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Tecnología

Los jóvenes consideran los dispositivos digitales “una prolongación de sí mismos”

El estudio "Mi realidad conectada. Sí, también soy digital", elaborado por la Fundación Cibervoluntarios, muestra cómo los jóvenes españoles integran la tecnología en sus vidas.

Periodista

8 minutos

Joven relacionada con herramientas tecnológicas.

La tecnología ha transformado radicalmente la vida de las nuevas generaciones, y comprender esta relación es crucial para abordar las necesidades y desafíos de la juventud actual. El estudio "Mi realidad conectada. Sí, también soy digital", elaborado por la Fundación Cibervoluntarios, ofrece una visión profunda sobre cómo los jóvenes españoles integran la tecnología en sus vidas y cómo esta influye en la manera en la que configuran su identidad y en cómo articulan sus relaciones sociales.

Escudo Digital asistió a la presentación del estudio y tuvo ocasión de recoger los testimonios de sus principales investigadores y participantes, que coinciden en el valor de cultivar una actitud atenta, de apertura y aprendizaje, para comprender cómo los jóvenes incorporan las nuevas tecnologías en su proyecto de vida y en la manera en la que se mueven en el mundo.  Por ejemplo, uno de los hechos más interesantes que constata el estudio es que “las personas jóvenes sienten que las adultas se encuentran en una situación de una mayor vulnerabilidad porque ‘controlan’ menos que ellos”. Por contra, el aforismo que guía las actividades de los jóvenes en el ámbito digital es “yo controlo, este es mi mundo”. 

El objetivo principal de este estudio se centra en explorar el lugar que ocupa la tecnología entre los jóvenes españoles de 14 a 19 años. Para encontrar una respuesta, los responsables de esta investigación han preguntado a los jóvenes mediante una combinación de grupos focales (técnica de investigación cualitativa, que reúne a un pequeño grupo de personas para debatir y proporcionar retroalimentación sobre un tema específico) y encuestas, para recopilar de esta manera sus experiencias y prácticas con las nuevas tecnologías, analizando cómo influyen en la construcción de su identidad y en sus relaciones sociales.

Asimismo, el estudio también considera la percepción de los adultos sobre el uso de la tecnología por parte de los jóvenes, buscando puntos de coincidencia y discrepancia entre ambas generaciones. En palabras de Yolanda Rueda, presidenta de la Fundación Cibervoluntarios, “con este estudio queremos dar voz a la juventud, conocer mejor sus necesidades para poder acompañarlos en este proceso para que puedan aprovechar el máximo todas las oportunidades que la tecnología les ofrece en lugar de imponer medidas que restrinjan su uso”.

Informe "Mi Realidad Conectada. Sí, También Soy Digital"

Salir de una mirada adultocéntrica para valorar lo digital en jóvenes

Inés Dinant, responsable de Investigación y Estudios de Cibervoluntarios y coordinadora principal de "Mi realidad conectada. Sí, también soy digital", pone en valor la importancia de salir de una dinámica adultocéntrica al acercarse hacia los jóvenes para comprender de qué manera integran y articulan su realidad digital: “Hemos apreciado que muchas veces el uso que hacen los adultos de las nuevas tecnologías, y sus propios miedos, así como los mensajes que crean los medios de comunicación al respecto, condicionan mucho la manera en la que se acercan a los jóvenes para explorar esa realidad. Así que hemos procurado generar espacios de genuina escucha activa”. ¿Para qué? “Para salir de la ignorancia”. Dinant detalla al respecto: “cuando no sabemos lo que está pasando actuamos desde el miedo. Con esas realidades digitales de los jóvenes pasa igual que cuando visitas una ciudad. No es lo mismo ir de nuevas que conocerla. Por eso hemos querido escuchar con toda atención a los jóvenes”. En ese sentido, detalla la principal responsable del estudio, el principal mérito de la investigación reside en “entender lo que pasa para las personas jóvenes, logrando acercarse a su realidad y comprenderlo desde su punto de vista, lo que permite abordar la cuestión desde su realidad, saliendo así de la visión adultocéntrica y entrando en la vivencia que tienen los jóvenes de las nuevas tecnologías, que es donde se produce la falta de entendimiento con los adultos con más trayectoria vital”.

