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Opinión

"La Vaca Social", el nuevo concepto de Ser Humano

En un mundo donde la individualidad, el concepto de Nación del XIX, y otros valores que antes conformaban nuestra identidad, están en decadencia, las corporaciones, las alianzas transnacionales, los grupos de interés, los lobbies, en definitiva, van generando sus propias reglas y sus propios principios para articular esa nueva forma de vivir y habitar el mundo y por ende, al ser que lo habita, supuestamente desde la cúspide: El hombre.

Debemos desterrar la idea de que estos grupos de interés (me gusta más este término puesto que abarca muchas más cosas que un mero lobby) son algo carente de reglas y carente de objetivos estratégicos, actividades tácticas y operativas muy definidas en tiempo, plazo, forma y rendimiento o coste económico. Estos grupos no son como el Leviatán de Hobbes, algo “sin forma definida más que por los efectos de sus actos”, algo que aparece de forma casi milagrosa cuando ciertos comportamientos se expresan o se manifiestan de forma reiterada y de manera consciente o voluntaria. El Leviatán somos todos. No hay unas manos oscuras sentadas en sillón de cuero con pantallas "omnímodas" y a los que le susurran datos al modo de las peores películas de Serie B.

Nada más lejos. Estos grupos ya son corporaciones que luchan por tener los resortes de la economía, dirigir prospectivamente las inercias sociales o políticas, y que por supuesto obedecen a sus propias Reglas Lógicas y Códigos Morales o Éticos. Eliminemos unos cuantos mitos sobre los conceptos y eliminemos anfibologías lingüísticas. Una regla lógica es aquella que sentados unos presupuestos articula sus desarrollos conforme a las reglas implicadas y solo se les debe pedir coherencia y veracidad dentro de esos márgenes (recomiendo fervientemente cualquier libro de lógica de Bachillerato para entender este punto y si se desea algo ya con nivel, pues "Lógica Simbólica" M. Garrido, Editorial Tecnos 1983, ISBN 10: 8430906754ISBN 13: 9788430906758); un código moral es aquel que sigue normas y preceptos consuetudinarios y un ethos es lo propio e identificativo de algo. Por tanto, por muy perverso o malo que algo nos resulte, se debe a una lógica moral y se apoya en un cierto principio ético.

El Leviatán somos todos. No hay unas manos oscuras sentadas en sillón de cuero con pantallas "omnímodas" y a los que le susurran datos al modo de las peores películas de Serie B.

Hoy esos grupos de interés se apoyan en algo muy valioso: las estructuras corporativas supranacionales. El gran poder en la sombra. Pero no es que pretendan eliminarnos o esclavizarnos al modo antiguo, si no que quieren "conocernos mejor" para satisfacer nuestras demandas (que previamente hemos absorbido por publicidad, marketing, sistema educativo, social y político). Pero tener una Superestructura de esas características cuesta mucho tiempo y dinero, y para obtener la información que atesoran se requiere estar dentro y haber invertido ingentes cantidades de dinero y procesos de influencia (no siempre muy pulcros, como periódicamente vemos en la prensa reflejado). Afortunadamente la razón humana creó algunas de estas grandes corporaciones para conseguir el viejo sueño de una humanidad en paz y armonía, y para ser garante de una cierta independencia respecto a intereses particulares de otra índole. Esas estructuras son, por ejemplo, la FAO, la UNICEF, la UNESCO… La ONU.. y es de esta de la que toca hablar.

¿Para qué voy a crear de cero una infraestructura tan compleja y costosa si puedo acceder a ella “robándole” la información y parasitando sus sistemas? En un mundo 3.0, o en el punto cero que queramos, la información es el poder para controlar todos los demás resortes sociales. En el mundo Ciber nada se escapa a la compraventa de esa información que los grupos de interés desean y no tienen tiempo para lograr tan ansiada esencia identitaria: nuestros datos, pero también la de los países, organizaciones, la información depurada por expertos, las tendencias de todo tipo que marcan o se espera surjan como respuesta a los diversos problemas del mundo presente y venidero…

Por enésima vez, el jueves 9 de septiembre de 2021, la ONU declaró públicamente que en abril de este año fueron conscientes de haber sido “atacados y parasitados” sus infraestructuras, sus sistemas informáticos y de comunicaciones, y aún no saber qué fue robado, copiado o sencillamente “manipulado”. Lo reconoció cuando la agencia Bloomberg publicó la información. Dijo agradecer “el aviso”, y que estaban arreglándolo.

Nada escapa al mundo digital, nada está fuera de ser hackeado o robado digitalmente. Inclusive cuando algo parece gratis o muy sencillo de hacer o "clicar" significa que la mercancía y el coste somos nosotros y nuestros datos. Hace mucho tiempo un gurú de los recursos humanos escribió algo muy importante analizando el paradigma del nuevo trabajador: "se debe tratar al empleado bien, no por que se le quiera, sino porque ha costado mucho formarle, enseñarle, y debe durar lo más posible… como los ganaderos miman sus vacas, no porque las quieran sino para que les duren más y den mejor leche”.

Todo tiene un precio, todo tiene un coste, todo ya es digital. La oferta y la demanda se basa en nosotros mismos. Por tanto, “¡¡Hagan sus apuestas Señores. No va más!!” Somos las Vacas del Mundo Digital.

Fernando Cocho es experto en Inteligencia y Ciberseguridad e imparte la asignatura de “Amenazas del Siglo XXI” en el Máster en Humanidades de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).