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La apuesta estratégica de África para fortalecer su posición en la escena internacional

Análisis del informe sobre el continente de Brookings Institution, que disecciona los ejes del inminente futuro, desde la gestión de sus recursos naturales, claves para su desarrollo sostenible.

Periodista

10 minutos

La esperanza de África ante su futuro, con claves como la inclusión financiera. Imagen creada por inteligencia artificial (Grok).

África se encuentra en un punto crucial en su evolución hacia un futuro más sostenible e inclusivo. La región, rica en recursos naturales, como el cobalto en la República Democrática del Congo y las reservas de gas natural en Mozambique, posee un vasto potencial para liderar la transición energética global y mostrar los efectos beneficiosos de la transformación digital. Además, está impulsando proyectos innovadores como la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA), que busca integrar las economías locales y reducir la dependencia de los mercados externos.

Sin embargo, África enfrenta retos significativos. A la creciente crisis climática, que afecta de manera especialmente virulenta a países como Somalia y Sudán, se suman los conflictos geopolíticos, como el que se vive en Etiopía, y la inestabilidad económica global, exacerbada por la inflación y las tensiones en los mercados internacionales. En este contexto, los esfuerzos por cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 y avanzar en su Agenda 2063 se tornan más urgentes que nunca.

¿Qué es la Agenda 2063 de la Unión Africana?

La Agenda 2063 es el plan estratégico de la Unión Africana (UA) para transformar África en una potencia global mediante el desarrollo sostenible, la integración regional y la autosuficiencia económica. Adoptada en 2013, conmemorando el 50º aniversario de la Organización de la Unidad Africana (OAU), la agenda establece metas a largo plazo para erradicar la pobreza, industrializar el continente, mejorar la gobernanza y fortalecer la identidad panafricana.

Su implementación se divide en planes decenales, con el primero (2013-2023) enfocado en infraestructura, educación, paz y seguridad, y el segundo (2023-2033), orientado a consolidar estos avances mediante la aceleración de la Zona de Libre Comercio Continental Africana, la industrialización, la transformación digital y el empoderamiento de la juventud y las mujeres. La iniciativa busca aprovechar los recursos africanos para lograr un desarrollo inclusivo y resiliente.

Los fundamentos del estudio Foresight Africa 2025-2030

El presente reportaje se inspira en la esencia del estudio Foresight Africa 2025-2030, que ha sido realizado por Brookings Institution, una de las principales organizaciones de investigación de políticas públicas a escala mundial. El informe cuenta con la colaboración de líderes gubernamentales, instituciones globales, organismos continentales y multilaterales, así como académicos de Brookings, policymakers de alto perfil, figuras empresariales y líderes de la sociedad civil. Estos colaboradores ofrecen perspectivas y estrategias sobre el desarrollo sostenible e inclusivo de África en el contexto de la urgencia y relevancia que tiene alcanzar los ODS para 2030.

El PIB africano crecerá a un ritmo anual del 4,2% hasta 2030

África es el hogar de 1.400 millones de personas en 2025. Hablamos del continente con el mayor potencial de crecimiento económico y demográfico. Según el texto de Brookings Institution, su PIB crecerá a un ritmo anual del 4,2% hasta 2030, lo que significa que superará el promedio global del 3,3%. Este dinamismo contrasta con desafíos persistentes en la realidad africana: un 60% de la población vive en pobreza, y el desempleo juvenil supera el 25%.

A pesar de estos obstáculos, África avanza en su transformación económica, con una creciente digitalización y un cambio del modelo basado en materias primas hacia un enfoque en servicios. Por ejemplo, en países como Kenia y Nigeria, las fintech han revolucionado la inclusión financiera, dando acceso a la población a servicios financieros formales, como cuentas bancarias, créditos y seguros, especialmente a través de innovaciones como la banca móvil. En ambos países, herramientas como M-Pesa (en Kenia) y fintechs locales (en Nigeria) han transformado las economías al facilitar transacciones, ahorro y emprendimiento, incluso en comunidades rurales o marginadas.

Cinco años para cumplir la promesa de los ODS

Con menos del 6% de los ODS en buen camino, África afronta una carrera contrarreloj para posibilitar su cumplimiento. El hambre y la pobreza siguen siendo desafíos estructurales, intensificados por las pandemias y el cambio climático. En ese contexto, países como Ruanda han implementado estrategias innovadoras, como el uso de drones para distribuir suministros médicos en áreas rurales, lo que demuestra que el progreso es posible y que las nuevas tecnologías favorecen esa dirección. Sin embargo, las diferencias regionales son notorias: mientras que Marruecos ha reducido la pobreza al 7%, naciones como Sudán del Sur afrontan tasas superiores al 80%. Para cumplir con los ODS, se necesita redoblar esfuerzos en educación, acceso a la salud y creación de empleos formales.