“Desde una visión adultocentrista, no es lo mismo ver un documental en YouTube que uno de televisión; es decir, se resta legitimidad al entorno digital”.

 

El caso es que el “entorno online y offline son parte de la vida conectada. En el momento actual, la televisión, radio y otros medios se concentran en el teléfono móvil. No obstante, desde una visión adultocentrista, no es lo mismo ver un documental en YouTube que uno de televisión; es decir, se resta legitimidad al entorno digital”.

Para lograr un acercamiento de las posturas y una mutua comprensión entre los actores del estudio, la investigación se hizo de una manera intergeneracional, con una metodología mixta. En la etapa cualitativa, se realizaron grupos focales con jóvenes, padres y docentes, mientras que en la cuantitativa se encuestó a 2.177 jóvenes. Los resultados indican que la separación entre los espacios digitales y físicos se desvanece, creando una realidad conectada o "figital" (mezcla de realidad física y digital); en esa realidad conectada, lo que sucede en la esfera física cobra importancia cuando se refleja en lo digital, de manera que ambos mundos están completamente integrados, sobre todo desde el prisma de los más jóvenes. “Mientras que para las personas adultas el ámbito digital tiene que ver con una visión de herramienta, para los jóvenes es un entorno de vivencia plenamente normalizado”. Para los jóvenes, también es clave, remarca la investigadora, “la legitimación de las actividades que se realizan de manera online y de lo físico”. Para comprender mejor la dimensión del nuevo entorno “figital”, Dinant trae a colación el testimonio de uno de los jóvenes que explicaba la diferencia de mundo en la que estamos inmersos con un ejemplo: “antes, mi padre iba a la biblioteca a leer un libro y sólo estaba haciendo eso: leyendo el libro. Pero por el camino, en el medio de la actividad, no se quedaba a leer una novela, o hablar con fulanito o fulanita. Sin embargo, en el entorno digital, cuando estamos leyendo nos entra una notificación de un nuevo vídeo en el Instagram o el mensaje de un amigo o amiga que nos está hablando. Esta anécdota resulta muy reveladora de la gestión de espacios y actividades en el entorno digital en el que actualmente estamos inmersos. También se puede interpretar a la inversa”, ya que a veces esa riqueza de estímulos lastra la lectura. De manera que “una madre nos contaba el caso de que su hijo no se concentraba leyendo un libro cuando lo hacía con la tablet o el ordenador. De manera que cuando le toca leer un libro, han comprobado que lo hace mucho mejor en formato físico que en papel, ya que se concentra mucho más”.

El primer móvil como hito de entrada en la edad adulta

Uno de los hallazgos más relevantes de la investigación es que los jóvenes reciben su primer dispositivo móvil cada vez a edades más tempranas, siendo la mayoría, el 57,5% según los datos que depara el estudio, entre los 10 y 12 años.

Este primer móvil no solo representa un nuevo objeto, sino un hito importante que marca el inicio de la vida adulta digital, permitiendo a los jóvenes explorar el mundo con mayor autonomía y libertad . En ese punto del relato, resulta interesante la reflexión que elabora Genelva Echavarri, formadora en ciberinteligencia y ciberseguridad y participante, como profesora de profesores, en el estudio. Interpelada sobre cómo ve a los jóvenes en el ámbito digital de hoy día, Echavarri señala que “los veo muy sueltos. Lo que para nosotros es un aparato o una herramienta, para ellos es una extensión de sí mismos. Aunque también es importante matizar que, desde el ámbito de la ciberseguridad y la ciberdelincuencia, todavía nos queda mucho por hacer respecto a las consecuencias de emplear esa, para nosotros herramienta, y para ellos extensión”. ¿Por qué lo dice? “Porque les damos una herramienta para su día a día que es muy potente y muy válida, pero no les terminamos de enseñar las consecuencias que tiene el hecho de moverse en ese entorno digital, de manera que sería deseable que tuvieran un poco más de conocimiento de lo que hay al otro lado. El caso es que ellos hablan delante del móvil como si fuera una mesa. Lo usan como algo que forma parte de ellos. Por eso creo que sí que sería importante hacer hincapié en esas consecuencias de lo que comporta utilizar un dispositivo digital. Sobre todo, para que tengan el conocimiento global de lo que tienen entre manos y luego que aprovechen y disfruten porque les da unas oportunidades que nosotros no teníamos cuando éramos jóvenes”.

