La irrupción de ChatGPT preludia una revolución en los motores de búsqueda, que gracias al uso de la IA van a suministrar información más elaborada y personalizada, a la carta de quien consulta, lo que abre un horizonte de posibilidades y peligros formidables.
“Si buscas, encontrarás”, es una de las máximas más conocidas deparadas por el pensamiento del filósofo Platón (427-347 AC, Atenas), figura central de la filosofía universal. Ese anhelo de conocimiento se encuentra en un periodo crucial de la historia humana. En el momento actual, los motores de búsqueda, esas enciclopedias instantáneas que nos devuelven información sintetizada de Internet e infinidad de enlaces para saciar nuestra curiosidad, ocupan el centro de las consultas de millones de personas. El reto de cada internauta que los consulta es discriminar cuáles de las fuentes consultadas merecen su crédito y su confiabilidad.
Google: opción hegemónica, casi monopolística, de nuestras búsquedas
Vivimos en un tiempo cercano al monopolio respecto a en qué entidad confiamos para hacer esas averiguaciones. La mayoría de nosotros nos decantamos por consultar a Google, el motor de búsqueda más empleado del planeta, como acredita un estudio de junio de 2022 de StatCounter, sitio web dedicado a analizar el tráfico que se genera en la Red. Según ese análisis, la cuota de mercado mundial de los motores de búsqueda de Google era del 91,88%, seguido por Bing con un 3,19%, Yandex con un 1,52%, Yahoo con un 1,33%, Baidu con un 0,76% y DuckDuckGo con un 0,64%. Otros motores de búsqueda representan el 0,68% restante. De ahí que haya quien, provistos de buenas dosis de humor y retranca, hablan cada día de consultar sus dudas a san Google o al oráculo, aunque quizá esto esté cambiando.
Cómo funcionan los motores de búsqueda
En esencia, lo que hace un motor de búsqueda es recopilar toda la información disponible en los archivos web, y los distribuye por medio del proceso de crawling, el método mediante el que se clasifican e indexan todas las páginas webs disponibles en la red. En un primer momento, los resultados que arrojan esos mecanismos de conocimiento son rápidos, casi instantáneos. Aunque luego se requiere de una búsqueda paciente y atenta para determinar aquellos contenidos que sacian con más criterio e información más certera nuestra curiosidad.
Por qué ChatGPT está revolucionando el mundo de las búsquedas
En noviembre de 2022, el laboratorio de investigación de inteligencia artificial OpenAI (organización que de define como dedicada a la investigación e implementación de inteligencia artificial de manera segura y responsable) lanzó ChatGPT (Generative Pre-trained Transformer), un prototipo de chatbot sustentado en la IA que está especializado en el diálogo. Entre otras perlas, esta vanguardista herramienta de IA puede desarrollar análisis de voz y texto, explicar conceptos complejos, traducir entre idiomas, escribir historias y ensayos y depurar código.
Es decir, su irrupción en la red encendió la imaginación de millones de personas que vislumbraron la posibilidad de que los motores de búsqueda que se sustentan en instrumentos de IA como ChatGPT puedan generar información relevante, perfectamente ordenada y narrada, en una sola búsqueda, en un lenguaje comprensible y hasta coloquial. Es decir, su presencia puede representar un salto evolutivo de calado en la manera en la que interaccionamos con las máquinas.
Conscientes de esa realidad, los fundadores de Google, Sergey Brin y Larry Page, han vuelto a Google, ante la activación de una suerte de código rojo por la amenaza que representa el ChartGPT en su posición hegemónica, y, sobre todo, tras la exitosa presentación del nuevo mundo que Microsoft ha abierto en Bing, con la adopción de este instrumento que en sus primeros días -a pesar de que aún solo está disponible por invitación- ha revolucionado las búsquedas en navegadores.
¿Por qué ChatGPT está generando tanto revuelo y expectación en el marco de Internet en general y de los buscadores en particular? Porque su capacidad para generar conversaciones y escritos que parecen de elaboración humana le convierten en un interlocutor más que apetecible como motor de búsqueda del futuro: una suerte de sherpa de contenidos que te aporta una respuesta elaborada y mascada a tu curiosidad. Hablamos de modelos de lenguaje se han entrenado con fabulosas cantidades de datos para comprender cómo consumir y crear lenguaje de forma natural, y son buenos para recopilar, resumir y modificar información en respuesta a nuestras indicaciones. Aunque a veces también cometen errores de bulto y pueden emitir comentarios inadecuados, así como ofensivos, por una falta de pericia y proceso en su programación.
Frente a unas posibilidades tan elaboradas, la versión actual de la búsqueda de Google nos brinda una cantidad estimable de enlaces y anuncios, así como información contextual, en respuesta a una cadena de búsqueda. De manera promedio, la respuesta a nuestra consulta es vaga, poco precisa, y requiere que nos pongamos él casco de ‘mineros de la verdad’ revisando con son laborioso y muchas veces intuitivo las decenas de enlaces que depara el oráculo más solicitado de nuestro tiempo.