En 2025 la crisis alimentaria en el Cuerno de África sigue dejando a millones de personas al borde de la hambruna. Por ejemplo, en el momento actual Somalia afronta una sequía que afecta a más del 50% de su población. Sin embargo, iniciativas como la Gran Muralla Verde, Great Green Wall, un proyecto panafricano que busca combatir la desertificación en el Sahel, están mostrando resultados alentadores, al generar conciencia ambiental y recuperar más de 20 millones de hectáreas de tierra degradada.

En esa línea, este proyecto ha creado alrededor de 350.000 empleos verdes, impulsando economías locales y mejorando los medios de vida en la región. Además, en Ghana, el programa de seguros agrícolas basado en tecnología satelital ha permitido a los pequeños agricultores acceder a compensaciones rápidas tras desastres naturales, protegiendo sus medios de subsistencia. Y es que, aunque los desafíos son colosales, existen esfuerzos significativos que ofrecen un atisbo de esperanza para el cumplimiento de los ODS.

Juventud y género: la apuesta estratégica para el desarrollo

África tiene la población más joven del mundo, con una media de edad de 19,7 años. Esta “ventana de oportunidad demográfica” puede ser un motor de desarrollo si se invierte adecuadamente en educación y capacitación. “En un mundo en el que las tasas de fertilidad decrecen (incluso en China) y Occidente se enfrenta a la escasez de jóvenes, el continente africano ofrece aquí una oportunidad, aunque a menudo se ha presentado como un problema”, apunta Aurora Moreno Alcojor, periodista y especialista en la realidad africana.

Otro factor de desarrollo formidable para África se centra en el potencial que ofrece la capacidad y resiliencia de su universo femenino. Sin embargo, las mujeres enfrentan barreras estructurales que limitan su participación en la economía formal y en puestos de liderazgo. En ese sentido, países como Sudáfrica han dado pasos importantes para modificar esa discriminación estructural, al implementar cuotas de género en el sector público, pero el cambio sigue siendo lento. Entretanto, iniciativas como SheTrades en Nigeria apoyan a mujeres emprendedoras, generando empleo y contribuyendo al PIB local. Y es que empoderar a las mujeres y a los jóvenes es una cuestión de justicia social, y una estrategia económica clave para aumentar la productividad y la innovación en el continente

El reto de la implementar la gobernanza 

La gobernanza efectiva es la piedra angular para alcanzar los objetivos continentales. Según el Índice de Fragilidad Estatal de 2024, 14 de los 20 países más frágiles del mundo están en África, lo que dificulta la implementación de políticas públicas. A pesar de estos desafíos, hay ejemplos alentadores: Ghana ha mejorado la transparencia fiscal mediante el uso de plataformas digitales, lo que ha incrementado los ingresos tributarios en un 15 % en los últimos cinco años.

Simultáneamente, países como Chad hacen frente a altos niveles de corrupción, lo que limita el impacto de la ayuda internacional. ¿Cómo se pueden construir dinámicas de gobernanza más favorables? Hay una hoja de ruta clara: fortalecer el Estado de derecho, aumentar la participación ciudadana y garantizar la transparencia. A través de esas prioridades, se podrán convertir las aspiraciones políticas en resultados tangibles.

Revolución digital para 230 millones de empleos

La digitalización está transformando África a un ritmo sin precedentes. Por ejemplo, en innovación móvil destaca el caso ya mencionado de M-Pesa en Kenia, que posibilita realizar transferencias bancarias y pagos electrónicos incluso en áreas rurales sin acceso a la banca tradicional. La adopción de estas tecnologías ha reducido la brecha financiera y fomentado el comercio. Sin embargo, el acceso desigual a internet, sobre todo en zonas rurales, sigue siendo un desafío. Países como Ruanda y Sudáfrica están invirtiendo en infraestructura digital, mientras que startups en Nigeria están desarrollando aplicaciones para educación y salud. El asunto es de calado. Si se cierran las brechas tecnológicas, África podría crear más de 230 millones de empleos digitales para 2030.

Cómo los minerales estratégicos podrían crear recursos 

África posee el 70 % del cobalto y el 6% del manganeso de las reservas mundiales de estos minerales, esenciales para baterías y energías renovables. Sin embargo, históricamente, el continente ha exportado materias primas sin procesar, perdiendo así oportunidades de añadir valor localmente. Botswana ofrece un ejemplo exitoso de cómo podrían ser las cosas con un plan bien estructurado y una infraestructura que acompañe ese desarrollo.

