"El rearme occidental. Un nuevo impulso al orden liberal" ofrece un análisis crítico y detallado sobre la situación geopolítica europea, explorando los desafíos y las oportunidades que enfrenta en un contexto marcado por la creciente incertidumbre global. Su autora, Alessia Putin-Ghidini, abogada, doctora en Derecho y Ciencias Sociales, y profesora e investigadora de Derecho y de Relaciones Internacionales, plantea una serie de propuestas para hacer frente a las numerosas crisis que aquejan a Occidente y resistir al embiste populista.
Putin-Ghidini aboga por el rearme, como indica el título de su obra, publicada a finales de 2024, "antes de que la palabra 'rearme' se convirtiera en la más repetida y discutida", como ella misma destaca. "El título fue profético, así como otras partes del contenido del libro". En esta conversación con Escudo Digital, la autora desgrana las claves de su propuesta de rearme, profundiza sobre otras ideas que expone en su libro y aborda otros aspectos cruciales del panorama geopolítico actual.
PREGUNTA (P): En su nuevo libro advierte sobre la amenaza de un "fantasma con tres cabezas" que recorre Europa y el mundo: la tríada oscura del populismo, compuesta por decrecimiento, victimismo y concienciación punitiva. ¿Podría explicar brevemente cada uno de estos elementos y cómo se articulan entre sí?
RESPUESTA (R): Durante años, Occidente ha abrazado un marco mental autodestructivo que le ha carcomido la autoestima desde dentro. Tres dogmas lo gobiernan: para salvar el planeta hay que decrecer y renunciar al consumo; el libre comercio debe ser asfixiado con regulaciones estatales; y, por si fuera poco, el victimismo reina tanto a derecha como a izquierda, dividiendo todo en opresores y oprimidos, como si la vida fuera una eterna tragedia griega. Añadamos una cuarta constante: la culpa. Sentirse mal es casi obligatorio en el ADN occidental.
Nuestro estilo de vida está perpetuamente en el banquillo de los acusados. "Concienciación", esa palabra repetida hasta la náusea se usa como arma para descalificar cómo vivimos, viajamos, consumimos o incluso nos relacionamos. Ejemplos abundan. Trump, con su guerra arancelaria, es un perfecto resumen de este marco: victimismo disfrazado de nacionalismo rancio, decrecimiento impuesto y esa obsesión con convencerte de que el progreso siempre tiene algo de pecaminoso. "Estados Unidos está perjudicado por el mundo", dice mientras lanza tarifas que ahogan el comercio global.
La UE tampoco queda limpia. Su Green Deal es otra demostración de intervencionismo sobrealimentado, vendido como ecologismo redentor pero diseñado para estrangular el desarrollo. Occidente parece condenado a vivir bajo constante juicio moral, pidiendo perdón por existir, mientras las soluciones reales brillan por su ausencia. Pero lo trágico no es que no haya soluciones, sino que nos negamos a buscarlas. Parece que nos gusta más perpetuar el problema que resolverlo.
P: ¿Qué responsabilidad tienen los propios partidos políticos y/o instituciones en haber alimentado el avance de esa tríada populista? ¿Por qué considera que representa una amenaza tan determinante para el orden mundial?
R: Son los principales responsables y promotores de esta tríada oscura porque ven una vía rápida para captar votos desde la emoción negativa. El ciudadano cae en la trampa del victimismo y encuentra su propósito de enmienda siguiendo al líder que, supuestamente, le va a liberar de sus cadenas, de su mala conciencia. El resultado final de esta combinación de factores es poner en duda el orden liberal: el sistema que más prosperidad y paz ha traído al mundo en los últimos dos siglos. Desde la revolución industrial la pobreza ha pasado del 90% al 9%, incluso con un incremento de la población exponencial. Por poner solo un ejemplo. Es un movimiento que tiene que ver con la sustitución de la religión por la ideología, ambos sistemas de valores y creencias por los que guiamos nuestras vidas.
"Hay que recuperar políticas más pragmáticas y menos ideológicas"
P: Frente a esa tríada populista, plantea como solución el rearme occidental desde un nuevo impulso al orden liberal. ¿Cuáles son, a su juicio, las principales causas de la crisis del orden liberal actual, y sobre qué pilares debería reconstruirse el nuevo?
R: Hay que recuperar políticas más pragmáticas y menos ideológicas. Durante demasiado tiempo la ideología ha invadido las aulas de nuestros estudiantes, el cine, la literatura, la televisión, el arte en general. El mensaje machacón recibido es que el orden liberal estaba equivocado, era culpable de todos los males del mundo y estaba destinado a implosionar. Hay que recuperar la autoestima, sobre todo porque somos una sociedad que aprende de sus errores y rectifica. Lo hicimos con la esclavitud, los derechos humanos, la igualdad y la libertad. No todas las civilizaciones pueden decir lo mismo.
