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Digitalización

Los 32 cables submarinos que convierten a España en un referente de conectividad a nivel mundial

El 95% del tráfico de Internet se mueve bajo el mar, a través de los más de 436 cables submarinos que conectan el planeta.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

3 minutos

Ilustración 3d de una sección transversal de un cable de comunicaciones submarino.

Navegar por Internet es una expresión casi literal. El 95% del tráfico de Internet se mueve bajo el mar, a través de los más de 436 cables submarinos que conectan el planeta. 32 de ellos pasan por España, un lugar que, por su privilegiada posición geográfica se ha convertido en un actor relevante en la economía del siglo XXI, una economía que, inevitablemente, pasa por los datos y la gestión eficiente de la red.  

La web Telegeography recoge el mapa de todos los cables submarinos del planeta y allí pueden verse, de forma interactiva, todos aquellos que conectan con nuestro país. Algunos nos conectan con África, otros con América y otros conectan las islas entre sí o la península con las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. 

En total, la web recoge 32 cables submarinos, aunque lo cierto es que no existe un registro oficial de los mismos. Precisamente, esto es lo que se reclama en la nueva Ley General de Telecomunicaciones, un registro que será muy útil por ejemplo a la hora de proteger estos activos en materia de ciberseguridad. 

 

¿Por qué son tan importantes estos cables? Principalmente porque son vitales para el funcionamiento de Internet. Gracias a los cables submarinos de fibra óptica, los datos fluyen 16 millones de veces más rápido que la mayoría de las conexiones fijas domésticas. Y la importancia de los datos no deja de crecer. Fuentes de la consultora IDC cifraron en 64,2 zettabytes el volumen de datos globales en 2020, una cifra que se situará en los 175 zettabytes en 2025. 

Por situarlo en contexto, un disco duro standard de un usuario personal suele tener 1 TB de capacidad. Un zettabyte son mil millones de terabytes. El crecimiento exponencial de los datos es tan abrumador que cuesta comprenderlo. Y eso en un mundo donde, todavía, un tercio de la población mundial, unos 2.700 millones de personas, sigue sin estar conectado a Internet.  

A medida que estas personas se vayan incorporando al uso cotidiano de la red, no solo va a aumentar exponencialmente la generación de datos, sino la necesidad de infraestructuras. La conectividad va a ser un factor determinante y España tiene una posición privilegiada para convertirse en un referente a nivel mundial. 

Más allá de la geografía 

Varias razones confieren a España este papel tan relevante. La primera de todas ellas, la más obvia, no es otra que su lugar en el mapa. Durante siglos, España ha hecho de puente entre tres continentes, Europa, África y América, y ahora vuelve a serlo en cuestión de cables submarinos. Prueba de ello son el cable Marea, que une Bilbao con la costa de Virginia, o el cable 2Africa, el más largo del mundo, que parte de Barcelona para circunnavegar todo el continente africano. 

Pero hay más razones. Una de ellas es que el mercado británico, habitual punto de anclaje de las comunicaciones entre EE.UU. y Europa, está saturado. La siguiente “parada” solía ser Ámsterdam, que también se encuentra ya al borde del colapso. En este contexto, España constituye un punto de amarre alternativo muy interesante. 

También influye el tipo de costa. Se buscan puntos de amarre donde la llegada sea más arenosa. En esto España presenta una ventaja respecto a otros países, donde el acantilado marino complica la instalación de cables submarinos. 

Asimismo, el contexto es ahora más favorable. El ex-secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, Roberto Sánchez, apuntó hace unos meses que el Gobierno tiene previsto eliminar barreras de tipo administrativo a esta actividad, de modo que pueda encontrar en España un centro neurálgico para sus operaciones. 

La llegada de los cables submarinos impulsa además otro negocio floreciente en nuestro país: la instalación de data centers o centros de datos. Estos lugares, que permiten el correcto funcionamiento de Internet, tienen un impacto muy positivo en la economía española. Se calcula que cada euro invertido en la industria de los data centers produce un retorno de 7 euros en el PIB de un país o región. 

Y aunque gran parte de los data centers se están instalando en la Comunidad de Madrid, la necesaria capilarización de la red los está extendiendo hacia otras zonas de nuestra geografía como Valencia, Bilbao o Cáceres, donde próximamente se va a poner en marcha el primer centro de datos neutro en carbono de la Unión Europea. Todo un hito que sería imposible sin la aportación de los 32 cables submarinos que traen Internet a nuestro país.