El estudio destaca que los adultos a menudo tienen una percepción diferente sobre el uso de la tecnología por parte de los jóvenes. Mientras los adultos tienden a ver las plataformas digitales como herramientas, los jóvenes las consideran espacios de vivencia y cultura, con significados y códigos propios. Esta diferencia genera una brecha generacional en la comprensión del impacto de la tecnología en la vida diaria de los jóvenes .

Instagram, primera toma de contacto; Whatsapp, si hay confianza

Los jóvenes utilizan diferentes plataformas y canales de comunicación según la relación y el contexto, lo que refleja una complejidad en su uso que a menudo no es comprendida por los adultos. Por ejemplo, en el ámbito de los jóvenes Instagram es utilizado como una primera toma de contacto controlada, mientras que WhatsApp se reserva para relaciones de mayor confianza. Este uso variado permite a los jóvenes establecer límites de privacidad y manejar sus interacciones sociales de manera más efectiva.

“Siendo ellos una generación digital, tenemos que aprender de y con ellos. A partir de aquí, juntos vamos a poder hacer muchas más cosas”.

 

Entre las principales conclusiones y aprendizajes que fija el estudio está la recomendación de desarrollar una mayor comunicación y comprensión mutua entre jóvenes y adultos. ¿En qué se traduce esto? En que, en lugar de imponer restricciones rígidas al uso de la tecnología, el estudio sugiere adoptar un enfoque más equilibrado y productivo que fomente un uso responsable y consciente. Este cambio de perspectiva implica reconocer la realidad "figital" en la que viven los jóvenes y promover su desarrollo integral tanto en el mundo físico como en el digital.

El estudio destaca la importancia de comprender y acompañar a los jóvenes en su interacción con la tecnología, reconociendo su impacto significativo en la construcción de su identidad y en su vida social. En ese sentido, Genelva Echavarri aprecia y reconoce múltiples ejemplos en los que la tecnología les ayuda y fortalece: “a mí me parece que para ellos es una herramienta fantástica porque potencia sus cualidades. Por ejemplo, la persona que es estudiosa tiene más opciones para profundizar en esa faceta. Mientras que la persona que es extrovertida encuentra vías de relación para profundizar en esa cualidad, interactuando con mucha más gente. También está el reverso de que favorece las actividades de aquellas personas que no son éticas, haciendo más sencillas esas trampas. En cualquier caso, esto es como todo, depende del uso que se le dé. Afortunadamente, el 80-85% de los jóvenes que hay hoy en día, que son los datos que yo manejo en mi actividad y profesión, lo usan para el bien y eso es muy bueno. Lo que pasa es que el 15% restante hace mucho ruido. El caso es que, gracias a la herramienta que ellos tienen en el bolsillo, pueden acceder a 800 millones de personas, que es una barbaridad. Esa capacidad de llegar, de cruzar barreras, de rebasar fronteras, para cursar estudios, para cultivar inquietudes, para viajar, para jugar con jóvenes de otros países es algo extraordinario, una gran ventana al mundo”.

Preguntada por el valor del estudio, esta experta en ciberseguridad considera que su gran valor estriba en que “ha tendido un puente entre generaciones; entre los profesores y los padres, los adultos, y los jóvenes. La gran cualidad de esta investigación es que ha dado a los jóvenes un foro para expresarse y que se sintieran escuchados. Han sentido que su opinión cuenta, y que esta se ha reflejado en los datos del estudio. Por parte de los adultos, creo que la investigación nos ayuda a entender mejor sus vivencias y experiencias, superando así la barrera de la condescendencia, eso de ‘nosotros ya hemos vivido esto’. El problema, el reto compartido en este caso, es que nosotros no hemos vivido esto, sino que lo estamos viviendo con ellos. De manera que, siendo ellos una generación digital, tenemos que aprender de y con ellos. A partir de aquí, juntos vamos a poder hacer muchas más cosas y avanzar mucho mejor en este tema de la cultura digital”.

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