Ayer mismo una mujer iraní hablaba por teléfono con alguien de su familia que vive en España. La conversación sonaba a despedida, afirma nuestra fuente. Se estaba preparando para participar en las revueltas que se están organizando en Irán contra la obligatoriedad del uso del pañuelo. "Estaba preparando cócteles molotov, e incluso se había comprado una navaja. No solo tiene razones ideológicas para luchar, está motivada y nada le asusta. La situación económica es complicada, con los precios altísimos y no tiene nada que perder. Sabe que en unos meses se quedará sin dinero".
El caso de esta mujer es el mismo que el de miles que se han lanzado a la calle tras la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años, quien fue detenida la semana pasada por la policía de la moral en Teherán por "vestimenta inadecuada", y murió más tarde.
Masha murió tres días después de caer en coma tras desmayarse en un centro de detención. Se sospecha que fue maltratada y torturada. En palabras del comandante de la Policía en Gran Teherán, Sardar Hosein Rahimi, ha sido un "incidente desafortunado que deseamos que no se repita". El presidente iraní, Ebrahim Raisi, habló el domingo por teléfono con la familia y prometió una investigación minuciosa para esclarecer lo ocurrido. Nadie le cree. Están disparando contra los civiles en las calles.
Las mujeres han salido a la calle -también muchos hombres- a defender los derechos que les fueron arrebatados hace ya cinco décadas décadas, en una regresión a tiempos medievales similar a la de Afganistán en apenas unos meses. Reclaman el derecho a ser libres, a no depender de la tutela masculina para todo, a ponerse el velo si quieren, a ser tratadas como seres humanos adultos. De momento hay al menos cinco fallecidos y decenas de heridos en las revueltas.
Acceso restringido a Internet
Según ha publicado Europa Press, las autoridades de Irán han afirmado este miércoles que el acceso a Internet podría verse restringido por "motivos de seguridad”. No es que podría, ya se ha hecho, no se puede acceder a determinados portales como demuestra este tweet de un iraní que vive en Frankfurt, en Alemania, y puede hablar libremente. El ministro de Comunicaciones de Irán, Isa Zarepur, lo niega, y ha recalcado que durante los últimos días "no ha disminuido" el ancho de banda, si bien ha reseñado que "debido a motivos de seguridad y algunas discusiones que existen a día de hoy, podrían adoptarse decisiones por parte de las agencias de seguridad" para limitar el acceso a Internet.
Las manifestaciones contra el uso del hiyab han incluido además llamamientos a favor de un cambio de régimen y críticas a la gestión de las autoridades iraníes, protestas que han derivado en una represión que ha incluido el uso de fuego real por parte de las fuerzas de seguridad en ciudades como Shiraz.
Las protestas no son para llevar el velo, sino para que no ocurran hechos como este que denuncia el iraní refugiado en Frankfurt, cuando una niña fue violada y fue a protestar al domicilio de su agresor para notificar que se había quedado embarazada. Ella también perdió el respeto de sus depredadores por el simple hecho de convertirse en mujer. He aquí la traducción del texto que acompaña a la imagen: "Esta niña fue violada por un gerente en Abadan y quedó embarazada. Cuando ella fue a la casa de esa persona y protestó y levantó la voz, la familia de esa persona trajo este desastre sobre la niña con la ayuda del personal de seguridad de Refinería de Abadan. Conciencias mudas y una sociedad que castiga a la víctima en lugar del agresor".
Es triste dejar de ser una niña en Irán. De ser las reinas de la casa pasan a convertirse en un objeto que hay que proteger de las miradas masculinas, en un imperio del terror donde el honor de los hombres de demuestra ocultando a las mujeres, no dejándolas vivir. Pero no siempre fue así. No siempre existió la Policía Moral que vigilaba cómo vestían las mujeres. Se instauró cuando llegó la revolución islámica a finales de los setenta. Irán, de ser un país donde las mujeres podían tomar el sol en la playa en bañador sin ser detenidas, pasó a convertirse en un lugar donde una mujer puede ser detenida y torturada por vestir o peinarse como quiere. Hay una frase que dicen algunos imanes en Irán a las mujeres que llevan mal colocado el velo: por cada mechón que asoma, un creyente o un mártir no podrá entrar en el paraíso. Ellas ya tienen una mártir: Mahsa Amini, fallecida a manos de la Policía de la moral por no llevar bien puesto el velo. Y están hartas de la represión en un régimen que las trata como menores de edad desde el momento en que les llega su primera regla, cuando se hacen mujeres y pierden todos sus derechos.