Así pues, con esta irrupción, Microsoft se frota las manos, porque aprecia un aliado de calado para hacer más atractivo su buscador Bing a ojos de millones de internautas. En esa línea, se enmarcan las declaraciones de Saya Nadella, CEO de Microsoft, quien señala que los nuevos avances en IA "reformarán todas las categorías de software que conocemos". En esa sintonía, la compañía creada en su día por Bill Gates ha anunciado, más allá de la integración que está ahora probado de integrar ChatGPT, una nueva ronda de inversión en Open AI de 10.000 millones de dólares (que se suman a los 1.000 que ya invirtió en 2019).
Con este panorama, se esperan respuestas tan formidables como que podamos obtener una receta personalizada en función de nuestro estado de salud y apetencias, o que podamos recibir un ensayo sobre una realidad social o cultural en la que queramos profundizar. Eso por no hablar de lo amenas y ‘verosímiles’ en términos humanos que pueden ser las conversaciones que generan esas herramientas de IA vanguardista.
¿Las pegas? Por ejemplo, sus problemas con las matemáticas y los problemas de lógica, tal y como señalan desde la Cadena SER. ChatGPT tampoco parece muy versado en la familia real española, ya que no ha sido capaz -de momento- de precisar quiénes son los padres de uno de sus miembros más populares de nuestro tiempo, Felipe Juan Froilán de Todos los Santos y Marichalar. Hablamos pues de fallos de entrenamiento y programación.
La contrapropuesta de Google para mejorar los buscadores: Bard
Entretanto, Google ha presentado ya a Google Bard, el chat por inteligencia artificial que aspira a ser el competidor de Chat GPT. Se trata de un sistema conversacional, de manera que está concebido para poder conversar con él a través de mensajes convencionales.
Este instrumento de IA del gigante tecnológico está basado en LaMDA, un potente modelo de lenguaje experimental modelado por Google para aplicaciones de diálogo. Su afinamiento es tan alto, y su capacidad para generar conversaciones tan armonioso, que, durante su periodo de pruebas, este modelo de LaMDA hizo creer a uno de sus programadores que tenía conciencia, lo que le costó la baja administrativa de Google, como contamos en su momento.
De todos modos, esta herramienta también comete errores importantes. Google elaboró en febrero un anuncio para promocionar la herramienta en Twitter, en el que Bard respondía a una pregunta con información incorrecta. Este fallo generó que Alphabet, la empresa matriz de Google, tuviera ese día una pérdida de valor del 7,68% en bolsa.
De momento, Google también quiere entrenar esta herramienta de IA con las opiniones y comentarios del mayor número de usuarios con lo que en Google denominan “una versión de modelo liviano de LaMDA”. Este modelo mucho más pequeño requiere significativamente menos poder de cómputo, lo que les permitirá atender a más usuarios y obtener más comentarios.
La competencia a ChatGPT no termina ahí. Aparte de los desarrollos en los que están inmersos Meta y Amazon, también están opciones como Claude, un chatbot desarrollado por Anthropic, una startup de San Francisco que apuesta por conceptos como “beneficencia y autonomía”; Sparrow, de DeepMind, que reduce el riesgo de respuestas “inseguras e inapropiadas”; o Character, concebida por Noam Shazeer y Daniel De Freitas, que permite a los usuarios conversar con ella y jugar roles de personas vivas o pertenecientes a la historia de la humanidad: hasta el punto de que la herramienta puede hacerse pasar por figuras históricas o personajes ficticios.
Volviendo a la apuesta de IA de Google, como apuntan en la web Xataka, Bard va a estar vinculado permanentemente a Internet, construyendo así sus respuestas con información actualizada. Se trata de un factor diferencial en relación a chats generados por IA, como ChatGPT, que se nutren de la información con la que han sido programadas, por lo que pueden proporcionarnos información desactualizada con bastante frecuencia.
Entretanto, Microsoft ha conseguido integrar ChatGPT dentro de las búsquedas de Bing, adelantándose así a posibles planes de Google con Bard en Chrome, y consiguiendo, como esta misma semana han destacado, cruzar la barrera de los 100 millones de usuarios diarios activos (DAU) de Bing, de los cuales un tercio no lo habían utilizado jamás (este dato hubiera sido mucho mayor de no haber sido necesario acceder a este servicio mediante un sistema de invitaciones, ya que este motor conversacional aún comete muchos errores). Pero aun así, como explicaba Yusuf Medhi, máximo responsable de esta división en Microsoft, "se trata de una cifra sorprendentemente notable, y sin embargo somos plenamente conscientes de que seguimos siendo una empresa pequeña, con una cuota de mercado por debajo del 10%. Dicho esto, ¡sienta bien estar en el baile!".