P: ¿En qué se traduce el rearme occidental en términos concretos? Más allá del plano militar, ¿qué dimensiones –política, institucional, económica o cultural– considera imprescindibles para que ese rearme sea verdaderamente integral y efectivo?
R: En el libro se describen todos los puntos a reformar para lograr ese necesario impulso que precisa el orden liberal. En pocas palabras se trata de reformar estructuras obsoletas como el Consejo de Seguridad de la ONU, reconducir la OTAN y reorientar las políticas erráticas de la UE en materia, no solo de seguridad y defensa, sino también de industria, energía, agricultura, finanzas, bolsa de valores y burocracia. Se trata de reformas en el ámbito de las instituciones políticas y económicas para volver a activar los círculos virtuosos de paz y prosperidad. Conocemos las fórmulas exitosas, pero hay que volver a ponerlas en marcha. En general, el crecimiento solo a base de deuda debe replantearse.
P: La guerra híbrida –que combina operaciones militares con actuaciones no militares ha dejado atrás los conflictos convencionales. ¿Qué tipo de rearme sería necesario en este nuevo terreno de confrontación?
R: La formación de equipos tecnológicos con gran valor añadido, la inversión en talento técnico joven, la apuesta por una revolución IT orientada a la seguridad y la defensa, la inversión en una formación profesional de calidad orientada a un mercado laboral en transformación constante. Pero, sobre todo, la transmisión consciente a nuestras jóvenes generaciones de la necesaria autoestima para que tomen conciencia de lo afortunados que son por haber nacido donde han nacido y todas las ventajas que ello implica. Ser occidental debe volver a ser un orgullo. Sobran los motivos.
"Los estados miembros, de manera separada, son hormigas insignificantes en un entorno global 'post-nacional' o 'post-westfaliano'"
P: Los ciberataques o las fake news forman parte del nuevo arsenal híbrido. ¿Considera que Europa debe avanzar hacia una estrategia común de ciberdefensa o que cada país debe avanzar con autonomía en esta materia?
R: Los estados miembros, de manera separada, son hormigas insignificantes en un entorno global post-nacional o post-westfaliano. Se critica mucho a la UE diciendo que no hace nada o no resuelve nuestros problemas, sin darnos cuenta de que, fuera de ella, un estado miembro no tendría ningún peso a nivel global. La Unión hace la fuerza. Una mayor integración con un sistema de decisión reformado (por mayoría y no por unanimidad) es urgente. En nuestros parlamentos nacionales se toman las decisiones importantes por mayoría de 3/5. A nivel europeo hay que hacer lo mismo y eliminar el veto. Ya tenemos la fórmula del 55%+65% pero hay que aplicarla a todas las políticas, no solo algunas. Para que sea exitosa, la estrategia debe ser común y se precisa generosidad por parte de los estados miembros.
"España debe dejar de centrarse en su lucha interna partidista, que nos desvía de las decisiones realmente importantes, y recuperar un proyecto común de Estado".
P: ¿Qué papel debería jugar Europa en el rearme occidental que usted plantea? ¿Y España?
R: Un papel proactivo, corrigiendo errores del pasado.
Alemania es pieza fundamental en este cambio de políticas, ya que ha sido durante demasiado tiempo quien ha frenado un frente común o ha impedido determinadas políticas de progreso real en materia energética e industrial, entre otras.
Hay que actuar en muchos ámbitos: reindustrialización, energía, inversión en Frontex y Europol, creación de una bolsa única europea para mantener nuestros ahorros en Europa, reducción de la burocracia y la normativa, racionalización de las políticas de sostenibilidad para rectificar la deriva que han tomado.
España debe dejar de centrarse en su lucha interna partidista, que nos desvía de las decisiones realmente importantes, y recuperar un proyecto común de Estado. Es difícil porque en este momento los partidos que reman en contra del proyecto común español condicionan todas las decisiones del gobierno. Podemos decir que están al mando. La imagen internacional está muy dañada y la estrategia es tratar a los ciudadanos como niños, utilizando eufemismos en vez de llamar a las cosas por su nombre. El rearme es rearme y está justificado por motivos de disuasión y el deber, por fin, de asumir nuestras propias responsabilidades en materia de seguridad y defensa.
P: Usted también aboga por la globalización de los principios de la Unión Europea, reivindicando el proyecto humanista europeo como el "espacio más libre y próspero del mundo". ¿Qué principios concretos deberían proyectarse más allá de las fronteras comunitarias?
