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Internacional

La OTAN espera turbulencias con la victoria de Trump en EE.UU., pero igual se equivoca

La postura del próximo presidente de los EE.UU. respecto a la OTAN ha generado mucha preocupación entre los aliados europeos sobre el futuro de la alianza.

Experto en migraciones y analista internacional.

4 minutos

Donald J. Trump.

Llegaron las elecciones norteamericanas y la sombre de Donald Trump, nuevo presidente estadounidense para los próximos cuatro años, planea sobre la OTAN. Pero, ¿se harán realidad todas las amenazas del magnate? ¿Puede salvar a la Alianza Atlántica la entrada de Corea del Norte en la guerra de Ucrania? Se esperan turbulencias en la OTAN ante esta victoria de Trump ante Kamala Harris, pero la jugada podría salirle bien.

Europa se ha tenido que “poner las pilas” en cuanto a gasto militar e industria de defensa cuando vieron que la posibilidad de que el expresidente norteamericano y su ristra de amenazas contra la Alianza Atlántica se podían convertir en una posibilidad real. Para muchos, la cohesión de la alianza se vería en riesgo con un presidente republicano hostil o aislacionista, quien previamente amenazó (en su anterior mandato) con abandonar la alianza si el gasto en defensa de Europa no aumentaba de manera considerable.

Se publicaba hace pocas fechas que EE.UU. alcanzará un presupuesto en Defensa este año de 968 mil millones de dólares, que es muy superior a los presupuestos de los 30 aliados europeos y Canadá juntos, que suman 506 mil millones, el 34% del total general. Con estas diferencias de presupuesto va a resultar muy difícil (por no decir imposible) contentar al mandatario americano en cuanto a paridad de gasto en Defensa, así que la “negociación” con el nuevo inquilino de la Casablanca tendrá que llegar en otras formas y ofrecimientos.

Los exabruptos de Trump sobre la OTAN

Donald Trump ha realizado diversas declaraciones sobre la OTAN y la guerra en Ucrania en el (temido) contexto de su posible regreso a la presidencia. Para empezar, amenazó con no defender a países de la OTAN que no aumenten su gasto en defensa. En febrero de 2024, Trump sugirió que Estados Unidos podría no proteger a los miembros de la OTAN que no cumplieran con el objetivo de gasto del 2% del PIB en defensa, e incluso alentaría a Rusia a atacarlos. No contento con eso, se comprometió a poner fin a la guerra en Ucrania. En julio de 2024, Trump afirmó haber hablado con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y se comprometió a poner fin al conflicto entre Ucrania y Rusia si llegaba nuevamente a la Casa Blanca. Continuando con la guerra de Ucrania, no se cortó en criticar a Zelenski por la invasión rusa. En octubre de 2024, el expresidente culpó a Zelenski por la invasión rusa, sugiriendo que el presidente ucraniano debería haber evitado que la guerra comenzara. Además de esto, Trump realizo comentarios despectivos sobre la situación en Ucrania y prometió negociar un acuerdo entre Rusia y Ucrania tal que fuera nombrado presidente, cosa que acaba de suceder.

Declaraciones como estas reflejan la postura de Trump respecto a la OTAN y la guerra en Ucrania, que ha generado mucha preocupación entre los aliados europeos sobre el futuro de la alianza y el apoyo estadounidense en caso de su retorno a la presidencia.

Pero en esta campaña electoral Trump se ha mostrado más comedido en cuanto a amenazas a la Alianza Atlántica en público, aunque al mismo trasfondo se deja entrever. En febrero, el republicano sugirió que alentaría a Rusia a “hacer lo que quieran” en cualquier país “moroso” porque no “ha pagado” su parte. Y aunque parece más discreto a este respecto, se teme que el  próximo presidente quiera imponer un objetivo de gasto en defensa más alto, probablemente del 2.5 % o el 3 %. Por lo que parece claro que la OTAN va a estar bastante convulsa los próximos 4 años, y sobre todo, que el sucesor del Secretario General de la Alianza, Stoltenberg, el ex primer ministro holandés Mark Rutte va a tener un duro trabajo lidiando con el promotor inmobiliario.

Pero esta vez existirán un par de diferencias con su actuación en el primer mandato. La primera es una OTAN más crecida y con mayor peso con la adhesión de Finlandia y Suecia, además del peso específico que está adquiriendo Polonia, cuyo presupuesto ha superado el 4% del PIB. La segunda diferencia es que la idea de una defensa europea basada en las fuerzas armadas e industria de defensa europea puede haber tomado forma también en tierras norteamericanas, y es que Estados Unidos quiere pivotar de forma total y definitiva al que considera su mayor enemigo, China. Trump en este caso podría defender la idea de una Europa autosuficiente “tan solo” con el apoyo del poder naval norteamericano, aprovechando la “debilidad” rusa actual después de los años de conflicto en Ucrania con 600.00 bajas rusas y una importante destrucción de material de su ejército.

Pero Europa no va a desistir de la ayuda de Washington tan fácilmente, y ya existen acercamientos a la intervención de la OTAN en el Indo-Pacifico en diferentes vertientes (además de AUKUS). Especialmente con el del envío de soldados norcoreanos a combatir a Ucrania, que probablemente ha cambiado la situación con Moscú ya que, en una guerra de proxies (o directamente bloques) esta situación podría convertir a Rusia en un proxy de China.

Con difíciles decisiones de gasto en el futuro próximo y una guerra en curso (que Ucrania está ya perdiendo) en el borde de Europa, la nueva presidencia de Trump promete, como mínimo, ser muy accidentada. Pero la importancia y relevancia de la OTAN es ahora mismo altísima y sería difícil imaginar su desmantelamiento a pesar de Trump en la Casablanca. La intervención de Irán y Corea del Norte en Ucrania podría beneficiar a una OTAN que parece no quedarle otra que ampliar sus objetivos iniciales (Defensa europea contra Rusia) e ir adaptándose a la nueva situación asiática, a pesar de que AUKUS parece que será ampliada en poco tiempo.