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El mundo le declara la guerra al fentanilo

Conocida como la 'droga zombie', la adicción a este opioide se ha convertido en Estados Unidos en un problema nacional de salud al que se intenta frenar por distintas vías.

Periodista y escritor.

4 minutos

Pastillas de fentanilo incautadas en Canadá. Foto: EuropaPress.

La pesadilla americana se encuentra al doblar cualquier esquina de las zonas urbanas más deprimidas. Una legión de adictos deambula con movimientos propios de las películas de zombies conformando un escenario postapolíptico inimaginable. Son los esclavos del fentanilo. El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en Estados Unidos (NIDA) cifra en 70.000 las muertes ocasionadas en 2021 por el consumo de opioides, principalmente de fentanilo.

Se trata de un opioide sintético, con una potencia 50 veces mayor que la heroína y hasta 100 veces más que la morfina. Es una sustancia muy peligrosa, adictiva y en muchos casos letal. Puede matar con dosis consideradas bajas, como, por ejemplo, solo 2 miligramos.

Como resulta relativamente económico, se ha convertido en una sustancia “popular”. Si se mezcla con otro tipo de droga, el resultado puede ser mortal. En el mercado ilegal se puede encontrar en distintas versiones, como comprimido, polvo o líquido. En esta última forma se puede hallar como aerosol nasal, gotas para los ojos o aplicado en gotas en papel o en golosinas pequeñas.

La crisis de los opioides

La crisis de la adicción a los opioides en Estados Unidos viene de lejos y en su origen se encuentra la mala praxis (por ser suaves) de algunas compañías farmacéuticas. Dos series de televisión, Dopesick y Medicina letal, explican la tragedia que todavía vive este país por efecto del OxyContin: desde finales de la década de los noventa ha provocado medio millón de muertes y ha convertido a dos millones de ciudadanos en adictos a la sustancia. La prescripción de este opioide de última generación provocó una epidemia de adicción. Detrás estaba la empresa Purdue Pharma, que en 2020 se declaró en bancarrota y asumió su responsabilidad.

Pero como el sistema de prescripción en Estados Unidos carece de control, el fentanilo, más adictivo que la oxicodona, ha terminado “triunfando”. En los casos más leves, sus efectos secundarios son fallo cardiaco, insuficiencia respiratoria o problemas digestivos.

Diego Ruiz López, médico paliativista e integrante del Grupo de Trabajo de Opioides de la Sociedad Española del Dolor (SED), explica a Escudo Digital el uso terapéutico del fentanilo: “Se utiliza para la anestesia y el control del paciente quirúrgico, pero también como analgésico para el dolor agudo y crónico de pacientes oncológicos y de aquellos que padecen dolencias crónicas benignas tales como la lumbalgia o la migraña”.

La forma de administración puede ser con formulaciones de acción rápida, como la vía intravenosa, o más lenta, como los parches. Cuando el fentanilo ingresa en el cuerpo, alcanza rápidamente el torrente sanguíneo hasta llegar al sistema nervioso central. Entre los síntomas descritos, se pueden destacar la sensación de bienestar, euforia, aletargamiento o sedación.

Entra desde México

Las autoridades estadounidense son conscientes del grave de salud pública que supone. El fentanilo ilegal entra desde México a estados fronterizos como Arizona. Los ocho candidatos republicanos a la presidencia que pugnan con Donald Trump han incluido la lucha contra el tráfico de esta sustancia y otras drogas en sus campañas. Y apuestan por las construcción de muros e incluso la intervención militar para invadir cualquier país extranjero. La advertencia de los candidatos a México se basa en la proliferación en el país de laboratorios ilegales de esta droga. Esta amenaza es considerada por los analistas un ardid electoral. También China se encuentra en lo más alto de la pirámide del origen del tráfico de fentanilo.

El Instituto Cato, centro de investigación de políticas públicas, reveló que el 90% de las incautaciones de fentanilo se realizan en los pasos fronterizos legales o en puestos de control en el interior, no a personas que atraviesan ilegalmente los límites entre México y Estados Unidos. Y otro dato: solo el 0,02% de los inmigrantes apresados por la Patrulla Fronteriza llevaban fentanilo. Estos quiere decir que son los propios estadounidenses lo que introducen fentanilo de contrabando en el país, muchas veces como la parte más débil del eslabón del narcotráfico de fentanilo, auspiciado por los cárteles de Sinaloa y Jalisco.

Coalición Global

El mundo le ha declarado la guerra al fentanilo y otras drogas sintéticas por su gran amenaza a la salud pública. La gravedad de la situación ha impulsado al Gobierno de Joe Biden a crear una Coalición Global con más de 80 países con el propósito de afrontar el problema.

Aunque en España las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estiman que prácticamente no ha llegado a Europa, no conviene bajar las alertas, porque la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), en su informe referido a 2022, expone que “la fabricación, el consumo y el uso de alfenta­nilo, remifentanilo y sufentanilo, análogos del fentanilo, aumentaron en 2021 debido a la persistencia de la pan­demia de COVID-19”.

La última Encuesta sobre el alcohol y otras drogas llevada a cabo en España y conocida por Edades 2002 muestra que la prevalencia del consumo de analgésicos opioides en la población que va de los 15 a los 64 años ha experimentado un leve aumento, del 15,2% al 15,8%. En lo referido al fentanilo el incremento de consumo esporádico ha sido (entre las personas que toman opioides) del 1,9% en 2018 al 14% en 2022. Son datos antes los que hay que mantener las alarmas, pero que están, afortunadamente, muy lejos de los de Estados Unidos.

“En 2018 la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) advirtió del aumento de medicamentos con fentanilo”, señala Ruiz López. Sin embargo, su uso está fuertemente controlado en España. En las farmacias solo se expende con una prescripción facultativa con receta médica. El médico avisa al farmacéutico que lo va a dispensar. Corresponde a cada comunidad autónoma revisar las cantidades prescritas y tener a los pacientes identificados. El sistema público sanitario español resulta fundamental para limitar la plaga de las adicciones a los opioides.

Para Ruiz, las diferencias con EE.UU. son notables: “En Europa el problema se sitúa en los mecanismos de control fuera de la ley, como internet o la ruta de los Balcanes con fentanilos adulterados. En Reino Unido y los países nórdicos existe más riesgo, derivado de su mayor consumo. En los últimos años, España se ha situado en el grupo de cabeza de países europeos con mayor consumo de fentanilo, por tanto, el riesgo comienza a ser un problema a pesar de su control por las autoridades sanitarias españolas”.