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Serbia, entre su amistad con Rusia, la animadversión a la OTAN y su deseo de adherirse a la UE

Tibia y poco confiable. Para muchos líderes europeos, esta es la percepción que emana el país balcánico. Serbia se encuentra en una encrucijada geopolítica que define su política exterior y sus relaciones internacionales.

Periodista especializado en tecnología, ciberseguridad e innovación.

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Serbia ha manifestado su interés en adherirse a la Unión Europea desde hace años.

El país, ubicado estratégicamente en los Balcanes, intenta equilibrar su histórica amistad con Rusia, la complicada relación con la OTAN, y su deseo de formar parte de la Unión Europea. Un delicado equilibrio que pone a Serbia en una posición compleja, con presiones desde todos los frentes para definir su futuro. O, al menos, en la posición que manejan sus actuales líderes políticos.

La relación histórica con Rusia

Serbia y Rusia han mantenido una relación cercana a lo largo de la historia, basada en factores culturales, religiosos y políticos. Ambas naciones comparten una mayoría de población cristiana ortodoxa y una herencia eslava que ha consolidado sus lazos a lo largo de los siglos.

Esta relación se fortaleció aún más durante la década de 1990, cuando Rusia apoyó a Serbia durante los conflictos en los Balcanes y criticó duramente el bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia en 1999, un hecho que sigue presente en la memoria colectiva serbia​.

Además de los vínculos culturales, Serbia depende en gran medida de Rusia en términos económicos y energéticos. En 2019, Serbia se unió al Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Euroasiática, liderada por Rusia, lo que permite a Belgrado exportar productos agropecuarios sin aranceles a una amplia región​.

También, la dependencia de Serbia del gas ruso ha reforzado su conexión con Moscú, un factor clave que dificulta su alineación total con las políticas de la UE, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania.

La compleja relación con la OTAN

El bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia en 1999 es un punto clave en la historia contemporánea de Serbia, y las cicatrices de ese conflicto aún son visibles. La campaña de bombardeos, llevada a cabo sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, buscaba detener la represión del gobierno serbio sobre la población albanesa en Kosovo. Sin embargo, para muchos serbios, este acto de la OTAN fue percibido como una agresión injustificada y sigue siendo un tema de sensibilidad nacional​.

A pesar de esto, Serbia ha mantenido cierta cooperación con la OTAN en áreas como el mantenimiento de la paz y los ejercicios conjuntos. Aunque Belgrado ha declarado su neutralidad militar, sigue participando en más ejercicios con la OTAN que con Rusia, lo que refleja la ambivalencia de su política exterior​.

Aspiraciones europeas

Serbia ha manifestado su interés en adherirse a la Unión Europea desde hace años. En 2009, presentó formalmente su solicitud de adhesión, y en 2012 fue aceptada como candidata oficial. Sin embargo, desde entonces, el progreso hacia la integración ha sido lento, muy lento. La Unión Europea ha expresado que Serbia necesita implementar reformas significativas en áreas como el estado de derecho, la lucha contra la corrupción y la libertad de prensa. Pero los avances se suceden con cuentagotas.

Uno de los mayores obstáculos para la adhesión de Serbia a la UE es su relación con Rusia. A pesar de ser candidata a miembro, Serbia no ha impuesto sanciones a Moscú tras la invasión de Ucrania, lo que ha generado tensiones con Bruselas. La UE ha dejado claro que alinearse con Rusia es incompatible con su ingreso en el bloque. A medida que la guerra en Ucrania se prolonga, la presión sobre Serbia para que adopte una postura más prooccidental ha aumentado, lo que pone al país en una situación complicada.

Además, Serbia se enfrenta al desafío de Kosovo, cuya independencia no ha reconocido. Rusia ha sido un firme aliado de Serbia en este tema, utilizando su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear los esfuerzos internacionales que respalden la independencia de Kosovo. Sin embargo, la postura de Rusia sobre Ucrania, reconociendo las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, ha debilitado la posición de Serbia en este asunto​.

Un delicado equilibrio

El presidente serbio, Aleksandar Vučić, ha intentado mantener un equilibrio entre sus relaciones con Rusia y su aspiración a unirse a la Unión Europea. Esta política, conocida como "multivectorial", busca abrir múltiples puertas para Serbia, evitando depender exclusivamente de una sola potencia o bloque​. Sin embargo, esta estrategia es cada vez más difícil de sostener.

Por un lado, Serbia quiere mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos, algo que ve como más alcanzable a través de su adhesión a la UE, dada la estrecha relación comercial que ya mantiene con el bloque. Más del 60% del comercio de Serbia es con la UE, y gran parte de las inversiones extranjeras directas provienen de países europeos​.

Por otro lado, la dependencia energética y el apoyo de Rusia en temas como Kosovo son difíciles de ignorar. Si Serbia se alineara completamente con la UE, imponiendo sanciones a Rusia, podría enfrentar consecuencias económicas significativas, como la pérdida de acceso al gas ruso a precios preferenciales​.

El futuro de Serbia

El futuro de Serbia depende en gran medida de su capacidad para navegar esta complicada situación geopolítica. La guerra en Ucrania ha intensificado las presiones sobre Belgrado, y las decisiones que tome en los próximos meses serán cruciales para definir su trayectoria. Si Serbia opta por alinearse con la Unión Europea, deberá reevaluar sus relaciones con Rusia y su posición sobre Kosovo, lo que podría tener repercusiones profundas tanto a nivel interno como internacional​

Serbia se encuentra en una situación única: atrapada entre su histórica amistad con Rusia, la desconfianza de la OTAN y su aspiración de unirse a la Unión Europea. Su capacidad para equilibrar estos factores definirá su futuro en la escena internacional