriendo, se dirigió a su destino, no sin antes advertirle de viva voz que no cruzase el parterre que había al lado de la acera.


Me escuchó. Y siguió su camino.