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Victor M. Pérez Velasco (psicopolitólogo): “Calificar en España a cualquier partido parlamentario de fascista es una majadería”

“Valores políticos y conflicto en España” es el nuevo libro de Victor M. Pérez Velasco, quien conecta la psicología y política en un estudio en el que ha detectado hasta 64 valores políticos, la materia prima del adoctrinamiento.

Editor de Escudo Digital

8 minutos

Victor M Perez Velasco, autor de “El marxismo, una religión sin Dios”.

La última vez que tuvimos ocasión de conversar con este Doctor en psicología, y uno de los mayores expertos españoles en psicología industrial, fue con motivo de la publicación de "ETA en el cine”, ensayo en el que analizó la relación entre la cinematografía, el terrorismo y el adoctrinamiento en el País Vasco, con producciones que comprenden desde 1976 hasta 2017. Un año más tarde regresa con "Valores políticos y conflicto en España” (Editorial UFV), donde de nuevo Victor M Pérez Velasco conecta la psicología y política, aunque en esta ocasión en un estudio en el que ha detectado hasta 64 valores políticos, muchos de los cuales enfrentados entre sí, algo que según su autor, "dentro del escenario político de una misma sociedad no augura finales felices" y que son la materia prima del adoctrinamiento. De la observación de estos valores, y de su evolución, se pueden sacar importantes conclusiones sobre hacia dónde nos dirigimos. 

PREGUNTA: La Universidad Francisco de Vitoria ha publicado recientemente su libro “Valores políticos y conflicto en España”, ¿cuál fue el móvil de este trabajo?

RESPUESTA: Obtuve el grado de doctor con una tesis doctoral sobre Cultura organizacional y valores profesionales en 1994 y en 2004 la UCM la depositó en un archivo abierto para su descarga como documento para fines académicos en pdf. Olvidé el tema y en 2018, jugando en internet, descubrí este archivo, y cuando indagué, reparé que anualmente se realizaban unas 200 descargas, la mayoría en países extranjeros. Comprendí que debía retomar el tema, pero esta vez, concentrándome en los valores políticos.  Así surgió este libro, una vez más tratando de conectar psicología y política.

P: En este estudio llega a identificar un buen número de valores, ¿con que metodología los pudo aislar y concretar?

R: Para poder reconstruir o identificar valores, puede recurrirse al sistema de jueces, inspirarse en otras aportaciones bibliográficas, etc., pero lo investigado no me satisfizo, de forma que opté por identificar los valores no de forma experimental, sino de forma empírica. Para ello, recurrí a la observación, al estudio de programas políticos, el análisis documental, declaraciones públicas de políticos, pero especialmente, aproximándome a las fuentes originarias, a la filosofía matriz de los diversos movimientos políticos. A tal fin, leí a autores marxistas, liberales, conservadores, etc., tarea muy productiva, ya que no partía de cero, yo ya había sido militante de izquierdas desde mi estancia en la subversión antifranquista de los años 70 hasta 1981. Esto me agregaba una aceptable acumulación de lecturas y experiencias para detectar valores políticos.

P: En su libro se mencionan hasta 64 valores políticos, ¿son muchos, son pocos, hay una cifra ideal?

R: Efectivamente, identifiqué 64 valores, pero el trabajo del libro se centra especialmente en 42, los valores que reflejan las fuerzas políticas actuales representadas en nuestro Parlamento. Los otros 22 valores restantes pertenecían a otras fuerzas política que en estos momentos no se sientan en nuestro hemiciclo. Hay que destacar que a la hora de identificar valores siempre hago referencia a “valores mínimos”, dando por sentado que podría haber más. ¿pero, hay un número adecuado de valores? El tema está abierto, pero Rockeach, uno de los sociólogos que más trabajó en valores sociales, consideraba que con 32 valores en dos bloques de 16 valores cada uno, instrumentales y finales, se podría diseñar una escala que pudiese reproducir los valores de una sociedad y medirse satisfactoriamente. Yo aislé en este estudio una cuarentena larga.

P: ¿Podría resumir, en grandes líneas, los bloques doctrinales de los valores identificados?

