El auge de la inteligencia artificial está generando un contexto empresarial donde se precisa una visión integradora para testar los datos, limitar excesos y ampliar el horizonte en la toma de decisiones. Pensamiento crítico y ética abonan la llegada de filósofos como asesores de las grandes compañías, donde se están difuminando las antiguas fronteras entre perfiles tecnológicos y humanísticos.
Estos profesionales híbridos, humanistas digitales, conjugan ambas ramas del saber. Aunque parezca extraño, se puede ser filósofo e informático a un tiempo. Lo que aportan estos profesionales al devenir de la compañía es su distinta mirada, basada en la interdisciplinariedad. Su formación es mixta, pero nunca han perdido la pista las competencias digitales.
Entre los nuevos empleos creados por este nuevo panorama figura el de eticista, un filósofo experto en IA, que ayuda a definir y valorar los impactos de la inteligencia artificial. El uso responsable de los algoritmos, de la protección de datos, de la propiedad intelectual obliga a las empresas a contar con filósofos para preservar tanto la integridad como el respeto por los valores.
Servicio de asesoría
Como casi siempre y como casi todo, en España se llega tarde. En Estados Unidos, la American Philosophical Association brinda a las grandes multinacionales un servicio de asesoría en grandes inversiones para así contribuir a que la toma de decisiones sea más ética. Quizá es en el universo techie donde se concentra la mayor demanda de filósofos porque es un sector que favorece el conflicto dado su descomunal manejo de datos.
Empresas como Apple, IBM, Microsoft o Google han fichado en los últimos años a filósofos para resolver dudas. Otra fórmula es impartir cursos de Filosofía a directivos.
Los grandes ‘emperadores digitales’, como Bill Gates, Jeff Bezos, Elon Musk, Mark Zuckerberg o Sam Altman concentran tanto poder y riqueza que se les puede comparar con figuras de la antigüedad como Julio César o Augusto. Los ‘emperadores digitales’ de ahora crean a su alrededor una corte de asesores, de la misma manera que Nerón, quien tuvo entre sus consejeros al filósofo Séneca.
Teoría y práctica
Pilar Llácer es doctora en Filosofía (doctora en Ética) y máster en Informática y Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Su experiencia como especialista en transformación digital, sostenibilidad, liderazgo, recursos humanos y ética de los negocios avala una trayectoria especial. Su último libro, Por qué deberías tener un filósofo en tu empresa (Almuzara, 2024), aborda las ventajas de contar con este tipo de perfiles.
Aglutina Llácer ese perfil mixto, raro lo llama ella, de haber estudiado dos carreras a priori antagónicas: “En 1996 llegué a la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense; mi director de tesis me dijo que me pusiera a estudiar Informática porque eso era el futuro. En ese año no existía ni Google. En el plan antiguo de Filosofía teníamos tres años de Lógica, que es como programar con letras. A mí me apasionó cuando me puse a programar porque lo consideraba fascinante”.
Desde que salió del entorno universitario, en torno a 1998, ha hecho carrera en el mundo de las empresas (grandes, pequeñas, medianas, nacionales, internacionales, incluso una aventura emprendedora): Ernst and Young, Catenón, Llorente y Cuenca, Direct Seguros, en el comité de expertos de talento de Air Europa o en el comité de ética como independiente en Alcampo.
“Ahora mismo ―describe a Escudo Digital― se necesita una mirada filosófica; apuesto por la vuelta de un concepto perdido, el de la buena vida laboral. Hace falta pasar del pensamiento ejecutivo que tienen las empresas a esa mirada. Aunque la filosofía es muy denostada, porque parece alejada de la realidad y sus problemas, en Grecia nació justo para todo lo contrario”.
Cambio de guardia
'Los tiempos están cambiando', comenzó a cantar Bob Dylan en 1964. Desde entonces, desde siempre. Los desafíos actuales obligan, según Llácer a “estacionarse, pararse un ratito y no detenerse, para ver qué es lo que está sucediendo, aplicando una mirada basada en el pensamiento crítico, sobre todo frente a retos como el de la inteligencia artificial”.
Negocio y ética han sido durante mucho tiempo como el agua y el aceite, pero en los últimos años ha evolucionado la perspectiva. Para la experta “desde que las empresas apostaron por la responsabilidad social corporativa y más recientemente por la sostenibilidad, está llegando a las compañías una nueva generación de jóvenes que buscan ir más allá del beneficio por encima de todas las cosas”. La integración del pensamiento crítico en la gestión y el liderazgo exige “cuestionarse si la orientación a beneficios a corto plazo debe seguir siendo así, el motor de la estrategia”, añade.
Sobre la IA y la ética
En el espacio de recursos humanos ahora todo son algoritmos, es la moda. Afirma Llácer que se necesitan otros ojos para el análisis: “Tanto en selección como en promoción de profesionales, la IA hasta ahora es IA replicativa más que generativa e imitativa. Va a sacar los resultados de los datos y patrones que siempre han funcionado o se han considerado mejor. Se precisa una mirada que cuestione los datos”.
