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Seguridad y salud

¿Cuándo vas a morir? El reloj de la muerte lo sabe y puede ayudarte a cambiar tu destino

La aplicación guiada por IA predice la fecha exacta en la que uno morirá. Por una suscripción anual, la herramienta ofrece sugerencias personalizadas para mejorar calidad y cantidad de vida.

Periodista

8 minutos

El reloj de la muerte establece la fecha exacta del fallecimiento.

La relación entre tecnología, salud y economía se está redefiniendo con el creciente éxito de Death Clock (El reloj de la muerte), una aplicación impulsada por inteligencia artificial (IA) que predice la fecha probable de muerte de sus usuarios. Esta herramienta, desarrollada por Brent Franson y sustentada en un análisis de datos de más de 53 millones de personas y 1.200 estudios científicos, va más allá de satisfacer una curiosidad mórbida: busca ofrecer predicciones precisas y recomendaciones personalizadas para mejorar la calidad y duración de la vida.

Su promesa de integrar la salud y la planificación financiera ha generado mucho entusiasmo por la sensación de control que otorga sobre la propia existencia, hasta el punto de que permite alargarla con más bienestar, y también escepticismo, por el hecho de que todavía no existen estadísticas que avalen su eficacia. En todo caso, como señala Ryan Zabrowski, planificador financiero, “una mejor medición de la esperanza de vida permite planificar mejor el retiro y afrontar jubilaciones más largas”. Sea como fuere, Death Clock plantea una visión innovadora: transformar la incertidumbre sobre la propia muerte en un dato útil y manejable que contribuya a un estilo de vida más saludable y un mayor disfrute vital.

¿Qué es el reloj de la muerte?

Probablemente, la gracia y gancho de esta aplicación es que ha tangibilizado una expresión célebre desde la noche de los tiempos: el “reloj de la muerte” es una metáfora que se refiere a la inevitabilidad del fin de la vida y al paso inexorable del tiempo. En algunas culturas y tradiciones, este concepto se utiliza para señalar que, así como un reloj sigue su marcha sin detenerse, la vida también avanza hacia su término. Este tipo de imágenes suelen evocar la idea de que el tiempo no se puede controlar, lo que puede generar reflexión sobre la fragilidad de la vida y la importancia de aprovechar el tiempo que tenemos.

Más allá de esa imagen que incita al carpe diem (vive el momento, aprovecha cada día), el objeto de este artículo parece estar cambiando las reglas de juego: o al menos redefiniéndolas, en la medida en que la aplicación basada en inteligencia artificial está diseñada para predecir la fecha probable de fallecimiento de una persona. ¿Cómo lo hace? Esta herramienta emplea datos de estudios sobre esperanza de vida y factores como dieta, ejercicio, sueño y niveles de estrés, de manera que ofrece resultados más personalizados que las tablas de salud y longevidad tradicionales, al tiempo que busca fomentar estilos más saludables entre sus usuarios para prolongar su esperanza y calidad de vida.

Una buena dieta es un hábito que contribuye a retrasar la muerte.

¿La hora de la muerte es fija?

Esta pregunta ha sido el eje gravitacional de algunas de las obras literarias y artísticas más sobresalientes de la historia humana, como por ejemplo Fausto, de Johann Wolfgang Goethe. El hecho es que la conciencia de nuestra mortalidad puede llevarnos a comportarnos de manera diferente en el presente. En la Edad Media, la peste negra se cobró la vida de aproximadamente un tercio de toda la población de Europa (algunas estimaciones cifran que esta enfermedad acabó con la vida de 50 millones de personas). Como resultado de esta situación, la expresión romana memento mori (“recuerda que vas a morir”) recobró renovado impulso y marcó profundamente la forma en que la gente vivía sus vidas.

En esa dirección, se enmarca una popular obra del teatro inglés medieval, Everyman, que relata cómo un hombre asciende a la cima del éxito vital y en ese momento es visitado por la muerte, que viene a buscarlo, lo que nos recuerda a todos una reflexión de calado: lo que de verdad tendrá algún valor al final de la vida son nuestras buenas acciones, aquellas que dan sentido a una existencia y ponen en disposición de morir de una manera calma y esperanzada.

