La salida de tono del presidente norteamericano Biden el pasado sábado en Polonia cuando refiriéndose a Putin exclamó: "¡Por Dios santo, este hombre no puede permanecer en el poder!" (For God´s sake, this man cannot remains in power!) ha puesto muy nerviosos tanto al propio circulo de Biden, como al propio presidente Putin y sus colaboradores, que deben estar examinando con lupa esas palabras por si conllevaran un giro importante de la política exterior norteamericana con respecto a Rusia, y si realmente están sopesando apoyar un cambio de régimen en el Kremlin.
Desde luego el presidente americano, dejándose llevar por la precaria situación de los refugiados ucranianos que estaba visitando en Polonia, sintetizaba en 9 palabras lo que cientos de millones de personas de todo el planeta piensan cada día: eliminando a Putin de la ecuación eliminamos el problema. Pero claro, la mayoría de los ciudadanos de a pie no tiene los medios para alcanzar ese objetivo, pero si el que lo dice es el Comandante en Jefe del ejército más potente del mundo (apoyado de la mejor inteligencia del planeta) y además es tu mayor enemigo geopolítico, la cosa cambia. Lo que se podría tildar como el uso de la libertad de expresión se podría convertir en este caso en una amenaza militar y política muy seria.
Si a este tipo de “incidentes” le sumamos la situación de estancamiento militar en la que se encuentra actualmente la ofensiva rusa en Ucrania (incluso con algunas reconquistas por parte de los ucranianos), el masivo embargo económico al Kremlin, el aumento de apoyos militares, económicos y sociales a Ucrania por parte de Occidente, y sobre todo, la necesidad que tiene Putin de obtener alguna “victoria” sobre la OTAN y Unión Europea de cara a sus compatriotas rusos, nos podemos encontrar que, ya sea por error de cálculo o de motu propio, la posibilidad de un enfrentamiento militar con la Alianza Atlántica esté más cerca que nunca.
En un conflicto como el que estamos viviendo, y sobre todo con un protagonista como Rusia, especialista en guerra híbrida y por lo tanto en desinformación, hemos podido comprobar que cualquier cosa es posible (misiles hipersónicos y crisis de refugiados inclusive) y sobre todo hemos aprendido que no conocemos los verdaderos objetivos de Putin, ni hasta dónde sería capaz de llegar para conseguirlos.
Aquí se nos pueden presentar dos posibles “líneas de contacto” entre OTAN y Rusia que podrían suponer una escalada militar del conflicto entre las dos partes.
La primera opción se referiría a que OTAN, ya sea por un error de cálculo o en represalia a alguna acción de Rusia, utilizara las armas contra esta última. La segunda opción por parte de Rusia sería de principios parecidos: el Kremlin ataca a la OTAN debido a un error, debido simplemente a que es una estrategia de Putin en este conflicto, o a que Moscú considera “excesivo” el apoyo militar de Occidente a Ucrania e impulsa una escalada de la situación militar en la región.
Veamos algunas posibilidades de las dos opciones mencionadas:
Ataque de Rusia a alguna base/convoy de la OTAN
En un momento dado Rusia podría interpretar que la OTAN está ayudando en “exceso” a Ucrania. Por ejemplo, con entrenamientos específicos a pilotos de aviones de combate o drones de ataque (esta es una opción que esta sobre la mesa, incluso también la de facilitar aviones de combate de origen ruso a Ucrania).
Aquí también podríamos incluir la ayuda de Occidente a una posible insurgencia ucraniana si finalmente el gobierno de Kiev fuera destituido y se instalara uno acorde a los designios de Moscú.
Si Rusia en algún momento cree que este tipo de ventaja facilitada por los aliados puede cambiar el curso actual de la guerra (donde Rusia posee mayor potencial militar y por tanto debería conseguir sus objetivos) y que la balanza empezara a caer del lado ucraniano, podría plantearse el ataque a alguna base/convoy especifico de la Alianza, intentando minimizar la escalada militar y que esta agresión solo fuera un aviso a los ejércitos Occidentales de los límites de apoyo a Ucrania. Esta no es una posibilidad demasiado remota, ya que el Kremlin ya ha declarado que estas ayudas a los militares ucranianos son “actos de guerra”.
La respuesta de la Alianza Atlántica dependería de la gravedad de la agresión, aunque es fácil pensar que con la tensión actual se produzca una rápida escalada militar entre los contendientes.
Uso de armas químicas o biológicas por parte de Rusia
Los ataques de “falsa bandera” son una de las especialidades rusas, y aquí se podría producir un ejemplo muy claro con las armas biológicas y químicas donde Putin simularía un ataque ucraniano en alguna de las regiones prorrusas de Ucrania, utilizándolo como excusa para llevar a cabo entonces un contraataque, ya sea con armas químicas o biológicas o incluso con armas nucleares.
La posible utilización de armas químicas o biológicas por parte del Kremlin contra Ucrania ya ha sido denunciada por los servicios de inteligencia anglosajones y podría formar parte de una estrategia “desesperada”, en la que también se podrían utilizar armas nucleares tácticas, en la que Putin necesitara un golpe definitivo para conseguir alguno de sus objetivos principales.
