Los márgenes de acierto de la Inteligencia Artificial son muy elevados. No es extraño, por tanto, que muchas competiciones deportivas confíen de alguna forma u otra en su trabajo, ya sea para organizar un torneo, para mejorar la organización o simplemente para hacer púbicas unas predicciones sobre los posibles ganadores
En España, la Liga utiliza Inteligencia Artificial para decidir el horario de los partidos. Analiza 70 variables para buscar la máxima audiencia televisiva y la máxima asistencia al estadio. En los próximos Juegos Olímpicos, una IA evaluará a los gimnastas, complementando el papel que tradicionalmente realizaban los árbitros en esta disciplina.
Pero a pesar de su indudable valor para planificar entrenamientos (Carolina Marín la usa para mejorar su rendimiento) u organizar eventos, la Inteligencia Artificial no es infalible. Y menos aún cuando se enfrenta a valores realmente extraordinarios como la motivación del mejor deportista español de todos los tiempos.
Y así ha ocurrido recientemente en el Open de Australia, donde un algoritmo conocido como ‘Win predictor’ daba solo un 4% de posibilidades de victoria a Rafa Nadal tras perder el segundo set contra el ruso Danil Medveded. El tenista manacorense ha dejado en evidencia al sistema de predicción australiano, que fue proyectado sobre la pista en un lance del partido, como recogió en su cuenta de Twitter un aficionado.
Ya antes del partido, las expectativas no eran favorables al tenista balear, al que los algoritmos daban unas posibilidades de victoria de un 36% por un 64% del ruso. Nadal venía de una larga lesión y jugaba contra el número 2 del mundo, diez años menor que él.
Lo que no podía prever el algoritmo era una remontada de tal calibre, que no tenía precedentes. Nadie en la historia del Open de Australia ha remontado un parcial de dos sets a cero para imponerse en la final. Solo 5 jugadores lo han hecho a lo largo de la historia y ha sido 4 veces en Roland Garros y una en el Open de Estados Unidos.
La hazaña de Rafael Nadal, que se convierte con este triunfo en el tenista masculino con más títulos en la historia de los grandes torneos, no entraba –y tiene cierta lógica- en los cálculos de un sistema capaz de analizar con eficiencia miles de datos y ofrecer el resultado más lógico. Y así lo hizo. Solo que esta vez el 4% se impuso al otro 96%.