Ese país está poniendo en órbita su propia industria de corte y pulido de diamantes. Hablamos de un caso de éxito que podría redefinir la historia de prosperidad y reparto de la riqueza del continente. Dicho de otra manera: si África establece cadenas de valor regionales y atrae inversiones en manufactura, podría no solo retener riqueza, sino también generar empleos y reducir la dependencia de mercados externos.

Claves de urbanización y desarrollo de ciudades sostenibles 

África se está urbanizando rápidamente; una realidad que se expresa en la previsión de que 500 millones de personas migren a áreas urbanas antes de 2040. En esa dirección, Lagos, Nairobi y Johannesburgo son epicentros de esta transformación, pero también afrontan retos en transporte, vivienda e infraestructura básica. En respuesta, Kigali, en Ruanda, ha adoptado soluciones sostenibles como transporte eléctrico y políticas de reciclaje. Además, las “segundas ciudades”, como Kumasi en Ghana, presentan oportunidades para descentralizar el desarrollo y aliviar la presión sobre las principales urbes.

Impacto (y retos) que representa el cambio climático 

África es el continente más vulnerable al cambio climático, hasta el punto de que existen 900 millones de personas cuya vida o medio de subsistencia están en riesgo para 2050. La realidad es que las sequías y las inundaciones afectan a la seguridad alimentaria y energética. Sin embargo, el continente también puede liderar en soluciones climáticas: como botón de muestra, Marruecos opera la planta solar más grande del mundo, Noor Ouarzazate, mientras que Sudáfrica está diversificando su matriz energética hacia fuentes renovables. Se trata de inversiones en resiliencia climática que son fundamentales para mitigar impactos y aprovechar oportunidades en la economía verde. “El cambio climático es ya todo un reto para el continente, y los representantes africanos están demandando fondos para impulsar la adaptación de las poblaciones”, explica Aurora Moreno Alcojor, periodista especializada en temas africanos. “Pero, ojo, la mayor parte de estos fondos están llegando en forma de préstamos, no de donaciones, lo que contribuye a aumentar la deuda exterior del continente y limita las posibilidades de avanzar hacia el desarrollo”, añade.

Comercio intraafricano: el potencial del AfCFTA

El comercio intraafricano representa solo el 14 % del total, lo que significa que solo una pequeña parte de los bienes y servicios que se venden en África provienen de otros países africanos. En comparación, en Europa, el 60% del comercio se realiza entre países del mismo continente. Es decir, los países europeos compran y venden mucho más entre sí que los africanos, lo que fortalece sus economías y reduce su dependencia de mercados externos.

En África, en cambio, la mayor parte del comercio se hace con países de otros continentes, lo que limita el crecimiento del mercado interno y dificulta la integración económica regional. La Zona Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) busca cambiar esta dinámica eliminando barreras comerciales y unificando mercados. Países como Egipto y Sudáfrica ya están aprovechando estas oportunidades, pero la implementación sigue siendo desigual. El éxito del AfCFTA podría transformar el continente en un bloque económico competitivo, capaz de atraer inversiones y fomentar el desarrollo industrial.

El sector privado como motor de transformación

El sector privado es esencial para el desarrollo africano. Un dato ilustra ese músculo empresarial: a día de hoy, existen en África más de 350 empresas que generan ingresos superiores a mil millones de dólares. En Nigeria, por ejemplo, sus empresas de fintech están creando ecosistemas digitales que impulsan la inclusión financiera. En paralelo, iniciativas como el Fondo de Desarrollo Africano financian proyectos de infraestructura esenciales para mejorar la conectividad y la competitividad regional.

Sin embargo, “también es clave apuntalar el papel del Estado, ya que en la mayoría de los países apenas existen servicios públicos”, señala Moreno Alcojor. Una cifra da volumen a esa realidad precaria: “Se estima que el 80% de la población trabaja en la economía sumergida, lo que equivaldría a más de la mitad del PIB del continente”. Son datos que no hacen sostenibles ni las economías ni las vidas de los ciudadanos africanos.

Conclusiones

En síntesis: los próximos cinco años serán determinantes para que África logre capitalizar sus fortalezas internas y supere sus desafíos externos. Iniciativas como la expansión de infraestructuras energéticas renovables en Kenia, o el crecimiento de hubs tecnológicos en Nigeria y Sudáfrica, apuntan a que el continente podría convertirse en un referente de innovación.

Sin embargo, la clave para el éxito de este desarrollo radica en adoptar políticas que promuevan la estabilidad política, la integración regional y la capacitación de la fuerza laboral joven, cuya demanda de empleo crece exponencialmente. Si África logra enfrentar la crisis climática, reducir las desigualdades y consolidar alianzas globales, no solo será capaz de asegurar un futuro más próspero para sus habitantes, sino también fortalecer su posición en la escena internacional.