Rusia consolida su influencia en África
Que Rusia dispone de una amplia presencia en África es un hecho constatable desde hace años y no solo a nivel militar. Su estrategia pasa por expandir su influencia de forma asimétrica por este continente ejerciendo campañas de desinformación y desestabilización como sucede en el caso del Sahel.
Todos conocemos cuál ha sido el resultado de la intervención de Wagner en distintos países y concretamente en la Republica Centro Africana, donde se han constituido como parte de la Seguridad Nacional y han sido acusados de numerosas violaciones y abusos contra civiles.
El negocio de las armas y su objetivo
Y no se trata únicamente de recursos naturales, de desestabilizar países y echar fuera a otros europeos de la zona, sino que convertirse en el mayor proveedor de armas es también un negocio que consolidar: ya supone el 49% de su exportaciones a este continente.
Dicho esto no debemos perder de vista el objetivo principal de Rusia, que es hacerse con todo África Central y el Sahel y tener un pasillo dentro de África que conecte el Océano Indico con el Océano Atlántico a través de distintas bases militares.
Corredores norte-sur y este-oeste
Si observamos en el mapa de África la presencia militar de Rusia habría que detenerse en el pasillo que actualmente tiene conectando el Mediterráneo desde Libia con el Atlántico a través de Guinea, corredor por donde además también transcurren las principales rutas de los tráficos ilegales y del crimen organizado. La base aérea de Matan al-Sarra en reconstrucción en el sur de Libia está situada a una distancia considerable de las zonas pobladas y de la frontera estatal y se utilizará como otro punto logístico para las fuerzas rusas en la región del Sahel.
Rusia consolida su presencia en Sudán
Ahora también tiene una nueva ruta con la nueva base en Sudán para controlar el tráfico marítimo y asegurar el acceso al puerto naval en el Mar Rojo. Hay que recordar que Turquía también negocia desde 2017 una base naval en la isla de Suakin (a unos 50 km al sur de Port Sudán) y Qatar, adversario de saudíes y emiratíes, para construir un puerto comercial con una inversión de 4.000 millones de dólares.
Una base en Sudán podría ayudar a compensar la dependencia de Rusia de Siria -sus posiciones están en peligro desde la caída de Bashar al Assad en diciembre de 2024- para proyectar su poder en el Mediterráneo y servir como ruta logística para sus suministros militares a África.
A nivel geoestratégico tampoco se descarta su pretensión, a más largo plazo, de establecer centros logísticos y corredores en países africanos que faciliten una conexión este-oeste y norte-sur, como es el caso de Kenia o Camerún o en el Atlántico en Guinea.
Rusia y la "zona gris": un conflicto sutil pero real
Algunos autores plantean la posibilidad de que Rusia parece estar convirtiéndose en un retador dentro de esta “zona gris”, mediante acciones principalmente políticas, económicas y militares para consolidar su poder e influencia, y debilitar a sus adversarios en posiciones estratégicas en algunas zonas del continente africano. Se concluye que África se estaría convirtiendo en un escenario de disputa en la “zona gris” entre Rusia y occidente, con importantes ganancias geoestratégicas para Moscú y pocos beneficios para las naciones africanas donde está interviniendo.
Mientras en Europa seguimos preocupados por el avance ruso por el flanco este se nos olvida que también está penetrando a través del flanco sur y mientras estamos concentrados en lo que ocurre en el flanco este, Rusia campa a sus anchas por el flanco sur sin ningún tipo de oposición. Europa debe modificar su estrategia en África y debe actuar de forma rápida e inteligente porque todos los vacíos que vaya dejando en África los ocupará Rusia. Esta será una invasión rápida, silenciosa y sin oposición.
El control de los recursos africanos y las rutas ilícitas
Si Rusia consigue implementarse en África tendrá el control de todos los minerales, pero también de todos los tráficos ilícitos que salen de África hacia el sur de Europa, incluido el de personas, lo que podría ser considerado como un caso de guerra híbrida.
A nivel geoestratégico hay que recordar que en este escenario Rusia no solo habría ganado la guerra a Occidente, sino que iría a por otro triunfo más y sería el chantaje energético a Europa. Incluso habría que plantearse si podría empezar a producirse un cambio de estrategia de Rusia apoyando a China en África frente a Occidente.
Evidentemente el objetivo final de Rusia sobre Europa es aniquilarla realizando lo que parece una maniobra envolvente desde el flanco este al flanco sur, como viene haciendo en los últimos años frente a la torpe respuesta europea.
La urgencia de una defensa común europea
Es por ello por lo que cada vez más es necesaria no solo una Política Exterior común europea sino también un Ejercito Europeo propio frente a este tipo de amenazas donde los intereses de la OTAN no siempre son los intereses de Europa, algo que estamos viendo con lo que está ocurriendo en el flanco sur y en cómo queda fuera de su órbita frente a la amenaza hibrida rusa.
En paralelo, como todos sabemos, pues es el frente que ocupa en exclusiva nuestra atención, Rusia empieza a ocupar territorios en Europa como en el caso de Ucrania, donde paradójicamente el Acuerdo de Paz puede realizarse sin Ucrania y sin Europa.
De un tiempo a esta parte el incumplimiento del Derecho Internacional se ha consolidado como una práctica habitual hasta el punto de que la ocupación de países obviando el principio de soberanía, y haciendo uso del chantaje, como si de una propiedad inmobiliaria se tratara, empieza a sonar como algo “normal”.
¿Dónde ha quedado la Corte Internacional de Justicia? ¿Dónde está Europa? ¿Podemos quedar a merced de Rusia y Estados Unidos sin hacer nada? Este lunes los líderes europeos se reúnen para una cumbre de emergencia sobre la guerra en Ucrania. Esperemos que de esa reunión -enfocada a la posible creación de un ejército de paz en caso de que se establezca un alto el fuego- salgan acciones concretas y ejecutables, y que frente a la seriedad de la amenaza rusa -que ya no tiene que mirar de reojo hacia EE.UU.- empiece a adoptarse una visión que contemple a Europa como un todo de norte a sur y de este a oeste.