La práctica del deporte puede retrasar o frenar el Alzheimer

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El ejercicio físico es bueno para el corazón; se sabe de sobra. Sin embargo, también lo es para el cerebro, e igual esto no se conoce tanto. El deporte como antídoto para el deterioro cognitivo es un tema que estudian los científicos, pero aún con mucho por explorar. Cada avance que confirma la estrecha relación entre neuroprotección y entrenamiento, bien merece una celebración puesto que preservar la memoria en buen estado aún es más importante ahora, conforme crece la esperanza de vida.

Esta vez las pruebas se han llevado a cabo en UT Southwestern (Texas) y el estudio ha sido publicado en el Journal of Alzheimer´s Disease. Precisamente, para esta enfermedad es muy trascendente saber que un buen flujo sanguíneo puede retrasar sus síntomas.

En las investigaciones han participado 30 personas de más de60 años y con problemas de memoria. Durante un año, mientras la mitad de elloshacía ejercicio aeróbico, la otra sólo hacía estiramientos físicos. Pasados losdoce meses, estos últimos apenas reflejaron cambios que se tradujesen enbeneficio mental, cuando el grupo que más entrenó “mejoró un 47% en algunospuntajes de memoria”, se detalla en el documento. A la vez, en el mismoperiodo, se tomaron imágenes durante los entrenamientos que constatan el muydiferente bombeo de la sangre en reposo y en movimiento, “se mostró elaumento del flujo sanguíneo hacia la corteza cingulada anterior y el hipocampo,regiones neurales con un papel clave en la función memorística”. Elhallazgo puede ayudar mucho a los más mayores a mejorar su cognición y, portanto, a servir de base para una investigación futura sobre el Alzheimer.

Binu Thomas, uno de los investigadores de UT Southwestern Medical Center, esperaque quizás “algún día podamos desarrollar un medicamento o procedimiento quedirija de manera segura el flujo sanguíneo en estas regiones cerebrales”.El doctor, ya en un análisis previo, mostró que los atletas al envejecer tienenmenor flujo hacia la corteza que los adultos que han llevado una vida mássedentaria. No obstante, considera más trascendente esta nueva investigación “porquetrama una mejora durante más tiempo y en personas con alto riesgo de enfermarde Alzheimer. Incluso cuando su memoria comienza a desvanecerse, hemosdemostrado que se puede solucionar algo con estas tablas aeróbicas incorporadasa su estilo de vida”.

Los científicos de UT Southwestern son un equipo más de losque hay por el mundo buscando pruebas sobre la posibilidad de retrasar oreducir la pérdida de memoria asociada a la edad o a la enfermedad. Hace dosaños, otro estudio americano mostró que los que tienen niveles de condiciónfísica inferiores sufrieron antes un deterioro de las fibras nerviosas vitalesen el cerebro (lo que se llama materia blanca). Y en 2019 se concluyó, en otrainvestigación, que el ejercicio ralentiza el envejecimiento del hipocampo.

La idea es adoptar estrategias preventivas o desarrollar un medicamento que dirija de manera segura el flujo sanguíneo en el cerebro

En España el tema también ha despertado la curiosidadcientífica. La revista Scientifics Reports publicó hace un año los resultadosde una evaluación del CSIC sobre los efectos del deporte en el cerebro, en unamuestra de 86 hombres de entre 17 y 68 años. Entre este grupo incluyó ajugadores de rugby, que al finalizar el seguimiento dejaron en evidencia sumejor recuerdo selectivo.

Coral Sanfeliu,investigadora del CSIC que dirigió los trabajos desde el Instituto deInvestigaciones Biomédicas de Barcelona, proponía “el interés de loconstatado como punto de partida para buscar estrategias preventivas contra laneurodegeneración”.

Desde la perspectiva docente, el Instituto Superior deEstudios Psicológicos, ISEP, lleva tiempo tratando el tema y proponiendoofertas formativas en Neuroeducación “para conocer mejor el cerebro yaprender a cuidarle”. Conocedores de los estudios que relacionan el bombeode la sangre, la oxigenación del cerebro y el despeje mental, “reseñan enespecial el estudio realizado por Van Dongen, Kersten, Wagner, Morris yFernández, en una sesión de 35 minutos de entrenamiento a intervalos enbicicleta a una intensidad de hasta el 80% la frecuencia cardiaca máxima, hechadespués de impartir un aprendizaje a los participantes”.

La idea era testar la memoria a largo plazo. A las 48h estosse sometían a una resonancia magnética cerebral. Y luego se comparaban lasimágenes con las de otro grupo que hizo el ejercicio físico cuatro horas mástarde y otros cuantos que permanecieron en reposo. Los que conservaron la informaciónde forma más detallada y durante más días fueron los que entrenaron a lascuatro horas del aprendizaje, no inmediatamente. “Luego, para asentarconocimientos, es importante tener en cuenta el intervalo entre el estudio y elejercicio deportivo”, opinan.

Como dice el investigador Binu Thomas: “hay mucho más queentender sobre el cerebro y el envejecimiento. El flujo sanguíneo cerebral esparte del rompecabezas, y debemos continuar reconstruyéndolo”.