Toda esta carrera tecnológica sustentada en la Inteligencia Artificial para mejorar los motores de búsqueda tiene un hilo común de ventajas que mejoraran nuestra experiencia de adquirir conocimiento. A saber, gracias a la IA, se potenciarán nuestras tareas creativas, se afinará en una mayor precisión y coherencia en las respuestas que aporte el buscador, se minimizarán los errores humanos, y se mejorará la toma de decisiones a la hora de analizar la información que requieren actividades como emprender un negocio, comprar un paraguas, comprender un movimiento artístico o, puestos a ser más vivenciales, decantarnos por un tipo de mascota o un restaurante que se adapte a nuestra personalidad.
¿Puede la IA construir a alguien mejor que nosotros para que nos guíe?
“El hombre sabio querrá estar siempre con el que es mejor que él”, dijo también en su momento Platón. El reto es saber si la IA puede generar esa compañía virtuosa que nos guíe y nos instruya. Seguramente, el ser humano del futuro podrá vivir de manera milenaria o incluso ilimitada y tendrá una capacidad de comprensión de sí mismo y de su entorno exponencialmente mayor que la actual gracias al uso de la IA, tanto en buscadores como en su propio cerebro, a través por ejemplo de implantes cerebrales, pudiendo generar así un estilo de vida más armonioso, consigo mismo, con sus semejantes y con su entorno.
Es curioso que no existan muchos casos literarios o artísticos de utopías cimentadas en el desarrollo tecnológicos. Aunque algunas previsiones científicas, no obstante, dibujan un porvenir en el que la IA hará los trabajos más peligrosos, aburridos y mecánicos de la actualidad. Y los desarrollará de una manera altamente productiva y eficiente. En esa dinámica, cualidades como la compasión (la capacidad de ponerse en la situación del otro y representarse lo que siente o necesita), la creatividad (entendida como la destreza para imaginar e innovar) o el pensamiento crítico (la habilidad de analizar, cuestionar y evaluar los razonamientos y principios que se dan por válidos de manera mayoritaria) serán aportes genuinamente humanos que abrirán futuro al ser humano y la vida sintética.
Puede ser, en cualquier caso, una relación altamente fructífera, de ida y vuelta. Unos réditos que se expresarán en ámbitos como el de la tecnología genética, que permitirá obtener nuevos fármacos, bacterias degradadoras de vertidos (que contribuirán al restablecimiento del equilibrio ecológico), la generación de animales y plantas más resistentes a plagas y a enfermedades, así como la prevención de enfermedades genéticas.
Ventajas concretas que nos aportará el desarrollo de la IA
El desarrollo exponencial de la IA también se traducirá en interfaces humano-ordenador que van a contribuir (de hecho, lo están haciendo ya) a optimizar el rendimiento físico y potencialmente también mental de los seres humanos, de manera que nos permitirán desarrollar una vida más plena y satisfactoria, como por ejemplo la generación de implantes oculares inteligentes. También merece mención propia la tecnología 3-D, que en manos de la IA tiene el potencial de maximizar y personalizar exponencialmente el desarrollo de las industrias y la fabricación de productos, aunque también alberga el potencial ´agujero negro’ de funcionar como fuente de desarrollo de armas de manera indiscriminada...
Nada está garantizado, en definitiva. Existe un riesgo bastante razonable, por ejemplo, de que la humanidad se desarrolle a diferentes velocidades, de manera que esos prodigios solamente puedan ser disfrutados por lo individuos y las sociedades más prósperas en el plano material.
Hay distopías, como 1984, que dibujan un panorama bastante desolador. En esa obra de George Orwell se habla de cómo la tecnología puede funcionar como elemento de control, tortura y alienación de las personas. Otras hablan de la tecnología como un oasis de entretenimiento, vibración y escapismo frente a una realidad sombría, como sucede en Ready Player One, de Ernest Cline. También hay obras de ficción, como Yo, robot, inspirada en un relato de Isaac Asimov, que pone en solfa la solidaridad y bondad de la inteligencia artificial en relación al ser humano...
Las leyes de la robótica de Asimov: horizonte de armonía entre IA y seres humanos
Por cierto, en Yo, robot se perfilan las tres leyes fundamentales de la robótica. A saber:
- La primera ley: “Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño”.
- La segunda ley: “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª ley”.
- La tercera ley: “Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley”.
Parecen unas coordenadas justas y cargadas de futuro para el desarrollo de los seres humanos y las máquinas equipadas con inteligencia artificial. De ahí que sea tan importante dar pasos en buena dirección con esos oráculos cibernéticos, que ya están mejorando nuestra comprensión de los inmensos alcances de la vida en desarrollo...El reto estriba en programar a esos guías de IA con los criterios de los seres humanos más sabios, fuertes y bondadosos que nos precedieron y nos rodean. El futuro de una vida coherente y en libertad, con alegría y esperanza, está en juego.