Entrevistas

Pasajero del vuelo incidentado París-Madrid: "El trato y la ayuda de Iberia han sido nefastos"

Carlos nos relata de primera mano cómo se vivieron esos instantes de incertidumbre y la indignación ante la actitud de la aerolínea.

Redactora especializada en Seguridad y Tecnología.

4 minutos

Carlos Suárez, uno de los pasajeros del vuelo incidentado de Iberia entre París y Madrid

Lo que parecía un vuelo rutinario entre París y Madrid, ha estado este viernes cerca de convertirse en una tragedia. Ha sido en el vuelo 578 de Iberia, que despegó a su hora prevista, las 17.20h, pero que sufrió un grave incidente en el momento del despegue, cuando un pasajero abrió una de las puertas del avión, tras agredir a un azafato, y se lanzó al vacío, como hemos adelantado en exclusiva en estas páginas.

Lógicamente, el incidente alteró la tranquilidad que se respiraba a bordo y se vivieron momentos de gran desconcierto. Tanto es así que el propio comandante declaró a los pasajeros que nunca había vivido un episodio similar.

Sin embargo, más allá del susto inicial, los viajeros denuncian que la respuesta de Iberia brilló por la falta de información, la deficitaria asistencia y la caótica gestión al reubicarlos en otro vuelo. Escudo Digital ha hablado con Carlos Suárez, uno de los afectados, quien regresaba a Madrid con varios compañeros de trabajo tras un viaje de negocios y nos relata de primera mano cómo se vivieron esos instantes de incertidumbre y la indignación ante la actitud de la aerolínea.

Escudo Digital (E.D.): Carlos, cuéntenos exactamente, ¿cómo se vivió el incidente desde dentro del avión?

Carlos Suárez (C.S.): Todo transcurría con normalidad e íbamos tranquilamente. Nos estaban explicando las medidas de seguridad y, de repente, notamos que las azafatas se pusieron nerviosas por algo, pero a priori todo normal. Hasta que escuchamos un sonido fuerte, como cuando bajas la ventanilla de un coche a gran velocidad, que es la descompresión que sentimos, pero enseguida volvieron a cerrar la puerta. En ese momento todos miramos atrás, pero no entendíamos qué había pasado. Y poco después, cuando estábamos a punto de entrar en pista para despegar, el avión frenó.

E.D.: En ese momento, ¿temieron por su vida?

C.S.: Hubo un momento de silencio, pero no se desató el pánico. La verdad es que nos portamos muy bien, nos mantuvimos bastante tranquilos, pero fue una reacción nuestra, porque la tripulación no nos dio ninguna explicación ni tampoco nos ayudó.

E.D.: ¿Cómo os enterasteis de lo que había sucedido?

C.S.: Empezamos a hablar entre nosotros y circularon varias teorías. Al principio creíamos que había sido una azafata, luego se decía que una señora, y al final se supo que había sido una persona joven, un chaval. La tripulación no nos dio ninguna información, aunque al final conseguimos que una azafata nos contara que este chico tiene un familiar en Iberia y que por eso, a pesar de que había overbooking, le habían dejado subir al avión y le hicieron sentarse al final del todo, donde se ponen los azafatos.

E.D.: ¿Y el comandante, dio alguna explicación?

C.S.: A la media hora de estar parados y viendo desde la ventana a la policía y a los bomberos, el comandante tuvo la licencia de decirnos que lo que había pasado era increíble, que nunca le había pasado algo así y que era totalmente ajeno a Iberia. Fue entonces cuando empezamos a sospechar que Iberia no iba a hacerse responsable de nada.

E.D.: ¿Cómo se comportó la tripulación con los pasajeros tras el incidente?

C.S.: Muy mal. Para empezar, nos tuvieron dos horas dentro del avión sin aire acondicionado, porque por seguridad no podían activarlo, y sin darnos ni siquiera agua. Y es que, lo más fuerte de todo, es que al parecer el vuelo había llegado a París sin comida y agua, según nos dijo una azafata, por lo que no podían ofrecernos nada.

E.D.: Durante la posterior espera en el aeropuerto, ¿recibieron algún tipo de atención o ayuda por parte de Iberia? ¿Cómo gestionó la reubicación de los pasajeros?

Cuando a las dos horas por fin nos bajaron del avión, nos llevaron a una sala sin más información que la que nos dio un francés en un español mediocre, que básicamente nos dijo que nos estuviéramos atentos porque nos iban a ir nombrando para reubicarnos en un avión. En esa espera por fin nos dieron agua, aunque mucha gente la tuvo que pagar e Iberia no se ha hecho cargo.

El aeropuerto fue el que nos dio de todo, Iberia se frotó las manos. Cuando nos fueron nombrando para reubicarnos en otro vuelo, que pensábamos que volaría esa misma noche, nos dimos cuenta de que no era así. Lo que pasó es que nos sacaron fuera de la sala, para que no hubiese nadie haciendo jaleo ni nada por el estilo, y nos mandaron coger un hotel prometiéndonos que nos daban habitación, cena y desayuno y, en el caso de que el vuelo se retrasase a la tarde, también la comida. La sorpresa es que nadie nos indicó cómo llegar al hotel y, aunque lo conseguimos por nuestros propios medios, cuando llegamos no había cena, solo desayuno.

Además, Iberia tardó bastante en reubicarnos en un avión. Nos dejó en la incertidumbre y sin información hasta al día siguiente, que recibimos un correo con la confirmación del nuevo vuelo. Así que el trato y la ayuda de Iberia en este trance han sido nefastos.

E.D.: ¿Espera alguna compensación por parte de Iberia?

C.S.: Sí. Espero que se haga cargo y nos indemnice por la cena que nos prometió y no nos dio, y por el trato que recibimos. No tuvimos ningún soporte durante todo el incidente, nos dejaron abandonados en el aeropuerto durante horas. Espero que nos compensen y que se tomen medidas para que esto no vuelva a pasar.

E.D.: ¿Tiene alguna información sobre el pasajero que abrió la puerta de emergencia?

C.S.: No sabemos nada y, sinceramente, no quiero saber nada de él. Nos arruinó el regreso. Muchos pasajeros, incluidos compañeros míos, tienen familias e hijos y no pudieron estar con ellos en su casa esa noche, así que prefiero no opinar sobre ese personaje, porque no tiene otro nombre.

E.D.: Después de esta experiencia, ¿volverá a viajar en avión?

C.S.: Claro, volveremos a viajar y en la compañía que nos toque o en la que saque el vuelo al destino que quedamos visitar. Al final, esto ha sido un incidente aislado, aunque muy desafortunado, y no podemos dejar que nos genere miedo a volar.