• Home /

  • /

  • Malí, ¿volvemos a la inseguridad de 2012? ¿O aún peor?

Opinión

Malí, ¿volvemos a la inseguridad de 2012? ¿O aún peor?

Experta en Terrorismo Internacional y en la lucha contra Daesh.

El viernes 16 de junio, el ministro de Asuntos Exteriores de Malí, Abdoulaye Diop, dijo al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que la MINUSMA con 13.000 efectivos en el pais debería partir sin demora. La MINUSMA ha tratado de estabilizar Malí durante una década, pero a la vez ha sido la operación de mantenimiento de Naciones Unidas con mayor número de bajas unido a las relaciones cada vez peores entre la junta del país y la ONU.

Uno de los alegatos de la Junta de Malí es que la MINUSMA no es una misión antiterrorista y que los cascos azules son incapaces de hacer frente al terrorismo y que ademas como fuerza de mantenimiento de la paz se ha convertido en parte del problema alimentando las tensiones intercomunitarias

Curiosamente esta petición de salida se produce solo unas semanas después de que la ONU publicara el informe sobre la masacre de Moura de marzo de 2022, que concluyó que las fuerzas armadas Malíenses mataron a más de 500 personas en colaboración con el Grupo Wagner.

Y coincide también con la fecha de expiración del mandato, que es el 30 de junio de este año, por lo que será necesario otra Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para poder ampliar la Misión. En el caso de que se ampliara otro periodo más se complicaría más las relaciones con la Junta Militar y sería casi imposible de asumir dicha misión sin la aceptación de la Junta Malíense, o podría no renovar el mandato, lo que supondría una victoria para la Junta y para Rusia, teniendo en cuenta el derecho a veto que tiene Rusia en el Consejo de Seguridad y que sentaría un precedente peligroso.

Evidentemente la salida de la MINUSMA crea una situación de inseguridad mayor donde la principal víctima va a ser la población civil y donde los grupos terroristas van a ganar más territorio y van a tener más capacidad para actuar.

Pero mientras la población civil apoya la salida de la MINUSMA, como en su día lo hizo con la Operación Barkhane francesa, la realidad es que Malí quedaría tan solo con 1000 soldados de Wagner para hacer frente a los yihadistas.

Y aun a pesar de ello la realidad última es que Malí quiere tomar el control total de su territorio aun a pesar de quedarse tan solo con Wagner para hacer frente a todas las amenazas que tiene en la actualidad.

Por otra parte, la población civil también quedará desprotegida dado que nadie ya podrá informar sobre las violaciones de los derechos humanos que se comentan en el país, y a su vez supondrá una quiebra para el sistema de Naciones Unidas y para el nuevo orden mundial que surgió después de la Segunda Guerra Mundial.

En el ámbito de seguridad, Malí ya no quiere tener un Observador que pueda denunciar las detenciones, torturas y muertes cometidas contra los civiles por Wagner o por la FAMA, como ocurrió en Moura.

Por otro lado, para los grupos yihadistas queda un camino libre al no tener ya dos enemigos contra los que luchaban: Francia y la MINUSMA, por lo que ahora golpearán directamente al ejército maliense y a la población civil porque muchas de las principales ciudades estaban aseguradas al contar con bases de la MINUSMA y ahora quedaran totalmente desprotegidas.

Todo ello provocará nuevos desplazamientos de la población unidos a los que ya se habían producido antes, y muy posiblemente los yihadistas se harán con las ciudades donde tenían sus bases la MINUSMA si esta finalmente se marcha.

Hay que recordar que en junio de 2022 Francia, a través de su Fuerza Barkhane, entregó al ejército maliense la base de Menaka y en menos de un año ha sido tomada por los terroristas, que la han aislado del resto de Malí y aunque cuenta con la presencia de la MINUSMA y la FAMA, tienen unas capacidades limitadas frente a las capacidades de los terroristas y que quedarán más mermadas con la salida de la MINUSMA.

La estrategia de la Junta de Malí parece indicar que pasa por recuperar todo el territorio y dejar fuera a todos los actores internacionales a excepción de Wagner.

Sin embargo, sin una estrategia clara en la lucha contra el terrorismo en el Sahel que actúe en todos sus frentes (militar, ideológico y social) es imposible vencer al yihadismo que seguirá extendiéndose por todo el Sahel sin oposición.

No se trata solo de la ayuda externa que en este caso quedaría limitada solo a Wagner, se trata también de usar todos los elementos de que dispone el Estado para vencer el terrorismo y hacer uso de todas sus capacidades involucrando a la población civil para frenar esta grave amenaza.

En última instancia son los países del Sahel los que tienen que luchar contra el terrorismo yihadista y son ellos los que tienen que capacitar a su policía, a sus jueces y a sus fuerzas armadas para que esta lucha sea eficaz desde todos los ámbitos.

Si Malí y el resto de los países del Sahel no hacen esto los terroristas seguirán ganando territorio, como lo hacen ahora desde el Sahel a los países del Golfo de Guinea, y será cuestión de tiempo, aprovechando la salida de las fuerzas internacionales, que en el Sahel se proclame el nuevo califato, y no es que podamos volver a la situación de 2012 sino que ahora la situación será mucho peor que en 2012.