El concepto de memento mori y el reloj de la muerte comparten una honda reflexión sobre la inevitabilidad de la muerte y la finitud del tiempo. La expresión del latín “recuerda que vas a morir” sirve pues como recordatorio de que la vida es efímera y que todos estamos sujetos a la muerte. Tradicionalmente, ambas expresiones se han representado con símbolos como calaveras, relojes de arena, o relojes que marcan la hora final.

Un reloj entrenado con 53M. de participantes en 1.200 estudios

Hasta ahora se pensaba que no había vuelta de hoja con esa fecha. Pero la tecnología de la IA está transformando los métodos tradicionales para calcular la esperanza de vida, como lo demuestra Death Clock (El reloj de la muerte), una aplicación que predice la fecha probable de fallecimiento a partir de datos sobre hábitos de vida y salud. Brent Franson, desarrollador de la app, afirma que sus algoritmos ofrecen una medida más precisa que las tablas estándar que se dedican a ese cometido. Para acreditarlo, Franson explica que “esta herramienta ha sido entrenada con datos de 53 millones de participantes en 1.200 estudios”. Según este emprendedor, el interés por esta aplicación, que se ha descargado 125.000 veces desde julio de este 2024, radica en que “probablemente no hay una fecha más importante en tu vida que el día en que vas a morir”.

Además de su impacto en la salud personal, esta clase de herramientas comportan implicaciones económicas significativas. Así lo corroboran investigaciones recientes de instituciones tan reputadas como Harvard y la London Business School, que sugieren que las políticas basadas en la edad cronológica pueden limitar el aprovechamiento de los beneficios de una mayor longevidad.

Por su parte, Ryan Zabrowski, asesor financiero en Krilogy y autor de Time Ahead (Tiempo por delante), destaca que una mejor medición de la esperanza de vida pondrá en la tesitura de ser más planificadores y racionales a los ahorradores, en el sentido de que dispondrán de datos fiables que les pondrán en situación de invertir más en acciones para afrontar jubilaciones más largas. En ese sentido, Zabrowski anticipa una “escalada masiva de la demanda de renta variable” a medida que la expectativa de vida siga aumentando.

No obstante, la precisión de estas tecnologías encuentra límites frente a factores intangibles y desigualdades sociales. En ese sentido, Angus Deaton, economista galardonado con el premio Nobel, ha estudiado cómo la pobreza impacta en la longevidad, hasta el punto de identificar brechas significativas entre ricos y pobres. Según la Asociación Médica Estadounidense, a los 40 años, el 1% más rico de los hombres en EE. UU. vive casi 15 años más que el 1% más pobre, una desigualdad que Death Clock busca atenuar sugiriendo cambios en el estilo de vida por una suscripción de 40 dólares anuales.

El reloj de la muerte: las claves del cuestionario

Una mejor medición de la esperanza de vida obliga a calcular las circunstancias financieras. 

¿Qué pautas nutren a El reloj de la muerte, la página web que utiliza inteligencia artificial para anticipar el día en que una persona podría morir? Una de las claves que estructura su predicción es un cuestionario que incluye preguntas como la frecuencia de consumo de alcohol, hábitos sexuales, tiempo de exposición al sol, regularidad del ejercicio y antecedentes familiares de diabetes. Tras analizar las respuestas, el algoritmo genera una fecha estimada de muerte y una cuenta regresiva en pantalla. Aunque la herramienta ha causado curiosidad, expertos en salud mental advierten sobre su impacto emocional, señalando que podría generar ansiedad en algunos usuarios, además de cuestionar la ética de lucrarse con un tema tan sensible.

Las preguntas que perfilan la longevidad

Frecuencia de consumo de alcohol. Indaga en las rutinas etílicas, por ocio y esparcimiento, en el trazo diario o semanal.

Hábitos sexuales. Cuestiona a los usuarios sobre si mantienen relaciones sexuales sin protección o si desarrollan estas prácticas con diferentes parejas.

