Este año, alrededor de 35.000 mujeres serán diagnosticadas con cáncer de mama en España. Su incidencia ha aumentado un 12% en los últimos años y se calcula que uno de cada tres cánceres diagnosticados en mujeres se originan en el pecho.
Es uno de los grandes desafíos de nuestra sociedad –tanto en España como en el extranjero- y no son pocos los recursos que se destinan a combatirlo. En 1971, el presidente Nixon, tras la llegada del hombre a la luna, aseguró que el siguiente de la humanidad era curar el cáncer en cinco años.
Y sin embargo, no se ha logrado. Pero se van dando pasos. La secuenciación del genoma humano, en el año 2001, fue un paso de gigante para entender esta enfermedad, aunque insuficiente para derrotarla.
Hoy un nuevo dispositivo, ideado y construido en Canadá puede aportar un paso de gigante en la detección y tratamiento de esta enfermedad. Se llama Molli y no es más grande que un grano de arroz. Su acción facilita no solo la localización de un posible tumor, sino el pre y post operatorio.
Según relata el diario La Razón, muchos hospitales aún utilizan la localización guiada por alambre o cable para localizar un bulto para analizar y verificar si se trata de un tumor maligno. Se trata de un método para localizar lesiones mediante la inserción de una cánula en el pecho para marcar la ubicación del tejido anormal.
La técnica no ha cambiado mucho en 50 años y requiere coordinación entre el paciente, el radiólogo, el cirujano y el patólogo. Esta técnica precisa que la lesión sea identificada el mismo día de la cirugía, lo que convierte esa jornada en muy larga mientras se espera por todos los resultados, con una sonda en el pecho. A esto hay que sumarle que el cable puede moverse ocasionando molestias, dolor y procedimientos adicionales.
Molli viene para revolucionar estas prácticas, modernizando todo este proceso y ahorrando molestias al paciente. Se implanta un marcador de tejido (“el grano de arroz”) que señala dónde está el tumor emitiendo señales a un dispositivo similar al utilizado en ecografías, al que han bautizado como varita. Este proceso lleva apenas cinco minutos y teniendo en cuenta el tamaño del dispositivo, apenas si se nota su inserción.
Al no haber cables de por medio, las pacientes tienen mayor autonomía y el centro de salud una idea más clara de lo que está ocurriendo. El dispositivo no solo señala el lugar, también da información del tamaño. No utiliza radiación, lo que aumenta su seguridad y evita la ansiedad propia de este tipo de análisis o pruebas. Todo el sistema es portátil y la visualización se puede llevar a cabo desde una tableta convencional. La varita, por su parte, funciona con baterías recargables.
Inteligencia Artificial para reducir un 70% la carga de trabajo en los programas de cribado
Molli no es el único avance registrado en los últimos tiempos para detectar el cáncer de mama. El desarrollo de nuevos sistemas de Inteligencia Artificial con tecnología deep learning basados en el funcionamiento neurológico puede suponer una gran ayuda para los médicos en en la detección de un mayor número de tumores, un mejor pronóstico para el paciente y una apuesta en firme por el uso de tratamientos menos agresivos.
La inteligencia artificial es capaz de clasificar las mamografías en función de la probabilidad de malignidad. Este podría disminuir la carga de trabajo en los programas de cribado hasta en un 70% sin reducir la sensibilidad. El sistema determina las lesiones sospechosas de malignidad, les asigna una puntuación del 1 al 100 en función de la probabilidad de malignidad y, luego, en función de la lesión, con la puntuación más alta clasifica el estudio completo en tres categorías: riesgo bajo, medio o elevado.