R: Identifiqué 42 valores políticos mínimos correspondientes al arco parlamentario, divididos como sigue: 17 comunistas, 14 socialistas, 13 conservadores, 12 liberales, 5 constitucionales y 7 del nacionalismo periférico. Adicionalmente incluí otros 22 valores mínimos, en dos bloques, sin representación en nuestro Parlamento: 11 valores fascistas y 11 valores franquistas.

Separo intencionadamente los valores del franquismo y del fascismo por dos razones básicas. La primera, porque no tienen representación en nuestro parlamento y segunda, porque son marginales en nuestra sociedad, especialmente los valores fascistas. Esta exclusión es un acto de objetividad que realizo de forma deliberada.

“Rockeach, uno de los sociólogos que más trabajó en valores sociales, consideraba que con 32 valores en dos bloques de 16 valores cada uno, instrumentales y finales, se podría diseñar una escala que pudiese reproducir los valores de una sociedad y medirse satisfactoriamente”.

 

P: ¿Son creíbles estos valores que Vd. ha identificado?

R: Los valores son constructos psicológicos intangibles, difíciles de acotar, definir y evaluar. Se miden preferentemente con escalas de orden y no se pueden usar medidas paramétricas, de ahí su dificultad a efectos estadísticos. Es más fácil hablar que escribir sobre valores, pero lo más complejo es concretarlos y medirlos. Dicho esto, cualquier valor que se haya reproducido en este trabajo puede ser cuestionado e incluso rechazado.

Ahora bien, desde mi punto de vista, adaptado a manejar estos constructos intangibles, sí los considero razonablemente creíbles, sobre todo porque están conectados con la filosofía política que los inspira. Para detectar valores no nos podemos creer lo que nos dicen quienes se suponen que los defienden o practican en política, es importante observar cómo se conducen, actúan y aplican los propios políticos. Los 42 valores mínimos de este estudio son una primera aportación, construidos desde una perspectiva, mi subjetividad entrenada, y se le puede asignar una considerable credibilidad, pero eso sí, sin una significación estadística testada. Es una foto fija sujeta a cambios, pero los valores nunca cambian bruscamente.

P: ¿En qué se basa para afirmar que nuestros valores políticos están en conflicto?

R: Una vez obtuve el listado de los 42 valores, identifiqué en qué medida unos valores se enfrentaban a otros, convirtiéndose en sus contravalores, sin reparar en su ideología. Se trataba de ver la colisión y el antagonismo entre estos valores. El resultado fue significativo, el 40% de los valores políticos al uso estaban enfrentados entre sí. Diecisiete de los 42 valores del listado no eran fácilmente asimilables o armonizables con veinticinco restantes, y deberían desaparecer unos para sobrevivir otros. Esta sangría de valores encontrados dentro del escenario político de una misma sociedad no augura finales felices. Ojalá este equivocado en estas apreciaciones.

P: ¿Cuáles serían, según su estudio, los valores más conflictivos?

R: El conflicto suele encontrarse entre los bloques doctrinales analizados. Los valores políticos de los comunistas se enfrentan a los valores liberales, conservadores y constitucionales. Algo similar ocurre con los valores socialistas, pero de menor intensidad. Ahora bien, los valores políticos cuya confrontación e incompatibilidad con nuestro orden constitucional es más radical son los del nacionalismo periférico, no solo en términos cuantitativos, sino en términos cualitativos. Estos valores confrontan con los valores constitucionales, liberales, conservadores e incluso aunque en menor medida, con los socialistas. Los nacionalismos periféricos abren una brecha con sus valores de difícil solución, ya que su nacionalismo, secesionismo, e intransigencia lingüística, solo tiene solución con la ruptura del Estado español.

“Los comunistas y los nacionalistas periféricos son quienes aportan más similitud y coincidencias con los valores fascistas”.

 

P: Afirma que no hay valores fascistas en España. ¿En qué se basa para realizar esta afirmación?

R: Lo vimos en una de las anteriores preguntas, pero es importante repetirlo. A pesar de que nacionalismos e izquierdas se empeñen en calificar a buena parte de sus antagonistas de fascistas, en España no existe ningún partido con representación parlamentaria cuyos valores respondan a este hecho ideológico. Ahora bien, a tenor de los 11 valores fascistas identificados, paradójicamente son los comunistas y los nacionalistas periféricos quienes aportan más similitud y coincidencias con los valores fascistas.

