En torno al paso fronterizo de Rafah, situado entre Gaza y Egipto, se concentran 1,3 millones de palestinos que huyen de la guerra de los 2,2 millones que ocupaban toda la Franja de Gaza hasta el inicio de la guerra con Israel. El 5 de octubre de 2023, dos días antes de los atentados, vivían en esta zona unas 250.000 personas.
Este pasado martes el ejército israelí rodeó Jan Yunis, la localidad más grande del sur de la Franja y donde se refugiaban 500.000 personas en 4 kilómetros cuadrados, muchos de ellos desplazados del norte.
A 20 kilómetros al sur de Jan Yunis (la misma distancia que separa Madrid de los municipios de Móstoles o de Fuenlabrada) se encuentra el paso fronterizo con Egipto de Rafah.
El casi millón y medio de personas que malviven en esa estrecha franja de tierra tienen solo tres salidas para escapar del horror: al norte y este tienen la guerra, al oeste, el mar o al sur, el paso fronterizo. Se trata de una población que carece de comida, de espacio y que, una vez acorralada probablemente protagonizará una revuelta a la desesperada. Y de momento tienen una salida, Rafah, el único cruce fronterizo de Gaza que no está controlado por Israel, que cerró todos los demás con el territorio tras el ataque de Hamas el 7 de octubre. Se sitúa dentro de una valla de 13 kilómetros que separa Gaza del desierto del Sinaí.
Israel controló el paso de Rafah hasta que se retiró de Gaza en 2005. Tras la toma del poder en Gaza por Hamas, Egipto e Israel endurecieron significativamente las restricciones. Más aún cuando en 2008, y a raíz de voladura de parte de las instalaciones y el pase a Egipto de más de 50.000 palestinos, hizo que Egipto sellara su barrera con alambre de púas y barricadas metálicas.
Desde entonces, el cruce de Rafah ha estado estrictamente controlado, con acceso limitado y largos procesos burocráticos y de seguridad: solo los habitantes de Gaza con permisos, así como los ciudadanos extranjeros, pueden utilizarlo para viajar entre Gaza y Egipto.
Los viajeros necesitan un permiso de salida de Hamás y un permiso de entrada de Egipto. El proceso requiere que presente sus documentos a una oficina del gobierno de Hamás para obtener un permiso para salir del territorio. Unos días después se recibe, en caso positivo, un mensaje de texto indicando qué día puede salir, lo que podría suceder hasta tres meses después.
El día de salida, un autobús lleva a los viajeros desde el lado palestino de la frontera hasta el lado egipcio, donde esperan horas hasta que las autoridades egipcias reciban y procesen las solicitudes de visa. Muchos viajeros son rechazados en la parte egipcia.
Y en este proceso es donde ha saltado el escándalo, ya que como en cualquier tragedia surgen los “cuervos de la desgracia ajena”, tal y como denuncia OCCRP Organized Crime and Corruption Reporting Project, que avisa de que “existe una forma más rápida de atravesar el paso fronterizo de Rafah. Pero esa opción sólo está disponible para quienes tienen miles de dólares de sobra”.
Durante años, una red de agentes e intermediarios de viajes con sede en Egipto y Gaza ha ofrecido un paso rápido a través de Rafah por un precio que oscila entre varios cientos y varios miles de dólares, dependiendo en parte de la frecuencia con la que la frontera ha estado abierta al cruce.
Ahora, con la guerra a menos de diez kilómetros, la urgencia y los precios se han disparado. “Si bien los precios fluctúan enormemente, algunos corredores ahora cobran a los palestinos entre 4.500 y 10.000 dólares para obtener un permiso de cruce”, tal y como confirma más de una docena de entrevistas realizadas por OCCRP.
Incluso antes de la guerra, la frontera de Rafah no se podía cruzar libremente. Desde 2007, ha sido gestionada por el Ministerio del Interior de Hamás, por un lado, y las fuerzas de seguridad egipcias, incluido el Servicio General de Inteligencia, por el otro. Israel también vigila el cruce desde una base militar cercana.
“Desde Gaza, el proceso formal requería registrar una solicitud ante el Ministerio del Interior dirigido por Hamás. Las aprobaciones a menudo demoraban entre dos meses en invierno y seis meses en verano. Pero ni siquiera obtener un permiso era una garantía: las autoridades egipcias podían rechazar a los habitantes de Gaza en la frontera por diversas razones imprevistas”, advierten para a continuación denunciar abiertamente:
“Ahí es donde intervinieron empresas como Hala Consulting and Tourism, una agencia de viajes egipcia. En 2019, la empresa comenzó a ofrecer un servicio VIP conocido como ‘coordinación’ o ‘tanseeq’ en árabe, para cruzar la frontera de Rafah de forma rápida y cómoda. Por 1.200 dólares, la empresa proporcionaría un permiso en un plazo de 48 horas y un viaje sin complicaciones desde Gaza a El Cairo. Esto fue posible gracias al uso de una lista separada de viajeros aprobada por las autoridades egipcias, distinta del proceso de registro organizado por Hamás”.
“Desde la guerra, ésta ha sido la única salida”, afirma Wael Abu Omar, portavoz de la autoridad fronteriza dirigida por Hamás. Y concreta que alrededor de 200 palestinos y egipcios han estado cruzando Rafah de esta manera diariamente.
La empresa es propiedad del empresario egipcio Ibrahim Al-Organi, Hala es una de las ocho empresas que operan bajo su Grupo Organi, que también incluye una empresa conjunta, Misr Sinai, con el conglomerado industrial del Ministerio de Defensa, la Organización de Proyectos de Servicios Nacionales (NSPO). El propio Organi ha reconocido que la NSPO poseía el 51% de las acciones de la empresa en asociación con dos empresas propiedad del Servicio General de Inteligencia.
Más descarado y brutal, imposible; han convertido la desesperación de los palestinos en un negocio que mueve más de 50M€/mes. Hala anunció un servicio para facilitar los viajes a través de Rafah como parte de los “esfuerzos humanitarios” de Egipto en octubre de 2023. Unos "esfuerzos humanitarios" muy lucrativos.