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Un nuevo ciclo de planeamiento, clave para afrontar el aumento del gasto en defensa (y II)

Es preciso un nuevo sistema de presupuestación que acabe con el modelo implantado desde la década de los noventa del pasado siglo.

Coronel de Ejército de Tierra (R).

5 minutos

La realidad geopolítica que estamos viviendo impone cambios en los planteamientos de la política de defensa.

Dentro del ciclo de planeamiento del defensa iniciado en 2020, existe un documento clave para el planeamiento militar del proceso. Se trata del Concepto de Empleo de las Fuerzas Armadas (CEFAS) firmado por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) el 14 de octubre de 2021. Según la OM 60/2015, que regula el proceso del ciclo, el CEFAS deberá ser avalado por las disponibilidades financieras y de recursos humanos que, dentro del planeamiento de la defensa, se elaboran por parte de las Secretaría de Estado y Subsecretaría del Ministerio de Defensa, respectivamente.

Ello habrá debido permitir al JEMAD elevar al Gobierno tanto el Objetivo de Capacidades Militares (OCM) para el ciclo en curso (2020-2026) como el Objetivo de Fuerza a Largo Plazo (OFLP). Unos Objetivos que detallan las capacidades que las fuerzas armadas necesitan para cumplir sus misiones en respuesta a la incertidumbre que a nivel global estamos asistiendo y para la que sin duda alguna nuestra defensa nacional debe de disponer de respuestas y herramientas adecuadas.

Unas herramientas que se catalogan dentro del OCM y que se articulan en diversos factores necesarios para el empleo de las fuerzas armadas en las misiones que la defensa nacional les asigna. Estos son el material, las infraestructuras, los recursos humanos, el adiestramiento, la doctrina, la organización y la interoperabilidad que juntos les otorgan las capacidades necesarias para ello. Unas capacidades que, tal y como se detallan en el OFLP, suponen la guía que asimismo debe inspirar la I+D+i militar a corto y medio plazo para evitar, como pasa ahora, que los intereses comerciales e industriales del momento condicionen el desarrollo de capacidades militares del futuro. Así lo establece la Estrategia de Tecnología e Innovación para la Defensa (ETID 2020) del Ministerio.

Tanto el OCM como el OFLP, ambos de carácter confidencial, son en consecuencia el resultado del planeamiento de la defensa que culminan los ciclos de seis años de duración. Unos ciclos en los que los dos primeros años son de elaboración de los Objetivos y los cuatro últimos de implementación. La urgencia de iniciar un nuevo ciclo

La citada OM establece que los ciclos consecutivos se encadenen entre sídos años, de forma que coincida el tiempo los dos últimos años del primero con los dos iniciales del posterior. En el caso que nos ocupa, el actual ciclo (2020-2026) debería tener un periodo de solape en los años 2025 y 2026 con el siguiente (2024-2030). De esta forma, en 2025 nos estaríamos encontrando en el segundo año de un nuevo ciclo de planeamiento. La falta de una Directiva de Defensa Nacional (DDN) está demostrando que no se ha iniciado ningún nuevo ciclo de planeamiento a pesar de que los retos emergentes que amenazan la seguridad internacional y que están sin duda precipitando el fin del actual ciclo comenzado en 2020.

Es urgente iniciar un nuevo ciclo de planeamiento que parta de unas directrices políticas claras y actualizadas al momento geopolítico en que nos encontramos. Los nuevos OCM y OFLP para las fuerzas armadas que se deriven en el próximo ciclo deberían además de una vez por todas acabar con las carencias crónicas presupuestarias en la materia y permitir, entre otras cuestiones, reanudar el ciclo inversor que arrancó en 2018 y un nuevo sistema de financiación de los grandes programas de armamentos ahora estancados.

Un nuevo sistema de presupuestación

Un nuevo sistema de financiación, mejor dicho, de presupuestación, que acabe con el modelo implantado desde la década de los noventa del pasado siglo utilizando el “modelo alemán” de pagos aplazados mediante anticipos industriales por el que actualmente el Ministerio de Defensa tiene comprometidos unos 25.000 millones de euros a pagar antes del 2032.