R: Las ideas de separación de poderes, estado de derecho, libertad económica, respeto de los derechos humanos. Aunque Francis Fukuyama no acertara en su "fin de la Historia" con la caída del muro, sí acertó en algo muy importante: la inmensa mayoría de personas prefiere vivir en un sistema democrático liberal que respete sus libertades y elecciones vitales, que en una dictadura o autocracia que te imponga como vivir y pensar. Hay líderes que atacan nuestro modelo, pero los ciudadanos de sus países desean nuestro bienestar y nuestra protección de las libertades civiles.
P: ¿Cuáles son los principales obstáculos –internos y externos– que dificultan esa proyección global del modelo europeo? ¿Qué medidas, reformas o alianzas debería buscar Europa para ampliar su influencia sin caer en una previsible confrontación con otras potencias?
R: Los obstáculos internos residen en la dificultad de tomar decisiones conjuntas por encima de los intereses nacionales. Los externos se encuentran en las tensiones geopolíticas actuales con las grandes potencias. Europa ya no puede depender de sus anteriores certezas: energía barata desde Rusia, seguridad garantizada desde EE.UU. y comercio imparable desde China. Estas tres realidades han cambiado, y la UE debe actuar en consecuencia. Podemos cambiar el modelo energético con verdaderas soluciones "Game Changer": potenciar la energía nuclear de última generación, utilizar nuestros residuos para producir energía (Waste to energy), invertir en nuestra seguridad y defensa, y reindustrializar nuestro continente. Las políticas erráticas guiadas por Alemania durante demasiado tiempo en estos ámbitos deben concluir urgentemente.
P: Usted sostiene que el rearme occidental responde a dos grandes trilemmas que asolan a los Estados miembros de la Unión Europea: uno entre parálisis, salida o integración; y otro entre globalización económica, soberanía nacional o democracia. ¿Qué combinación considera usted más viable para garantizar estabilidad en Europa?
R: Respecto al primero, la única respuesta plausible es mayor integración: una federalización bien diseñada de Europa y votar al presidente de la UE de forma directa por parte de los ciudadanos. Esto daría mucha más legitimidad a la UE, dejaría en segundo lugar las irrelevantes y agotadoras pugnas internas de los países miembros y permitiría tomar decisiones de manera más ágil. ¿Por qué en los parlamentos estatales se puede avanzar por mayorías y en la UE en temas cruciales se exige unanimidad? Si a algún estado miembro no le gusta la UE, que se vaya. UK lo hizo y lo hemos superado (es más, UK está ahora más presente que nunca, aunque parezca paradójico).
Respecto al segundo, la UE es ya la respuesta, al ser la única organización supranacional que busca el difícil equilibrio entre los tres vértices: globalización, soberanía y democracia. La solución al Trilemma de Rodrik es la UE en sí misma.
"La aceleración de la historia que estamos viviendo exige cambios urgentes en sus instituciones internacionales"
P: A lo largo del libro analiza el papel de instituciones como la UE, la OTAN y la ONU. ¿Cómo valora su desempeño actual como garantes del orden liberal? ¿Cuál de ellas está mejor posicionada para liderar esa renovación del orden internacional que usted sugiere? ¿Cree que sería necesario un nuevo marco de gobernanza global?
R: Necesitan las tres urgentes reformas. El Consejo de Seguridad de la ONU está obsoleto (son los ganadores de la Segunda Guerra Mundial y entre ellos hay un violador sistemático del derecho internacional). La OTAN debe equilibrar su presupuesto de manera acorde entre todos los miembros y la Unión Europea debe implementar las reformas políticas y económicas que ya he descrito anteriormente. El andamiaje multilateral da signos de agotamiento y más que apuntalarlo hay que adaptarlo al siglo XXI. No podemos seguir con el modelo del siglo XX. La aceleración de la historia que estamos viviendo exige cambios urgentes en sus instituciones internacionales.
P: A la luz del conflicto en Ucrania o la situación en Oriente Medio, ¿considera que estamos ante un cambio de paradigma geopolítico irreversible o todavía estamos a tiempo de recomponer el orden multilateral anterior?
R: El orden multilateral está dando paso al multi-vectorial. Significa que entre los mismos actores y en el mismo momento, pueden existir distintos tipos de relaciones, incluso contradictorias entre sí. Es decir, una nación puede ser aliada de otra en un ámbito, y antagonista en otro. O puede tener aliados tanto en una dirección como en otra, aunque parezca incoherente. Considero que se van a redibujar varias fronteras y los mapas de algunas zonas van a cambiar bastante. En especial en Oriente Medio, pero también en Ucrania. El Sahel es otra de las zonas que hay que observar con atención.
Respecto a la UE, plantearnos tener un paraguas disuasorio en materia de armas nucleares no es descabellado. Las políticas de disuasión y distensión en materia nuclear han sido exitosas hasta hoy entre las grandes potencias. Y la UE es una gran potencia, por mucho que a algunos les cueste admitirlo. Sui generis, pero una enorme potencia económica que necesita un nuevo impulso.