Exposición al sol. Mide cuánto tiempo se pasa bajo el sol, un factor relacionado con problemas de piel y vitamina D.

Actividad física. Pregunta con qué regularidad se realiza ejercicio y el tipo de actividad que se practica.

Antecedentes familiares de diabetes. Busca determinar si hay una predisposición genética en tu familia inmediata.

El algoritmo utiliza estas respuestas junto con otros datos, como el género y fecha de nacimiento, para calcular una fecha estimada de la muerte. Además, inicia la ya mencionada cuenta regresiva con horas, minutos y segundos restantes, lo que refuerza el impacto emocional del resultado.

El reloj de la muerte: fundamento científico

Según su creador Brett Franson, El reloj de la muerte sugiere mejoras en los hábitos, con la promesa de extender la vida hasta, en los casos más positivos, 20 años más: esta herramienta es “una mejora significativa” respecto a las tablas de mortalidad estándar y versiones anteriores, como la app para iPod lanzada en 2006. El cuestionario también aborda temas más específicos, como antecedentes familiares, salud mental y enfermedades crónicas. Por ejemplo, un periodista que la probó recibió como predicción que moriría el 28 de febrero de 2074 a los 90 años, aunque con mejores hábitos podría alcanzar los 103.

¿Por qué también es considerada como una herramienta microeconómica de utilidad? Ryan Zabrowski, planificador financiero, pone en valor que “un gran temor para los ancianos y jubilados es sobrevivir a su dinero”, por lo que estimaciones precisas de mortalidad de esta aplicación podrían ser útiles para planificar mejor sus finanzas. Aunque innovadora, la app plantea interrogantes sobre el impacto emocional que podría tener en los usuarios.

No solo indica cuándo mueres, sino la probable causa

Hablamos de una aplicación que no solo proporciona la fecha de fallecimiento de los usuarios, sino que también aporta posibles causas como cáncer o enfermedades cardiovasculares. Según Franson, “no se trata solo de asustarte; evaluamos tu salud”, combinando metodologías tradicionales con algoritmos avanzados.

Disponible en Google Play y Apple Store, la app analiza datos como niveles de colesterol, rutina de ejercicio, consumo de azúcar y relaciones personales para brindar una predicción detallada. A través de recomendaciones personalizadas, como incorporar levantamiento de pesas o más ejercicio cardiovascular, los usuarios pueden extender su vida, de manera promedio, hasta tres años, según los cálculos de la app.

Si bien la app ha despertado interés, algunos usuarios la han recibido con escepticismo y humor. Por ejemplo, un usuario de X ironizó: “Justo lo que necesitaba: una app para decirme que mis tacos nocturnos me están matando”. Pese a las críticas, Franson asegura que su tecnología supera a las tablas de vida estándar utilizadas por actuarios, ya que integra factores como la salud mental y la gestión del estrés, mostrando que la fecha de muerte no es inmutable.

El estilo de vida de los monjes tibetanos permite alargar la vida hasta más allá del siglo.

¿Cuál es el secreto de una vida larga y próspera? La respuesta se puede encontrar en el estilo de vida de algunos monjes tibetanos, capaces de vivir hasta más allá de los 100 años gracias a sus rutinas de meditación, dieta equilibrada y ejercicio físico, lo que refleja cómo los hábitos pueden alargar nuestra esperanza de vida.

Herramientas como Death Clock invitan a adoptar prácticas más saludables y también afinan su valor en la planificación financiera. Por ejemplo, un jubilado con expectativas realistas de longevidad puede ajustar sus ahorros, evitando gastar de más o quedarse sin recursos. Aunque la app ofrece una forma única de encarar el futuro, no está exenta de riesgos, como el impacto emocional de afrontar una cuenta regresiva hacia la propia muerte. Para quienes la usen, incorporar ejercicio regular, una alimentación equilibrada y técnicas de manejo del estrés son cambios que podrían marcar la diferencia. En definitiva, Death Clock redefine nuestra percepción de la muerte, transformándola de un evento implacable a un dato predecible y útil, lo que abre un debate ético y práctico sobre el uso de la tecnología en asuntos tan trascendentales.