Una maldad que circula sobre la banda terrorista ETA es que uno de los motivos que llevaron a la dirección a dejar las armas fue que en un momento determinado había más agentes del CNI infiltrados en la cúpula que etarras patanegra.
“El agente infiltrado o encubierto es una figura extraordinaria, muy compleja, con una legislación en España muy dura, pero que sabiéndola utilizar y teniendo una formación buena y un adecuado equipo de seguridad puede dar unos resultados extraordinarias”. Son palabras de Iñaki Sanjuán, inspector jefe de la Policía en los servicios de Información, responsable de la sección operativa de terrorismo internacional (yihadismo).
Mikel Lejarza, más conocido como “Lobo”, es un ejemplo de esta estrategia contra ETA. “Pero no era un infiltrado como tal, como siempre se ha dicho, sino un colaborador, un confidente al que se capta y eso sí, que hizo un trabajo valiosísimo”, explica a Escudo Digital.
Iñaki Sanjuán ha publicado la novela Operación Protector (Rosamerón), donde se cuentan los procedimientos de la Policía para infiltrar a sus equipos en ámbitos terroristas, narcotraficantes o grupos de trata de mujeres. Sabe de lo que habla, porque él mismo ha participado en operaciones encubiertas como las que narra en el libro. La ficción narrativa o cinematográfica había tratado el asunto, como en la película Infiltrados (2006), dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo DiCaprio. Pero esta es la primera ocasión en que un protagonista real relata sus experiencias.
Agente infiltrado o encubierto
Aunque se emplean los términos infiltrado y agente encubierto con el mismo significado, en realidad son figuras distintas, como apunta Sanjuán: “El infiltrado es una persona, miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que voluntariamente se infiltra en determinados entornos, pero no está autorizado ni judicial ni fiscalmente. Por lo tanto, solo puede adquirir información a efectos de trabajo de Inteligencia. Cuando ya tiene informaciones delictivas o indicio de delitos puede pasar a trabajar como agente encubierto. Se solicita entonces a la autoridad judicial o fiscal que le autorice para actuar en entornos criminales específicos y que pueda llegar incluso a cometer delitos”.
La evolución tecnológica ha propiciado la aparición del agente encubierto virtual, aunque Sanjuán se muestra partidario de seguir utilizando el agente encubierto físico, el presencial. “Porque al final todo entorno criminal va a querer conocerte”, afirma.
La infiltración en el mundo terrorista resulta especialmente complicada. “En los entornos terroristas o ideológicos se juntan la ideología y los sentimientos -aclara el experto-. No importan tanto los negocios. Tienes que hacer mucha más vida con ellos y es mucho más complicado que por ejemplo la negociación de la droga”.
Y el mundo yihadista tiene dificultades específicas, como señala Iñaki Sanjuán: “La principal complicación es por supuesto el idioma. Como converso puedes entrar, pero no consigues generar confianza por no ser de la misma nacionalidad. Además, muchas veces no se comprende bien de lo que se está hablando en las reuniones. Pero esto se soluciona con una formación extraordinaria”.
Una formación exigente
¿Pero cuál es la formación de un agente encubierto? La novela narra unas pruebas muy exigentes y reales. “Aunque son totalmente diferentes a otro proceso de formación de otro agente encubierto. Se van variando las pruebas porque lo que se estudia es la personalidad o el perfil de ese agente encubierto y el entorno en el que va a entrar”, comenta Sanjuán.
Esta formación requiere un gran esfuerzo, como afirma el inspector: “Se precisa una resistencia física dura y una resistencia psicológica para ponerte en niveles de tensión extraordinaria. Porque un infiltrado, un agente encubierto, la mayor complejidad que tiene es la incertidumbre. Se mueve en una incertidumbre permanente, una mentira permanente. Que tú tienes mucha información, pero no sabes la actuación siguiente que va a realizar el entorno criminal en el que estás. Esa incertidumbre es lo que genera mayor tensión y lo más complicado de la formación”.
Lejos de la imagen de solitario que pintan películas o novelas, el agente encubierto tiene siempre un potente equipo detrás. De hecho, para Sanjuán, su actuación supone “un 10% del éxito de la operación. El otro 90% es la cobertura que tu equipo te ha generado... ese pasado, ese presente, ese futuro de esa persona que no eres”.
Los límites legales
La actuación de un agente encubierto tiene unos límites y lo marca la legislación. Sanjuán, licenciado en Derecho y máster en Seguridad, afirma que la Ley de Enjuiciamiento Criminal y la jurisprudencia marcan las fronteras para un agente encubierto o un infiltrado. “Pero existe un problema -indica-, y es la figura de la provocación del delito. En otros estados democráticos, el agente puede montar operaciones encubiertas y llegar a incluso a realizar actuaciones cercanas a esa provocación. En España, no. Y puede llevar a echar abajo toda la causa”.
La novela Operación Protector anima a su lectura precisamente porque está basada en hecho reales. “Este libro es muy personal porque se trata de una vivencia mía y de gente relacionada conmigo en una operación real. Lo he tenido más fácil porque lo que escribo lo he vivido, bueno, la mayor parte de ello. Mostrar esos sentimientos, esas situaciones resultan muchos más sencillo que cuando no lo vives”.
En su primera aventura en el mundo de la novela, Sanjuán expone una operación en la Costa del Sol. El protagonista, Roberto, tiene la misión de investigar el envío de armas a España con las que una célula yihadista pretende atentar en territorio nacional. El autor presenta la operación que evitó un ataque similar al producido en París el 13 de noviembre de 2015. Ágil, convincente, una novela con los mejores ingredientes del género negro.
El libro es también un homenaje a todos los miembros de los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, guardia civil, policía nacional, policía local, CNI, policías autonómicas y la seguridad privada, y a las víctimas del terrorismo, “los mayores héroes de la democracia”. Sanjuán está preparando una segunda parte, otra experiencia del protagonista de Operación Protector, y advierte que “no va a dejar indiferente a nadie, porque es un relato muy duro y con situaciones extremadamente complicadas".