Sugiere entonces la supervisión de los algoritmos: “La ética es el territorio donde se debate sobre lo bueno y malo, lo justo e injusto, lo verdadero o falso. Los algoritmos no tienen sesgos, son las personas, y por eso hay que vigilar, por así decirlo, la toma de decisiones que hacen los algoritmos. Los algoritmos no tienen ética, los humanos sí”.
La ética debe intervenir en la toma de decisiones. La capacidad de enfrentarse a los problemas de un filósofo (o de un profesional híbrido) puede ser más amplia que la del directivo de turno. Estos perfiles son importantes como consejeros de un CEO. “A Einstein atribuyen la frase ‘Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo’ —dice Llácer—. Para contabilidad o marketing, por ejemplo, se precisa una visión diferente porque la sociedad ha cambiado tanto que precisa pensamiento lateral y creatividad. Y la creatividad o la filosofía o la ética no están reñidas con los beneficios”.
En su libro Por qué deberías tener un filósofo en tu empresa se refiere Llácer a la tecnología como un sexto sentido: “Las cavernas empresariales necesitan mucha tecnología, pero sobre todo un cambio en la naturaleza del liderazgo, poner a las personas como impulsoras de los objetivos de las organizaciones”. Es también autora de Te van a despedir y lo sabes (2019), Por qué recursos humanos debería ser como Netflix (2021) y Te van a contratar y lo sabes (2022).
La filosofía como herramienta
Rais Busom, autor de Filosofía para directivos (LID editorial, 2023), trata en esta obra de las herramientas útiles para que los dirigentes desarrollen habilidades y capacidades filosóficas ejecutivas, lo que permitirá el ejercicio de un liderazgo sabio.
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, amplió su formación con diversos cursos de administración de empresas en ESADE y en Babson College, además de en otras materias como Ingeniería de Software, Ciberinteligencia y Geopolítica.
También su currículum permite ser optimista sobre la combinación entre tecnología y filosofía: “He trabajado en temas digitales desde el principio, desde el año 1995. Estuve evangelizando sobre internet en Telefónica como partner, en tiempos de la RDSI e Infovía. Y en otras compañías, como la que ahora es Vodafone, con los primeros proveedores de servicio de internet (ISP). Luego he desarrollado proyectos digitales. Hoy en día, como consultor me dedico a asuntos como fintech o blockchain”.
Habilidades blandas
Comentó Busom a este diario que la transformación digital de las empresas favoreció la aparición de un nuevo cargo, el Chief Philosopher Officer, “que posee la capacidad de desarrollar programas de ética, soft skills para que los empleados puedan tener capacidades de pensamiento crítico, de tomas de decisiones”. “Al final tienen que ser los propios directivos, los trabajadores incluso, los que deben aprender todas esas herramientas que te da la filosofía”, apunta.
Considera que este perfil debe corresponder al de una persona con habilidades filosóficas que conozca bien el mundo de la empresa: “En Google ficharon un Chief Philosopher Officer, que despidieron a los tres meses. Como no es un figura fácil de encontrar, tal vez sea mejor formar a todos esos directivos o jefes o empleados que necesiten saber esas habilidades blandas que te ofrece la filosofía. No se trata de leer a Hegel, más bien de aprender unos métodos”.
La visión humanística y empática de un filósofo contribuye a forjar el plan estratégico de la empresa, sostiene Busom: “Ayudan a crear marcos éticos, a través de los valores de la compañía. Gracias a la capacidad de ver 360 grados, se observa dónde están los riesgos, la foto grande de todo el sector o el asunto que se trate”.
Filosofía para recursos humanos
Recursos humanos es una parte de la empresa con muchas posibilidades para el desarrollo filosófico, subraya: “Se valoran muchísimo todas las habilidades blandas, la comunicación, la inteligencia emocional… El pensamiento crítico aporta esas habilidades, desde un departamento de soporte hasta el directivo. Hoy en día, en las empresas ágiles es fundamental esa capacidad de evitar los sesgos, las falacias, razonar correctamente, validar los hechos que permitan que puedas autónomamente tomar buenas decisiones”.
Se refiere Busom, a la práctica, no al mundo de las ideas: “La habilidad filosófica es algo concreto, no especular sobre el sexo de los ángeles, sino la perspectiva, la capacidad estratégica y ética, características que pueden aterrizar en el mundo de la empresa. Estos valores pueden ser medidos mediante test. Los departamentos de recursos humanos están acostumbrados a utilizar estas herramientas porque pueden impulsar con los fichajes una transformación humanista de la empresa”.
En cuanto al ámbito formativo, estima que la universidad en Europa no fomenta el pensamiento crítico: “Como tenemos una tradición filosófica y cultural muy grande, nos pensamos que con eso ya es suficiente. Y una cosa es el espíritu crítico, que te puede dar toda esta tradición tan rica; y otra, el pensamiento crítico, la técnica de pensar. En muchas cosas las universidades están lejos del ciudadano y de los debates del humanismo digital. No se están haciendo los esfuerzos necesarios”. Es además autor de Aprende a pensar como un gurú. Las 10 fuerzas del pensamiento crítico (2022) y la novela La espía que soñaba (2022).