En cualquiera de estos casos, precipitaría una participación directa, en mayor o menor medida, de la OTAN en el conflicto.
Uso de armas nucleares tácticas rusas en Ucrania
Al igual que en el caso anterior con las armas químicas o biológicas, las armas nucleares tácticas suponen una escalada militar directa que implicaría militarmente a Occidente de manera fulminante.
Aunque la Alianza intentara limitar su respuesta se ciñera solo a destruir los almacenes de armas químicas y armas nucleares rusos después de un supuesto ataque en Ucrania, la escalada militar entre OTAN y Rusia sería prácticamente inevitable en este contexto.
Imposición OTAN de una “No Fly Zone” en Ucrania
Como ya comentamos en otro análisis, la opción de imponer militarmente una zona donde determinados vuelos militares rusos no puedan transitar es muy arriesgada. Y es muy arriesgada porque implica, por un lado, derribar aviones rusos, y por otro lado, destruir el material y personal de cualquier tipo de defensa antiaérea o radar en tierra. Esta medida es la más demandada por el gobierno de Zelensky y la comunidad internacional, con el objetivo de facilitar corredores seguros para que los refugiados puedan escapar de las ciudades asediadas por los rusos, como es el actual caso de Mariupol donde se cree que hay 100.000 personas que quieren salir de la ciudad sitiada y no pueden hacerlo por la falta de seguridad.
Es poco probable por lo tanto que se use esta herramienta porque conlleva a un contacto militar directo entre las dos partes y la consiguiente escalada militar.
Rusia ataca directamente a un país OTAN
Una de las exigencias de Putin a la Alianza Atlántica ha sido la de que las tropas OTAN abandonen los Estados que en su momento pertenecieron al antiguo Pacto de Varsovia y que se encuentran geográficamente limítrofes con Rusia (Rep. Bálticas, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Rumania y Bulgaria). Esto podría dar una pista sobre el objetivo del mandatario ruso para recuperar, al menos en cuanto a zona de influencia, parte de la antigua Unión Soviética de Repúblicas Socialistas.
El Corredor de Suwalki y las tres Rep. Bálticas (Letonia, Lituania y Estonia) podrían ser los objetivos más realistas, militarmente hablando, si Putin decidiera atacar un país de la Alianza Atlántica.
Las represalias de la OTAN a un ataque a un país miembro podrían variar dependiendo de la gravedad y las consecuencias de la acción militar rusa, y teniendo en cuenta si esta ofensiva ha sido fruto de una estrategia mayor de recuperación de territorios de la antigua URSS o si se ha producido como represalia puntual por alguna acción anterior de la Organización Atlántica.
De una manera u otra, esta agresión dispararía el Artículo 5 de la OTAN por la cual los 30 países de la organización responderían a la agresión como uno solo. Por razón del Artículo 5 que pone en marcha la seguridad colectiva de los aliados esta sería, a priori, la opción menos probable en este escenario (pero no imposible).
Crisis de refugiados mantenida en el tiempo y número
Con casi 4 millones de refugiados ucranianos en países vecinos europeos y alrededor de 6.5 millones de desplazados internos, la crisis humanitaria producida por la invasión rusa en Ucrania está tomando tintes verdaderamente dramáticos por el continuo flujo de refugiados y la falta de medios ante tamaño éxodo en tan poco espacio de tiempo.
El buen manejo de las herramientas híbridas de Moscú podría estar llevando a Putin a mantener en el tiempo e incrementar en el número a los refugiados que llegan a Europa, buscando sin duda la inestabilidad de los países limítrofes con Rusia, especialmente Polonia. De esta manera Occidente presionaría al gobierno de Zelensky para que aceptara o fuera más flexible en las negociaciones de paz que se están llevando a cabo entre gobiernos ruso y ucraniano.
Por otro lado, si aumentara el número de refugiados que se dirigen a Polonia podría hacer colapsar el sistema polaco, produciendo una tensión suficiente como para que Polonia tome alguna acción hostil de manera independiente a la Alianza y produzca una escalada militar con Moscú.
En conclusión, nos encontramos en un momento del conflicto muy complejo en el que tan importante es la disuasión a Rusia como lo es no cruzar una línea roja, dándole la oportunidad a Moscú de escalar el conflicto militarmente y multiplicando exponencialmente las víctimas de esta guerra.
En las últimas conversaciones de paz en Estambul, Rusia asegura que va a reducir sus operaciones militares en el norte de Ucrania, Kiev y Chernigov principalmente, y Ucrania se compromete a no entrar en la OTAN y busca garantías para este acuerdo, aunque Occidente se muestra escéptico con cualquier afirmación de paz que proponga el Kremlin y habrá que seguir vigilantes con la situación.
Mientras Putin se mantenga en el poder el final de este conflicto será todo incertidumbre en cuanto a objetivos finales y duración, por tanto hay que reconocer que Biden, aunque no debió pronunciar esas 9 palabras en Polonia, llevaba toda la razón.