Fue el pasado 9 de abril cuando en un foro económico en Bruselas, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, avisaba que un conflicto a gran escala e Europa “ya no es una fantasía”, y los ciudadanos de la Unión Europea deberían prepararse financieramente para una guerra a nivel continental o similar.
Continuando en sus declaraciones, Borrell afirmó además que, "Rusia amenaza a Europa a través de su guerra en Ucrania y ataques híbridos contra los estados miembros de la UE”, para agregar que, "la guerra no va a comenzar mañana, pero no podemos negar la realidad".
Desde que Rusia invadió Ucrania en 2022, los europeos han revertido décadas de recortes en el gasto en defensa y han intensificado los planes para aumentar su capacidad de producción industrial de defensa.
Sin embargo, los esfuerzos europeos para aumentar las entregas de armas a Ucrania y rearmar sus fuerzas militares domésticas solo han comenzado a ganar impulso lentamente, siendo el asunto más sensible la financiación y el futuro de más inversiones necesarias en defensa.
"Los estados miembros de la UE crearon una Agencia de Defensa Europea pero no la financiaron", afirmó Borrell, agregando que el organismo es necesario debido a la "dualidad entre aquellos que tienen conocimiento sobre armas y han estado realizando informes durante años y a los que nadie prestó atención".
Dado que la situación de seguridad de Europa era una "crisis existencial", Borrell señaló la falta de urgencia en encontrar nuevas formas de aumentar la inversión en defensa. "Necesitamos un nuevo vehículo de financiación intergubernamental, comparable al que creamos durante la crisis financiera de la zona euro", dijo.
Algunos líderes de la UE, liderados por Estonia, han pedido que esa financiación se recaude a través de una deuda común más amplia mediante bonos de defensa conjuntos.
Otra de las propuestas sería que los ingresos de los activos rusos congelados en Europa fueran transferidos al Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (EPF) o incluso flexibilizar las reglas de la Unión Europea para que permitieran que el presupuesto de la UE financie armas. Además de todas estas propuestas, los líderes de la UE en marzo también instaron al Banco Europeo de Inversiones (BEI) a adaptar su política de préstamos a la industria de defensa.
Pero a pesar de estos esfuerzos, los actores involucrados ven todas estas propuestas como insuficientes para generar las suficientes capacidades financieras para cubrir una necesidad anticipada de más gastos en defensa.
Por supuesto que el jefe de diplomacia de la UE abordó el creciente temor entre los europeos sobre un posible regreso del ex presidente de EE.UU., Donald Trump, quien ha amenazado con no defender a los aliados de la OTAN en Europa que no gasten lo suficiente en defensa.
"El paraguas de EE.UU., en el que hemos confiado desde la Guerra Fría, puede que no esté abierto todo el tiempo", dijo Borrell. "Quizás, dependiendo de quién gobierne Washington, no podemos confiar en América para protegernos".
Es evidente que según se acercan las elecciones americanas con Trump a la vista, y las tropas rusas consiguen pequeños avances en Ucrania, la situación para Europa se va complicando y obliga a Borrell a presionar a todos los actores a arrimar el hombro para conseguir algo parecido a una autonomía estratégica, una situación que se antoja inevitable pero que ninguno de los Estados europeos quiere ni desea, porque Washington siempre estuvo ahí y ahora ‘pataleamos’ porque tal vez tengamos que solucionar nuestros propios problemas. Esta podría ser la oportunidad (obligada) para que Europa se convierta en un ente que además de promover el poder blando, sea capaz de usar el poder duro y una verdadera disuasión (al más estilo anglosajón, no europeo).
La industria de Defensa debe ser ya una parte inamovible e imparable en Europa, independientemente de Putin y de las aventuras imperialistas rusas del presente y futuro. La democracia europea se tendrá que defender, tarde o temprano, con armas europeas.