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Ciberseguridad

Maltrato, bullying o abuso de Internet, factores de riesgo para el suicidio de adolescentes

Una investigación alerta de que las tecnologías digitales han creado un nuevo escenario que desemboca en un uso problemático de las redes sociales.

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El maltrato, el acoso escolar, la soledad no deseada o el abuso de Internet y redes sociales son algunos de los factores que incrementan el riesgo de suicidio en adolescentes.

El maltrato, el acoso escolar, la soledad no deseada, la pobreza, el desarraigo o el abuso de Internet y redes sociales son algunos de los factores que incrementan el riesgo de suicidio en adolescentes, según revela el estudio Detrás de la tristeza. Claves para visibilizar, entender y prevenir el suicidio adolescente y juvenil, elaborado por Aldeas Infantiles SOS, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este 10 de octubre.

Según recuerda la ONG, el suicidio es la segunda causa de muerte de los adolescentes y jóvenes entre 15 y 29 años en España, solo precedida por el cáncer; 11 personas al día se suicidan en España y Aldeas Infantiles SOS llama la atención sobre el hecho de que mueren por esta causa el triple que por accidentes de tráfico y, sin embargo, no existe un plan estatal específico para su prevención.

El informe explora las circunstancias que llevan a los adolescentes y jóvenes a tomar esta decisión, y subraya la importancia de actuar a tiempo para ofrecerles alternativas y apoyo. “La falta de comprensión sobre este tema y el estigma social en torno al suicidio agravan el problema, silenciando el sufrimiento de quienes necesitan ser escuchados”, advierten desde Aldeas Infantiles SOS.

Presión de las redes sociales

En cuanto a las causas y factores de riesgo, el informe señala, entre otros, la desconexión emocional, el aislamiento social, la soledad no deseada y el sentimiento de desarraigo, exacerbados en ocasiones por la presión generada por las redes sociales, que generan “un vacío existencial” en muchos chicos y chicas.

Según señala el psicólogo y presidente de la Sociedad Española de Suicidología y de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, Andoni Anseán, “la cultura actual, sustentada en una falsa ola de felicidad 'happy flower' es tóxica y contaminante” porque “impone una especie de competitividad con uno mismo, en la que parece que estás obligado a ser cada vez más feliz”.

Anseán propone liberarse de esa carga. “La vida no es lo que vemos en TikTok. Solo hay que vivirla y no crearse expectativas que vienen de fuera. Los ideales impostados que vemos en las redes sociales no existen. Nos invaden con unos deseos que no son nuestros. Si te comparas con ellos, te sientes fracasado, fuera de lugar”, advierte.

Desencadenantes

Por otra parte, el informe pone de manifiesto que el acoso escolar y el ciberacoso pueden ser desencadenantes de “ansiedad y depresión” en adolescentes, afectando tanto a las víctimas como a los agresores.

Si bien, precisa que “no hay una sola causa” y enumera otros factores desencadenantes de intenciones de suicidio como: conflictos familiares graves, separaciones traumáticas de los padres, malos tratos, soledad, desengaños amorosos, muertes de seres queridos, cambios de residencia y entorno social, fracaso y presión escolar y conflictos de discriminación o aceptación social.

“No hay causas, hay desencadenantes. Son gotas que colman el vaso. Pero para que esa gota colme el vaso, tiene que estar rebosante”, explica el psiquiatra especializado en suicidio y profesor en el Centro de Humanización de la Salud, Alejandro Rocamora.

Nuevo escenario

No obstante, el informe señala que incluso en entornos familiares estables, muchos chicos y chicas no comparten su malestar por miedo a ser incomprendidos o a ser una carga para sus seres queridos. Además, alerta de que las tecnologías digitales han creado un escenario nuevo que no se conocía y, muchas veces, desemboca en “un uso problemático de Internet o redes sociales, lo que fomenta los síntomas de depresión”.

