La mañana del 7 de octubre asistimos con estupor al ataque cometido por el grupo terrorista Hamás contra Israel. Si los atentados terroristas del 11S supusieron un antes y un después en el orden mundial, los ataques del 7 de octubre suponen un punto de inflexión en la historia de Israel y Palestina.

El ataque del 7 de octubre de Hamás a Israel supone el ataque mas grave cometido desde la creación del Estado de Israel y la respuesta de Israel, como en otras ocasiones, no se ha hecho esperar.

Hamás lanzó desde Gaza su mayor ataque por tierra, aire y mar contra Israel que declaró el estado de guerra tras este ataque en el que secuestró y mató a numerosos militares y civiles israelíes.

La cuestión ahora es analizar no solo si la respuesta de Israel ante este ataque será proporcional como exige el Derecho Internacional y en base a la legitima defensa sino si también este conflicto se multilaterizará con la participación de otros Estados dado que, según parece, el ataque de Hamás estuvo apoyado por Irán que tienen intereses estratégicos en Oriente Medio.

Por lo pronto Estados Unidos ha trasladado su portaviones Gerald Ford y varios cazas a Israel para mostrar su apoyo y porque entre los secuestrados por Israel se encuentran varios ciudadanos norteamericanos.

Ante la entrada de EE.UU. en este conflicto entre Israel y Palestina podrían acudir también Siria e Irán junto a Hezbollah, lo que podría crear una desestabilización total en la zona dada la presencia de todas las bases norteamericanas en Oriente Medio que podrían ser bombardeadas.

En tal caso, y llegado el momento, Israel atacaría Damasco y al presidente sirio Assad si Hezbollah, y EE.UU. apoyaría a Israel en este conflicto.

Según algunos analistas, fueron oficiales militares iraníes los que planearon el ataque sorpresa de Hamás el sábado contra Israel y quienes dieron luz verde para el asalto en una reunión en Beirut que se celebró el lunes pasado entre altos cargos de Hamás y de Hezbollah, según fuentes de WSJ.

Después de los múltiples bombardeos de Israel a Palestina, el líder de Hamás ha solicitado una mediación. Por su parte, Jordania ha anunciado la apertura de sus bases a aviones estadounidenses para ayudar a Israel de forma que Jordania sería el primer pais árabe que podría entrar en guerra junto a EE.UU. contra Palestina. Por el contrario, la resistencia iraquí amenaza con atacar las bases norteamericanas en Irak si intervienen para proteger a Israel. Irán, por su parte, podría contar con el apoyo de China y de Rusia frente a EEUU e Israel, al que se añadiría el Líbano con Hezbollah.

El origen de esta intervención de Irán apoyando a Hamás vendría ocasionada por dos factores principales: el inicio de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí que por ahora han quedado paralizadas, e involucrar a Israel en una guerra total que desvíe la atención de la brutalidad del Régimen iraní y de su programa nuclear. Por su parte, a Rusia también le beneficia este conflicto para desviar la atención de Ucrania.

El ataque de Hamás contra Israel no solo es contra este pais sino contra las potencias de Occidente que apoyan a Israel y que traerá otra serie de consecuencias como el debilitamiento de la economía que ya está mermada por la invasion de Rusia en Ucrania, la subida del petróleo, entre otras consecuencias.

Israel cuenta con otro frente abierto, que es su frontera con el Líbano con la participación de Hezbollah y donde España tiene en su territorio miembros de las fuerzas armadas.

Es solo el comienzo de una guerra larga y dura y en la que confiamos no se extienda a otros países y no sea causa de radicalización de grupos musulmanes o de extrema derecha que usen este conflicto entre Israel y Palestina como bandera para crear otra serie de enfrentamientos en otros países o que en última instancia se transformen en atentados terroristas a lo largo del mundo.

Se ha movido el avispero de Oriente Medio y en primera instancia los principales perjudicados serán el pueblo palestino y el israelí, pero el resto de la comunidad internacional también saldrá perjudicada de un conflicto del que solo se beneficiarán los de siempre.