Tecnología

Combate la dictadura de Birmania con drones impresos en 3D

Un ingeniero se sumó a un grupo revolucionario y utiliza sus conocimientos tecnológicos para contrarrestar la embestida del ejército.

Periodista.

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Los grupos revolucionarios fabrican armas y drones con impresoras 3D. (Imagen ilustrativa 123rf).

Si bien no ya era de por sí un país con conflictos, la guerra civil se intensificó drásticamente en Birmania​,​ denominada oficialmente República de la Unión de Myanmar,​ tras el golpe militar del 1 de febrero de 2021. Miles de personas salieron a las calles para realizar protestas pacíficas y fueron reprimidas con gran violencia y armas letales, que dejaron cientos de muertos.

Desde entonces, se cuentan más de 3.000 civiles asesinados y son alrededor de 250 las organizaciones rebeldes que luchan contra la dictadura militar, algunos de ellos aliados a grupos étnicos armados que hace décadas pelean por su autonomía.

3D, un joven ingeniero de redes que participó de esas trágicas protestas en la ciudad de Loikaw y fue testigo de la sangrienta represión, decidió unirse a la revolución y se enroló en un grupo llamado Fuerza de Defensa de las Nacionalidades Karenni (KNDF), integrado por voluntarios civiles. Pero rápidamente se dio cuenta de que no podían combatir la brutalidad estatal sin armas. “No teníamos nada cuando comenzó nuestra resistencia hace dos años, y nos enfrentamos a un titán militar. Fue entonces cuando pensé, tengo que encontrar una manera de hacer armas desde cero”, compartió 3D.

Lo primero que fabricó fueron los rifles semiautomáticos FGC-9, impresos en 3D. FGC es el acrónimo de “Fuck Gun Control”, que podría traducirse como “Que le den al control de armas”, ya que puede elaborarse sin ningún componente comercial regulado. Sólo se necesitan piezas personalizadas impresas en 3D, componentes metálicos fácilmente realizables y tornillos, resortes y pernos comprados en una tienda. 

Así consiguió 3D su nombre de guerra, quien contó su historia al sitio estadounidense Wired con la condición de no revelar su nombre real ni su imagen, pues se arriesga a ser arrestado, torturado y ejecutado, tanto él mismo como sus padres.

Hace pocos días, un estudiante de doctorado británico de 26 años ha sido acusado de terrorismo y condenado a prisión por elaborar un dron con una impresora 3D capaz de transportar explosivos destinado, según los investigadores, al Estado Islámico.

Los drones

Las armas de plástico, sin embargo, no podían competir con las originales en el campo de batalla, así que pronto quedaron relegadas a acciones defensivas o ataques de golpe y fuga.

Escondido en una cueva al este de Myanmar, en algún lugar de la jungla, 3D trabaja con sus impresoras. Ahora realiza drones, estabilizadores para morteros y otras municiones para apoyar a los combatientes a favor de la democracia.

El Liberator-MK1 fue el primer dron que fabricó 3D, inspirado en un modelo ucraniano llamado Punisher. Constaba de un marco impreso en 3D, cubierto con fibra de vidrio y tenía un ala fija que podía llevar hasta 1,5 kg de explosivos. La batería, el motor y otros componentes debían pasar de contrabando desde Tailandia. “Pero el mayor problema que tuvimos fue una estructura de ala débil. No pudo soportar el peso del avión y se rompió en el medio”, explicó 3D.

Ahora produce el MK2, que es una versión rediseñada del Liberator MK1. Una vez que 3D posee todos los componentes que llegan del exterior del país, el dron puede estar listo en dos días. Y su costo total es de aproximadamente 4800 euros.

Luego viene el período de pruebas y testeo. La configuración puede fallar, por ejemplo, o la brújula, lo que impide que el dron pueda controlarse adecuadamente.

"El proceso de lanzamiento es el momento decisivo. Una vez que está en el aire, sabemos que no hay razón para preocuparse, pero a veces se bloquea debido a un mal funcionamiento. Hay muchos errores que debemos considerar. Es por eso que continuamos refinando nuestros diseños. Varios drones ya se han perdido en el aire", dice 3D a Wired.

El lanzamiento consiste en que un miembro del equipo levante el dron por encima de su cabeza en un área abierta, corra unos metros, salte y lo suelte hacia el cielo. Puede ocurrir que levante vuelo y se pierda de vista. O puede caer a los pocos segundos, y encontrarlo como un montón de cables quemados. Cuando algo falla solo queda esperar que alguna pieza pueda reutilizarse y empezar de nuevo.

Muchos de los integrantes de los grupos rebeldes son nativos digitales, pertenecientes a las generaciones millennial y Gen Z, por lo que aprovechan sus habilidades para buscar diseños de drones o armamento en línea y modificarlos. Las fuentes pueden ser otros grupos desconocidos o sus propios enemigos.

Amnistía Internacional señala que se ha documentado que en los estados de Chin, Kayah y Kayin el ejército emplea munición de racimo en los ataques aéreos, un sistema de armas prohibido por el derecho internacional. También aumentó el empleo de minas terrestres antipersonal —prohibidas internacionalmente—, que plantaba en el interior de viviendas, aseos e iglesias o a su alrededor, en caminos que conducían a arrozales y en otros lugares frecuentados por la población civil.

La guerra es totalmente asimétrica. Los rebeldes apenas logran acceder a municiones básicas y en los entrenamientos los voluntarios de KNDF reciben solo dos balas de .22 mm para tratar de alcanzar un objetivo. La práctica real se realiza durante el combate activo. Mientras tanto, el ejército de Myanmar ha gastado casi mil millones de euros en armamento y materiales necesarios para fabricar armas desde que se produjo el golpe, según un informe de las Naciones Unidas publicado en mayo de este año.

“Pero los militares todavía no pueden derrotarnos en el suelo, por lo que recurren a bombardearnos desde arriba. No podemos defendernos. Todo lo que podemos hacer es escondernos", dice 3D. "Los drones son lo único que tenemos para hacerles sentir incluso una fracción del trauma que sentimos cuando nos bombardean con sus aviones de combate".

Nadie puede afirmar que los drones de 3D puedan contrarrestar semejante embestida estatal, pero, por el momento, es la única manera que han encontrado estos grupos pro democráticos para defenderse.