Los valores y el comportamiento de un banquero (CEO o accionista) o bancario (empleado) de un país miembro de la OTAN donde el jefe de Estado dice que "Hamás no es una organización terrorista, sino un grupo de liberación que lucha para proteger sus tierras y a sus ciudadanos”, tal y como afirmó Recep Tayyip Erdogan, presidente Turquía 18 días después de los atentados de Hamás y antes del endurecimiento del conflicto, difieren en buena medida de los de otros colegas de profesión procedentes de países que también están en la OTAN como puede ser el caso de España.
La percepción de estas diferencias en la forma de actuación queda aún más de relieve cuando el país en conflicto (Israel) y sus aliados, empezando por Estados Unidos y el resto de la OTAN, persiguen a través de sus servicios de inteligencia las finanzas de Hamás con el mismo o superior empeño que a sus integrantes.
Y es que Hamás tiene tres fuentes de poder: su ideología islámica con alianzas globales, su capacidad militar y de estado dentro de Gaza, y sus ingresos, repartidos y protegidos por medio mundo. De estos últimos, muy pocos de estos se encuentran en Gaza, y la mayor parte en el extranjero, en países amigos.
Al día de hoy, la estructura de estado de Hamas (sus funcionarios, profesores, médicos, etc.) están en Gaza bajo los bombardeos, pero su capital política se encuentra en Doha, la capital de Qatar, y su capital financiera en Estambul.
Y para perseguir esta última, pero ni por asomo la menos importante pata de esta organización, los servicios de Inteligencia israelita y estadounidenses siguen la pista de una larga lista de bancos, oficinas financieras y constructoras que manejan grandes cantidades de dinero y que con su negocio y contratación de obras se pueden apalancar en mucho más.
En este listado encabezado por el banco Kuveyt Turk, tal y como explica una fuente de confianza de Escudo Digital, se encuentran nombres que por conocimiento general llaman poderosamente la atención, como son los casos de Credit Agricole Italia y Unit Credit. Y también dos muy relacionados con España: Garanti BBVA, la filial turca del BBVA, y Limak Construction, la constructora turca que está con las obras del nuevo Nou Camp.
El primero de ellos, Garanti, es el banco turco de BBVA que disparó sus resultados en el primer semestre de este año logrando un beneficio de 525 millones de euros, 466 millones más que en el mismo periodo de 2022; año en el que Garanti generó un 31% menos de beneficio que el ejercicio anterior (un total de 590 millones), pero un resultado que se dio por bueno ya que la dirección del banco español esperaba menos beneficios por la aplicación a la filial de la contabilidad hiperinflaccionaria en el país.
Por su parte, Limak es un holding de empresas con intereses en construcción, energía, cemento y turismo y construcción, que es la que se encarga de las obras del estadio del FC Barcelona tras haber ganado el pertinente concurso y que pretende usar este encargo para dar su salto a Europa y Latinoamérica. Fundada en 1976, se especializa en proyectos de infraestructura y superestructura, incluidos aeropuertos, puertos, carreteras, represas, centrales hidroeléctricas, plantas de tratamiento, fábricas o plantas industriales.
Con experiencia en la construcción de estadios, la compañía turca se encuentra entre las 250 principales empresas constructoras internacionales en la lista Engineering News-Record (ENR) y opera con éxito en más de 12 países diferentes. Su lado menos público, tal y como denunció recientemente ElPaís, lo protagonizan diversas denuncias por corrupción y conflictos medioambientales.
Israel sabe que para derrotar a Hamás resulta fundamental acabar con su aparato financiero. Y esta guerra invisible se libra en buena medida en tierras turcas, donde están haciendo un amplio barrido en los bancos, oficinas financieras y constructoras que allí operan. La única relación que ahora existe entre la constructora turca del Camp Nou o el BBVA Garanti Turquía es que ambos forman parte del listado en el que los servicios de Inteligencia israelita y estadounidense están buscando cualquier conexión que les lleve hasta el brazo financiero de Hamás.