"La nueva relación entre EE.UU. y Rusia ha sido un balón de oxígeno para Putin y la guerra se va a intensificar en sus coletazos finales"
P: ¿Qué implicaciones tiene para el orden global el fortalecimiento del eje entre Rusia, China e Irán? ¿Estamos ante una alianza táctica o ante el embrión de un nuevo contrapeso ideológico y estratégico frente al bloque occidental? ¿Cómo interpreta las negociaciones entre Rusia y Estados Unidos sobre Ucrania?
R: Esa alianza lleva muchos años en marcha. No es nada nuevo. Considero que EE.UU. junto a Israel tienen como objetivo primordial Irán. Creo que uno de los deseos de Trump es derrocar el régimen iraní de los ayatolás. No veo ningún contrapeso ideológico más allá de un enemigo común (EE.UU.), ya que esas tres potencias siguen sistemas de valores muy distintos, aunque sean aliadas.
Respecto a Ucrania creo que la guerra acabará o se congelará, más bien, este año. Rusia ha demostrado tener un ejército muy débil, incapaz de derrotar a Ucrania en tres años y con muy pocos avances reales. Ha tenido que pedir ayuda a Corea del Norte e incluso China (parece). Ya Obama la definió una potencia regional, y la campaña ucraniana solo lo ha reiterado. Por mucho que la retórica pro-rusa lo intente, la realidad es que sale peor parada de lo que entró desde el punto de vista de su imagen geopolítica.
Por otro lado, la nueva relación entre EE.UU. y Rusia ha sido un balón de oxígeno para Putin y la guerra se va a intensificar en sus coletazos finales. Estados Unidos desde el principio y con las dos administraciones ha tenido y tiene fuertes intereses en Ucrania, igual que Rusia. Ya lo decía Mackinder en el siglo XIX en su "Teoría del Heartland": quien domine Asia Central y Europa Oriental, dominará el mundo. Parece que las dos potencias son Mackinderianas.
P: Donald Trump ha desatado una guerra comercial al imponer aranceles a casi todos los países del mundo. ¿Qué efectos podría causar esta política arancelaria en la estabilidad económica global y en las relaciones comerciales internacionales? ¿Qué estrategias debería adoptar la UE para proteger sus intereses económicos y mantener el equilibrio en el comercio transatlántico?
R: Estas políticas van en contra de los principios del libre comercio y de la prosperidad. Son iliberales y recuerdan las fracasadas políticas de economía planificada del pasado. Por verles un aspecto positivo: han logrado poner de acuerdo a una inmensa mayoría de personas sobre las bondades del libre mercado.
Trump es una fábrica de liberales y amigos del comercio. Hasta personas que eran críticas con la globalización y el capitalismo se han convertido en sus mayores defensores en las últimas semanas.
En el libro, que salió a finales del 2024, yo abogo por una reedición del TTIP, un acuerdo de libre comercio transatlántico que se frenó en 2016. Hay que retomarlo, y reequilibrar el tablero mundial, demasiado escorado hacía el Pacífico en estos momentos. Acuerdos de libre comercio con Mercosur y Norteamérica serían más que deseables. También hay la opción de que Canadá entre en la Unión Europea. No es tan descabellado. Compartimos frontera terrestre en la isla de Hans y otras marítimas.
"Sánchez intenta erigirse como un antagonista a Trump para esquivar los graves problemas de ámbito interno que tiene con sus familiares y más estrechos colaboradores"
P: En su entrevista con OK Diario comentó que "Sánchez no es un aliado fiable para Trump y prefiere a Marruecos". ¿Qué consecuencias puede tener esa percepción para la posición estratégica de España dentro del eje atlántico y mediterráneo, y cómo podría afectar a nuestras relaciones con EE.UU. y la UE?
R: La semana pasada Sánchez visitó China y esta semana Meloni visita Estados Unidos. Es toda una declaración de intenciones. Las relaciones con EE.UU. con España llevan años deterioradas y no parece que haya intención de reconducirlas, porque desde el punto de vista ideológico a Sánchez le conviene esta confrontación, ya que intenta erigirse como un antagonista a Trump para esquivar los graves problemas de ámbito interno que tiene con sus familiares y más estrechos colaboradores. Es un antagonismo ficticio que tiene leves efectos solo a nivel nacional ante sus potenciales votantes. No tiene dimensión internacional real, aunque la busque para desviar el foco de los casos de corrupción que le asolan. Otra cosa es que China vea en él un caballo de Troya temporal dentro de la UE, y que esto le convenga al dragón despierto (China).