La natalidad se está desplomando en todos los rincones del planeta. Bueno, en todos no. Parece que en Nigeria y en buena parte del África subsahariana aún resiste, pero algunos apuntan que es cuestión de tiempo. Lo que está claro es que no es un problema exclusivo de Europa, Estados Unidos y el Sudeste Asiático.
China, el gran gigante demográfico de la economía mundial, va a comenzar este año a reducir su población, aunque hay quien afirma que podría estarlo haciendo ya y que está falsificando sus datos de natalidad. Japón lleva años reduciendo su población, al igual que Corea del Sur, donde ha disminuido un 88% la tasa de nacimientos entre 1960 y 2020.
Las políticas de fomento de la natalidad, cuantiosas e imaginativas, fracasan en todos los puntos del planeta. En Hungría dedican el 5% del PIB a aumentar la tasa de hijos por mujer. Las que tienen cuatro dejan de pagar impuestos. Créditos a parejas que no deben devolver si tienen tres. ¿Resultado? 1,6 mujeres por hijo.
En Finlandia, mucho más progresista, durante mucho tiempo funcionaron medidas como las guarderías gratuitas o los generosos permisos a los padres. Pero ya no funciona. La tasa de natalidad ha caído un tercio en los últimos años. Si Europa presenta cifras de crecimiento en algunos casos es por la inmigración, no porque nazcan nuevos seres humanos.
Y eso trae de cabeza a las empresas, asustadas por la caída sistemática de la población. En España, el sector tecnológico no encuentra trabajadores para cubrir las plazas que necesita. La asociación DigitalES cifra en 120.000 los puestos de empleo que no se cubren en la actualidad.
En EE.UU., entre 1950 y 2016 se incorporaban cada año unos cinco millones de personas al mercado laboral al alcanzar la edad legal, pero en 2016 esta cantidad empezó a disminuir y se llegó a los tres millones de personas anuales.
El problema se agrava al reducirse la natalidad de países emisores de emigrantes, como México respecto a EE.UU. o Turquía y países africanos respecto a Europa. Aunque sigan los flujos de inmigración, habrá menos población que quiera emigrar. Países como Marruecos, India o Túnez están rondando ya en los 2,1 hijos por mujer, la considerada tasa de reemplazo.
¿Y si la solución está en la tecnología?
Pocos son los que piensan ya que la inmigración sea capaz de resolver un problema como la escasez de mano de obra en un futuro. Menos aún, visto su escaso éxito, las políticas de fomento de la natalidad. Quizás, y es hora de afrontarlo, sea más fácil reformar el sistema de pensiones para ajustarlo a los niños que hay que pretender cambiar los niños que hay para sostener el sistema de pensiones.
Corea del Sur, el único país en el mundo con una tasa de fertilidad menor a uno, está siendo uno de los primeros países del mundo en afrontar este reto. Y lo hace apostando por la inteligencia artificial y los robots, con la esperanza de paliar la escasez de mano de obra en campos que van desde la restauración a la sanidad.
La inteligencia artificial ya permite hoy grandes avances como calcular con exactitud el coste económico de un ataque informático antes de que se produzca, pero los robots no se quedan atrás. En una feria de robótica celebrada en marzo en Seúl, la compañía Hanwha Robotics presentó un brazo robótico programado para decantar vino como un experimentado sumiller humano. El robot reproduce los movimientos del brazo de un sumiller de renombre mediante controles precisos de fuerza, posición y velocidad.
El mes pasado, informa Nikkei Asia, la empresa Doosan Robotics empezó a probar un robot barista capaz de servir 80 tazas de café a la hora y hacer latte art en colaboración con una cadena de cafeterías local. También probó un robot de cocina capaz de freír seis cestas al mismo tiempo en un instituto, sirviendo a 500 personas en dos horas.
Líderes en robots camareros
Corea del Sur lidera el mundo en densidad de robots, con 1.012 robots por cada 10.000 trabajadores en 2022, según informa la Federación Internacional de Robótica. La cifra es muy superior a los 730 del segundo clasificado, Singapur, y duplica o triplica las cifras de Alemania, Japón, China y Estados Unidos.
Muchas empresas surcoreanas se centran ahora en robots colaborativos diseñados para trabajar con personas, a diferencia de los robots industriales a gran escala que suelen utilizarse en las fábricas. Estos robots, también llamados cobots, son cada vez más comunes en el sector servicios surcoreano.
Según las previsiones del Instituto Coreano de Información Científica y Tecnológica. , las ventas surcoreanas de robots de servicio se duplicarán hasta alcanzar los 1.000 millones de dólares en 2026.
Esta tendencia se debe en gran medida a la grave escasez de mano de obra en Corea del Sur. La población en edad de trabajar ha disminuido desde que alcanzó un máximo de 37,62 millones en 2019, y se prevé que descienda hasta los 29 millones en 2040 a la luz de la bajísima tasa de natalidad del país.
Corea del Sur considera que los robots son la clave para resolver este reto. El gobierno ha hecho un llamamiento a la creación de una "economía K-robot", fomentando el uso de robots no sólo en la fabricación, sino también en los sectores de defensa, aeroespacial y de servicios.
Sin embargo, aunque este país ha apostado por el uso de robots, es uno de los países menos competitivos en este campo entre las principales economías. Los fabricantes dependen de proveedores extranjeros para las piezas críticas, cooperan poco entre ellos y carecen de talento especializado.
Ante estos obstáculos, el gobierno surcoreano pretende formar a 15.000 expertos en este campo y fomentar unas 30 empresas de robots con unas ventas combinadas de 100.000 millones de wones (67,8 millones de euros). E invertirá el doble en la construcción de un centro nacional de pruebas de robots. ¿Conseguirá esto paliar la escasez de mano de obra en un futuro cada vez menos lejano? Es pronto para saberlo, pero no se puede negar la originalidad y valentía a la hora de afrontar un problema que ya es universal.