Uno de los testimonios recogidos en el documento es el de Juan José Escudero, padre de Nico, “un chico maduro y sensible, muy querido por sus amigos y por sus profesores” que se suicidó a los 19 años. Había muchas señales de alarma, pero la psicóloga no supo unir los puntos en su momento. “Todas las pérdidas que vive una persona van sumando y Nico había perdido a su madre, había tenido una ruptura con su novia de dos años y se había quedado sin trabajo. Días antes, se enteró de que su mejor amiga iba a irse a vivir al extranjero”, apunta Escudero.

Además, el documento puntualiza que la insuficiencia de recursos de salud mental agrava la situación y dificulta la detección y el tratamiento temprano de los síntomas. En este sentido, pide aumentar el número de psicólogos y psiquiatras. Según indica la ONG, el número de especialistas en España es uno de los más bajos de Europa, con once psiquiatras por cada 100.000 habitantes, la mitad que en Francia y tres veces menos psicólogos que la media europea.

Por ello, Aldeas Infantiles SOS propone un “trabajo en red” para “prevenir, detectar e intervenir” y, destaca el papel de las familias, de los centros educativos y de los medios de comunicación.

Escucha activa a los hijos

En primer lugar, subraya el papel esencial de las familias para detectar signos de alerta, como el aislamiento, la pérdida de interés en sus actividades o cambios repentinos en su estado de ánimo. Asimismo, recomienda a los padres practicar “la escucha activa, dedicando tiempo sin interrupciones ni juicios”, estando “presente sin distracciones (como móviles), sin consejos apresurados y esperar en silencio si la otra persona no se abre de inmediato, dándole el espacio necesario para hablar”.

“Hace poco se quitó la vida mi hijo. Durante los dos últimos años su vida cambió, sus actitudes hacia todo cambiaron, su forma de ser cambió, sus intereses cambiaron o, tal vez peor, dejaron de existir. En casa nos preocupábamos, claro; intentábamos hablar con él, saber qué le ocurría y por qué le ocurría. Pero tengo que decir que no lo hicimos bien. En el fondo, siempre pensábamos que simplemente quería llamar la atención. ¡Cuántas veces pudimos utilizar esa expresión!”, lamenta la madre de este joven.

Este es un testimonio recogido por el decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España, José Antonio Luengo, en su libro El dolor adolescente.

Gestionar las emociones

Además, en el informe se enfatiza la necesidad de incorporar la educación emocional en los currículos de todos los niveles, desde Infantil hasta Secundaria, con el fin de que los niños, niñas y adolescentes desarrollen habilidades para gestionar sus emociones y resolver conflictos sin violencia, ya sea contra los demás o contra sí mismos.

Además, según aseguran desde la organización de atención directa a la infancia “los docentes deben recibir formación continua en temas de salud mental y prevención del suicidio para que puedan identificar signos de malestar, incluso cuando no son evidentes como la caída en el rendimiento académico o la falta de participación en actividades escolares”.

Por otra parte, destacan el papel crucial de los medios de comunicación en la prevención del suicidio, visibilizando los recursos de apoyo y mostrando historias de recuperación y superación. “Tienen el poder de derribar estigmas y mitos asociados al suicidio, ofreciendo una narrativa centrada en la prevención y en las soluciones disponibles”, explican desde Aldeas. Si bien, también apelan al rigor y la sensibilidad de los periodistas y les da algunas pautas concretas como no mencionar métodos específicos ni detalles que puedan incitar a la emulación.

En este contexto, Aldeas Infantiles SOS ofrece atención psicológica individual y terapia familiar, tanto a aquellos niños, niñas y adolescentes que tienen una medida de protección y crecen en cuidado alternativo, bajo la tutela de las comunidades autónomas (en acogimiento familiar o en centros residenciales), como a los que conviven con sus propias familias pero participan en programas preventivos por encontrarse en situación de vulnerabilidad o riesgo; además de a los jóvenes mayores de edad a los que Aldeas continúa acompañando hasta su plena integración social y laboral.