Un nuevo ciclo de planeamiento para el que las herramientas prospectivas en las que se basan “la parte militar del planeamiento” ya están preparadas. El análisis del nuevo entorno geopolítico ya ha sido avanzado en septiembre de 2021 con el documento “Horizonte 2040” del Instituto Español de Estudios Estratégicos. Paralelamente, la revisión en septiembre del 2022 del “Entorno Operativo 2035” por parte del Centro Conjunto de Desarrollo de Conceptos del Estado Mayor de la Defensa (EMAD) ha supuesto dar a conocer las diez potenciales áreas de cambio que deberán conformar las fuerzas armadas del futuro. Ambos documentos deberán servir de base para la revisión y adaptación   del actual CEFAS (también denominado Estrategia Militar) elaborado en 2021 en el que se basará el nuevo planeamiento militar de la defensa mediante la Directiva de Planeamiento Militar, documento al respecto no público que elabora el JEMAD.

Un planeamiento militar del que saldrán los nuevos OCM y OFLP que respaldados por la validación de los recursos financieros y de personal que deben acompañarlos situara a nuestro país en el lugar que le corresponde situaran a nuestro país con las garantías para afrontar su defensa.

Falta la orden de ejecución política

Así lo impone la realidad geopolítica que estamos viviendo y la rápida evolución del escenario estratégico que aconsejan cuanto antes abordar la problemática. Se desconoce si se tiene previsto iniciar en breve un nuevo ciclo de planeamiento con la emisión de una nueva DDN. La incertidumbre que a nivel global nos asiste urge adecuar a las fuerzas armadas a los retos que se avecinan. Solo le falta esa “orden de ejecución política” para comenzar y las necesarias condiciones para poder realizarlo.

Una decisión rápida que si se desea no es necesario que espere al formalismo de una nueva DDN, solo haría falta la voluntad política. La OM 60/2015 establece que los ciclos no empezarán necesariamente con la emisión de una DDN que, en alguna ocasión no ha respondido a un calendario concreto como, por ejemplo, el periodo entre 2012 y 2020.  En este caso, la urgencia podría aconsejar partir de una revisión del propio CEFAS o el oportuno visto bueno político como parte de una flexibilidad necesaria en ocasiones.

Una flexibilidad que, al contrario, nos ha permitido “sobrevivir” con un planeamiento predecible en el tratamiento de los asuntos de la defensa compensando la falta de presupuestación crónica del Ministerio y su dilatación del pago de los más importantes sistemas de armas a base de comprometer una buena parte del presupuesto desde hace muchos años. Entre ellos la actual década, fundamental desde el punto de vista tecnológico en la que no solo se están produciendo desarrollos disruptivos en computación cuántica, nanotecnología, robótica, inteligencia artificial sino también en el desarrollo de nuevas armas que ello supone, como las de energía dirigida y proyectiles de largo alcance, drones de elevada precisión, municiones merodeadoras o agresivas capacidades ciber esenciales para el nuevo espectro de la “zona gris” del conflicto  que están siendo ya la base de los conflictos en curso y de las que nuestro país sin duda adolece.

Debate estimulado por la situación internacional

En definitiva, el impasse en el que nos encontramos con los documentos de carácter prospectivos “Horizonte 2040” “Entorno Operativo 2035 revisado” ya disponibles para elaborar un nuevo CEFAS, que sustituya al actual de 2021 y que dé inicio a un ciclo de planeamiento militar de la defensa nacional debería subsanarse. Solo falta una decisión política para iniciar un nuevo ciclo. Una decisión acorde con el deseo expresado de elevar paulatinamente el porcentaje del PIB hasta alcanzar el 2% en 2029 y que permita acompañar con disponibilidades financieras y de recursos humanos al planeamiento militar.

El debate está servido y suficientemente estimulado por el eco de lo que se “cuece” fuera de nuestras fronteras. La situación nos debe servir de lección de forma que ocuparse de la defensa solo en tiempos de crisis o cuando las situaciones nos vienen sobrevenidas no sea nunca una buena solución.