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Interior

El Okupa del KGB de Villaviciosa de Odón, al hospital tras darse golpes en la cabeza con la bañera

El problema de los okupas está adquiriendo dimensiones insospechadas y tortuosas. Uno de los casos más graves lo vive un matrimonio que no puede echar de su casa a un ex espía moroso del KGB.

4 minutos

Felipe Turover en el momento de ser trasladado al Hospital

Felipe Turover es un hombre con historia e interesante. Es ruso y trabajó para la KGB. Es hijo del autor del gran diccionario ruso español, del cual se han hecho varias ediciones, una eminencia del mundo de la traducción que participó en importantes encuentros internacionales con personalidades de la talla de Juan Carlos I o Gorbachov. Su hijo, que se está haciendo famoso como el espía ruso que vivía en la habitación de al lado, también tiene historia. 

Aparece en el bestseller Putin’s People, de la periodista británica Catherine Belton, donde la escritora describe el complot de los antiguos espías de la KGB para quitarse de en medio a Yeltsin y aupar al poder a Putin.  Las relaciones del actual mandatario soviético con el hombre que supuestamente le ayudó no son muy buenas, al menos así se deduce de la entrevista que concedió a Fernando Peinado, del diario El País; le llegó a decir que o se iba o le mandaban a un sitio del que nunca se vuelve, confesó. Según contó al periodista de El País, sus palabras fueron: "Tienes dos semanas para salir del país. Si no te vas, te internamos o te liquidamos” . 

María está obligada por ley a abrirle la puerta llegue a la hora que llegue, aunque el ex espía ruso ha perdido las llaves

Pero a Turover no le entrevistaron por su historial como espía, y está muy enfadado. Lo entrevistaron porque Eladio Freijo y María lo tienen metido en una de las habitaciones de su casa desde hace un año y lleva desde septiembre sin pagar los 35 euros diarios que se comprometió a abonar por una habitación en el domicilio de esta familia en el chalé del matrimonio situado en una urbanización de Villaviciosa de Odón. 

La situación es kafkiana: "sabes que la persona que tiene viviendo en la habitación de al lado está enemistado con un líder mundial, que puede estar por decirlo de alguna forma, en busca y captura, y además no te paga. No puede ser una situación más incómoda. Y lo peor es que la ley le asiste. No puedes echarle". Cuando le preguntamos si no sospechó de la verdadera personalidad de Turover cuando le alquiló la casa contesta que "era muy simpático. Mentía muy bien, nos dijo que era hijo de un niño de la  guerra española. Ocultó su origen y su pasado. Llevaba un tren de vida altísimo, ropa de marca, coches buenos, afirmó que tenía una empresa, y un día empiezas a mirar en Google y te das cuenta de que tienes en la habitación de al lado a un hombre que puede hacerte la vida imposible, y nos la está haciendo". 

Felipe Turover, en una foto cedida por la familia Freijoo.

María actuó con inteligencia, llamó al diario El País, y la historia salió publicada el pasado día 10 de enero. Desde entonces se ha producido una sucesión de hechos concatenados que parecen extraídos de un thriller a medio camino entre una novela de John Le Carre y las peripecias de los personajes que salían en los noventa en el programa de Telemadrid Mamma Mía. Un séquito de cámara acompaña a todas partes a Felipe Turover . A media mañana el ex espía  salió a comprar alcohol, y eso que "nunca había bebido, al menos al principio", afirma María. Su novia le había dejado tras saber que era pobre, y tuvo que ir andando dos kilómetros hasta la tienda más cercana. Cansado del acoso de los periodistas y tras protagonizar un pequeño enfrentamiento con ellos, llamó a la Guardia Civil, y varios guardias lo escoltaron hasta su casa para protegerle de los informadores. Los agentes de la Benemérita le dijeron claramente a los dueños de la casa que no había nada que pudieran hacer, que en esos momentos este era su domicilio y que solo podrían echarlo en caso de que se consiguiera una sentencia de desahucio tras el juicio correspondiente. Y por supuesto, los dueños de la casa no estaban en su derecho de cambiar las llaves sin entregarle una copia al inquilino moroso.

Eladio y Maria, los propietarios de la vivienda cuya habitación se encuentra "okupada" por el ex espía de la KGB Felipe Turover.

Pero algo había cambiado...  ¿Qué puede haber peor para un espía o ex espía que ser retratado por las cámaras de televisión? Turover,  desesperado, se encerró en su habitación con las cinco botellas de Cuné que se había llevado a casa, nos cuenta su anfitriona y que definió como medicinas. Durante toda la noche y especialmente por la mañana "se oían alaridos, gritos, golpes fuertes, como si alguien estuviera destrozando la habitación".

María, preocupada porque Turover  estuviera cometiendo una locura, llamó esta vez a la Policía. Al abrir la puerta los agentes se encontraron con Turover herido y su cuarto de baño privado destrozado. Parece ser que se había dado golpes con la cabeza contra la bañera, que estaba rota, así como contra los azulejos del cuarto de baño. Presuntamente había tomado tranquilizantes, que no son una buena mezcla si se combinan con alcohol. La policía hizo llamar a una UVI móvil, y como el estado del ex espía de la KGB no era de grave peligro, vino otra ambulancia que le condujo a un hospital cercano.

María ha pasado la noche en vela, no sabía si su incómodo inquilino iba a volver. Lo ha hecho esta mañana, tras pasar, afirma, la noche en el hospital y le ha prometido que se va a ir. No es la primera vez que lo hace...Si quiere, como tantos otros okupas, con la legislación de nuestro país en la mano puede seguir viviendo de balde en el chalet de esta pareja que decidió alquilar la habitación porque no podían hacer frente con desahogo al mantenimiento de una casa que tiene muchos gastos. "La gente no se solidariza con nosotros porque vivimos en lo que se considera una buena zona, pero el infierno que estamos pasando es horrible. Tengo la suerte de que mi hija, que es periodista, me está ayudando mucho, pero ella misma se tuvo que ir de casa porque no podía soportarlo. Es irrespetuoso, mujeriego... Rezo para que esta pesadilla acabe".

El problema es que Turover no es rico, no tiene dinero, le han retirado los coches de renting lujosos que conducia, no tiene donde ir, y tal vez, rodeado de prensa que le sigue a todas partes, pese a lo complicado de su situación, esté más seguro a la vista de todo el mundo, si, como afirma, hay gente que lo quiere muerto. Ha llamado a la puerta porque ha perdido las llaves, y aunque parezca mentira, aunque la familia no esté en la obligación de darle otras, debe abrirle, llegue a la hora que llegue.