Este viernes 17 de febrero se ha celebrado, y posiblemente pase desapercibido, un acto que para Alcalá de Henares (Madrid) y la Industria de Defensa española tiene más importancia de lo que parece: el acto de puesta de la primera piedra del futuro Centro Tecnológico de la empresa Escribano Mechanical & Engineering.
Si se tratase de una película norteamericana o francesa, los protagonistas se apellidarían Loughead/Lockheed, Northrop o Grumman, etc., y serviría para ensalzar la figura del típico emprendedor que, fundamentado en dos características del país (todo por hacer y gran mercado), ha dado lugar a las empresas míticas de la Defensa mundial.
En este caso se llama Ángel Escribano, es de Madrid y con el ojo puesto en las tecnologías de doble uso (civil y militar) ha liderado junto a su hermano una empresa puntera de Defensa de doble españolidad, en capital y desarrollos tecnológicos.
Con el trabajo y experiencia de este tipo de empresas, y con la guerra de Ucrania de fondo, una pregunta que posiblemente nos podamos formular es si tiene la Industria de Defensa española la capacidad productiva para autodefendernos. Y aunque la respuesta dependería de quién fuese el agresor no parece que esto sea así, ya que hay múltiples medios de defensa que no producimos. Sin embargo, si ampliamos la pregunta a otra que nos incluya en dentro de nuestro entorno (¿tiene la Industria de Defensa Europea la capacidad de autodefensa?) la respuesta cambiaría.
A nivel industrial, los dos elementos clave de la Industria de Defensa son el I+D+i (investigación para ser diferenciales) y un volumen de demanda suficiente para mantener esa Industria de manera eficiente.
En un contexto en el que la inversión en Defensa desde el punto de vista social no es tan popular como cuando se hace en Sanidad o en Educación (cada español contribuye con 20€/mes a la defensa, británicos y holandeses con 65€, alemanes con 57€ o franceses con 62€) y tampoco es un producto dirigido al gran consumo, en 2016 se puso en marcha el Plan de Acción Europeo para la Defensa (EDAP en sus siglas en inglés) destinado a incentivar las colaboraciones transnacionales en Industria de Defensa. Dos años más tarde, en 2018, se hizo lo propio con el Programa Europeo de Desarrollo Industrial de la Defensa con el fin de apoyar la competitividad y la capacidad de innovación de la industria de defensa de la Unión.
Desde entonces, en Europa hay dos conceptos de rápida implantación en este desarrollo. El primero de ellos son los hubs productivos, que no dejan de ser la concentración en cercanía geográfica de los distintos componentes que forman parte de la cadena de un producto, aunque esto lo realicen diferentes empresas (algo muy parecido a los grandes polos industriales cerca de los fabricantes automóviles).
Así, en España nuestra apuesta fue por el hub de Defensa de Asturias, que supone un 15% del PIB de Asturias, y que está formado por 34 empresas que dan empleo a 2.500 personas y frenan su desindustrialización, o el cada vez más potente hub andaluz (aeronáutico, naval, etc.) con tal apuesta que incluso la Junta de Andalucía ofrece una zona expositiva para prototipos en FEINDEF 23.
En el caso de Madrid, donde el 56% de las empresas de Defensa españolas están domiciliadas, no se puede hablar de hub, y es por ello que la primera piedra del Centro Tecnológico de Escribano -puesta por la secretaria de Estado de Defensa (SEDEF), María Amparo Valcarce- supone una oportunidad de oro para la Comunidad de Madrid y la Industria de Defensa española, además de por el hito en sí como germen de un nuevo y necesario hub.
Pero si el concepto hub, unido al de volumen demanda, es vital para el desarrollo y mantenimiento de esta industria -Escribano “ficha” y forma capital humano de los principales institutos de Formación Profesional y Universidades: IES La Paloma, Barajas, Miguel Catalán, salesianos, Buitrago etc.-, el otro concepto clave sería el desarrollo tecnológico I+D+i., que es lo que marca el efecto diferencial –demostrado en el conflicto de Ucrania- de la tecnología occidental frente al resto.
Y es precisamente ahí donde radica la importancia de la “primera piedra” de este viernes, ya que Escribano lleva invirtiendo sistemáticamente sus beneficios en I+D+i, en la modernización de sus sistemas productivos y en la mejora de instalaciones, lo que implica que este centro tecnológico, cuando esté terminado, será todo un canal de oportunidades para los alumnos de la Universidad Alcalá Henares, donde ya tienen una cátedra (el 30% de su plantilla son ingenieros).
Hace unos días, la Asamblea General de Andalucía Aerospace (Junta Andalucía) daba la bienvenida al clúster andaluz a la compañía británica BAE Systems, algo de lo que me congratulo, pero aún lo haré mucho más si logro observar un apoyo similar al capital y a los desarrollos nacionales.