Como dato sólido tenemos que asumir que, si no tenemos fascistas en nuestro parlamento, es coherente que tampoco los haya en nuestra sociedad. Hay una evidencia demoscópica: aquél es reflejo de ésta. De ahí que, aunque las mencionadas formaciones y sus terminales mediáticos se obcequen en calificar de fascistas a aquellos antagonistas que les importunan, no es nada más que una respuesta propagandística, sin rigor y electoralista. Por extensión, algo similar ocurre con el franquismo, hecho histórico, pero en este caso su huella, aunque sea más visible, carece del pálpito necesario para ser un partido político al uso. Consecuentemente, calificar en España a cualquier partido parlamentario de fascista es una majadería, hacerlo de franquista, puede ser un rasgo remoto residual. Lo curioso es que, la doctrina política inspiradora del totalitarismo más despiadado, el comunismo, reside hoy entre nosotros y exhibe sus valores, ahora enmascarados y dulcificados, mientras se permite gratuitamente calificar a sus antagonistas de “facherío” en un tono despectivo.   

P: Tiene varias publicaciones sobre adoctrinamiento político, pero al parecer le atrae también la cuestión de los valores, ¿ve alguna relación entre ambas temáticas?

R: Obviamente, los valores son la materia prima del adoctrinamiento político, sin estos contenidos doctrinales el adoctrinamiento se paralizaría o se dirigiría hacia otros fines. El adoctrinamiento en si no es negativo, cuando es aceptado, pedido o tolerado; el adoctrinamiento se convierte en problema, cuando es impuesto, deslizado indirectamente o introducido como engaño, envuelto en la etiqueta falsa de ser información. El adoctrinamiento desde una fuerza política concreta es un proceso de influencia social que refuerza sus propios valores políticos a través de los agentes adoctrinadores afines a su ideología, no importa el color doctrinal.

P: Puesto que afirma que nuestros valores están en conflicto, ¿le parece preocupante la situación?

R: Sí, absolutamente, pero no soy catastrofista. Me parece preocupante, aunque lo cierto es que este conflicto de valores intuyo que no es nuevo y llevamos tiempo sufriéndolo. Nos ha perseguido a los españoles como una sombra amarga a lo largo de nuestra Historia, pero se ha acentuado en las últimas décadas. La clave está en saber cuánto resistiremos con estas contradicciones.

P: ¿Atisba solución para este conflicto entre valores políticos?

R: Francamente, no. Creo que podemos continuar más tiempo así, aunque me preocupa que este equilibrio inestable se rompa y nuestra sociedad se colapse. La única forma de sobrevivir juntos es en un régimen democrático, con un Estado de derecho sólido y una robusta y contundente separación de poderes.

P: He estado ojeando el libro y leído algunos párrafos y me parece interesante, pero quizás un poco denso. ¿qué opina al respecto?

R: Efectivamente no es un libro fácil de leer, pero es el coste que acompaña a los ensayos que pretenden tener un cierto rigor. Este en realidad no solo es un libro para leer, es también y sobre todo, para estudiar. Además, aborda otras temáticas que no hemos tocado en esta entrevista.

P: Quién considera que debería leer este libro. ¿Los políticos? ¿Los periodistas? ¿los ciudadanos?

R: Cualquier persona, por supuesto, pero especialmente deberían leerle los políticos. A muy pocos les iba a satisfacer su contenido, pero es lógico, ellos ven los valores políticos desde otra perspectiva instrumental muy distinta. Me encantaría en particular que lo leyesen los progresistas, aunque fuese para discrepar; quizás con un poco de suerte les creaba una cierta disonancia cognitiva que les ayudase aminorar su autocomplacencia y repensarse sus dogmas intocables.

P: Finalmente, ¿está trabajando ahora en algún proyecto?

R: Pues sí. En estos momentos tengo en fase muy avanzada un trabajo sobre el marxismo y religión. A estas alturas, 175 años después de que Marx publicara el Manifiesto comunista, el marxismo se aproxima más a una religión que a una ideología política al uso.