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Defensa

La corrupción y la decadencia militar rusa se materializan en el Portaviones Almirante Kuznetsov

El único portaviones ruso es un recordatorio de cómo la corrupción puede introducirse incluso en las instituciones más importantes de un país.

Experto en migraciones y analista internacional.

4 minutos

El Almirante Kuznetsov en el dique seco.

Rusia tiene un solo portaaviones, es de 1991 y apenas se mantiene a flote. Este buque, el Almirante Kuznetsov, forma parte de la Flota del Norte y es la baza más importante rusa para proyectar fuerza en aguas internacionales, ya que se asegura la superioridad aérea en el mar con sus cazas embarcados. Pero no es oro todo lo que reluce y este portaaviones ha pasado más tiempo en el “taller” que proyectando ningún tipo de fuerza en ningún mar u océano.

Como ejemplo, el Kuznetsov estuvo completamente parado entre 2017 y 2023 por una falla del motor, por lo que también tuvo que ser modernizado en gran parte por estar su infraestructura completamente obsoleta. Informes recientes indican que las reparaciones se están retrasando y podrían no completarse hasta 2025, si es que hay dinero para ello, porque la inversión financiera militar del Kremlin se dedica ahora  la guerra con Ucrania.

Corrupción y problemas financieros en torno al "Almirante Kuznetsov"

En el puerto donde descansa el único portaaviones de la flota rusa se debe percibir el olor a óxido en su casco, pero también se percibe otra cosa; el olor a corrupción, una corrupción que parece acechar cada rincón de su larga historia de reparaciones fallidas, accidentes inexplicables y un presupuesto que nunca llega a rendir cuentas.

El Almirante Kuznetsov en 2017. Foto: Wikipedia.

Todos estos años de reparaciones retrasadas y promesas no cumplidas han dejado al Almirante Kuznetsov en una especie de limbo mecánico. Pero, ¿qué es lo que realmente mantiene al barco atrapado en este conjunto de fallos e incumplimientos? Según muchos expertos, entre ellos el ex oficial naval ruso Vyacheslav Konovalov, las dificultades técnicas y una tecnología obsoleta no son los únicos culpables. “Ciertos elementos de la modernización que costaron millones nunca se implementaron realmente, y los fondos desaparecieron en los bolsillos de alguien”, afirma Konovalov, una declaración que deja poco espacio para la duda.

En 2018, un hecho hizo voltear todas las miradas hacia el portaviones ruso, mientras se encontraba en reparaciones, el dique flotante, una pieza clave para sus trabajos de mantenimiento, se hundió. El resultado fue una cubierta destrozada y millones en daños. Pero lo peor no fue el accidente en sí, sino las causas detrás de este: un mantenimiento deficiente y una gestión incompetente del dique. ¿El motivo? Los fondos que se dirigían a asegurar el correcto funcionamiento del dique probablemente nunca llegaron a su destino. Este incidente dejó al descubierto una red de corrupción que, según muchos, es sistémica.

Un sistema alimentado por el despilfarro

Incluso el opositor ruso fallecido Alexei Navalny había denunciado que las empresas del sector militar reciben grandes contratos públicos para trabajos que rara vez se ejecutan adecuadamente. Pavel Felgenhauer, analista ruso, lo resumió con crudeza: “Cada día adicional de reparación es otro millón en el bolsillo de alguien”.

Una investigación del periódico independiente Novaya Gazeta apunta directamente a altos funcionarios de la Corporación responsable de las reparaciones del portaaviones, acusándolos de malversación y de firmar contratos con empresas intermediarias a costos desproporcionados. Según el informe, cada decisión parece diseñada para inflar presupuestos, extender plazos y desviar recursos a intereses privados.

¿Una industria de defensa corrupta?

El Almirante Kuznetsov no es solo un portaaviones, es probablemente un reflejo exacto del estado de la industria de defensa rusa. Cada retraso, cada fallo, cada accidente no solo representa un retroceso en términos militares, sino un recordatorio de cómo la corrupción puede introducirse incluso en las instituciones más importantes de un país.

Aunque estas acusaciones aún no han derivado en procesos judiciales públicos, el deterioro visible del Almirante Kuznetsov simboliza algo más profundo: la desconfianza en un sistema que parece priorizar el beneficio personal por encima del deber nacional.

Existen estimaciones no oficiales que para completar las reparaciones y revisión del Almirante Kuznetsov se podrían llegar a necesitar entre 500 millones y mil millones de dólares, por lo que su puesta a punto no es solo un reto técnico, sino también un esfuerzo financiero brutal para Moscú, y especialmente ahora que debe “distraer” la mayoría de sus esfuerzos económicos a la guerra contra Ucrania.

Si comparamos el costo de reparar el Almirante Kuznetsov con los gastos diarios de la guerra en Ucrania, queda bastante claro hasta qué punto Rusia está comprometida financieramente. Según datos de analistas occidentales, Rusia gasta entre 50 y 100 millones de dólares diarios en sus operaciones militares en Ucrania. Esto significa entre 1.500 y 3.000 millones de dólares al mes, una cantidad superior a la necesaria para reparar el portaaviones.

Si el presupuesto de defensa ruso ha sido este 2024 de unos 100.000 millones de dólares (aunque recientemente ha aprobado un aumento paulatino del 30% hasta 2027), las reparaciones del portaviones ruso estarían en una posición muy complicada y todo dependerá de como el Kremlin priorice sus recursos (económicos y humanos), especialmente si Donald Trump no consigue parar la guerra y Moscú debe seguir invirtiendo fuertemente contra Ucrania (y OTAN).

Solo el tiempo nos dirá si Rusia podrá volver a tener un portaviones y mantener su presencia naval en los océanos del mundo, o si tendrá que centrarse (conformarse) con mantener y asegurar el territorio ganado a Kiev.