En más de 40 países a lo largo del mundo te pagan dinero por reciclar las botellas de plástico. Aunque no todos en dinero. En Suravaya (Indonesia), los ciudadanos pueden pagar el billete de autobús acumulando puntos con el reciclaje. Así, puedes pagar un billete de dos horas con 20 vasos de plástico o cinco botellas.
No es un tema menor para una ciudad superpoblada (la segunda más populosa del país) que quiere convertirse en una urbe libre de plástico. Máxime cuando Indonesia es el segundo país que más contamina de plásticos los océanos, solo superado por China.
La cantidad de basura que recoge un autobús con este sistema es de 250 kg en un día y unas 7,5 toneladas por mes. Este sistema, que funciona también en otras ciudades como Estambul, Pekín y Medellín, consigue que se reciclen más del 90% de los envases de botellas vacías.
En general, cualquier sistema que premie al ciudadano por reciclar obtiene unas elevadas tasas de compromiso. En Europa, el sistema que más se ha extendido es el de pagar directamente a los ciudadanos que reciclen las botellas de plástico en los supermercados.
El pionero en hacerlo fue Alemania, donde ya en el año 2003 el Estado impulsó el Sistema Pfandt (depósito, en alemán), de sencillo funcionamiento. Los ciudadnos se acercan a un hipermercado y allí se encuentran con máquinas donde pueden depositar residuos a cambio de dinero: entre 8 y 15 céntimos por envases reutilizables y hasta 25 por envases de un solo uso. Las máquinas leen la etiqueta de cada producto y le asignan su valor de forma automática.
Las cuantías han ido subiendo con los años y ahora mismo en Aldi te pagan hasta 25 céntimos por reciclar un solo envase. Otros países han optado por descontar ese importe de la cesta de la compra, como Noruega. Las cuantías son similares, pero se restan al gasto efectuado en productos de supermercado. Por su parte, las cadenas Lidl y Aldi, han anunciado la extensión de este sistema a Irlanda, aunque de momento no hay noticias ni planes concretados para España.
Primeros casos en España
Con todo, este sistema ya está empezando a implantarse en nuestro país, y con especial arraigo entre las zonas más turísticas, como las Islas Canarias. En 2018, la cadena de supermercados 'Spar' instaló en Gran Canaria la primera máquina de 'reverse vending' (como se conoce a este sistema) y posterioremente los centros comerciales de 'El Tablero' y 'La Ballena', también colocaron máquinas de este tipo.
Por su parte, Tenerife tiene cuatro supermercados de 'La Hucha' que desde 2019 ofrecen la posibilidad de llevar botellas y latas de plástico y conseguir dinero a cambio a través de este mecanismo. En este último caso se ofrecían tres céntimos por envase para gastar en el comercio.
En otras ciudades españolas también existe este sistema similar, pero el pago a día de hoy es muy inferior al de Alemania. Un céntimo por envase en lugar de los 25 que recibes allí. Con todo, han proliferado iniciativas similares en Zaragoza, La Rioja, San Sebastián, Asturias, Pontevedra, Toledo, Cataluña, Murcia, Jaén, Sevilla y Cádiz.
Los argumentos de los detractores
Y es que este sistema, que tanta aceptación tiene entre los ciudadanos europeos y parte de los españoles, cuanta también con detractores en nuestro país, y estudios que desaconsejan su puesta en marcha.
Según un estudio de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, dejar de depositar los envases de plástico y cristal en los actuales contenedores y obligar a devolverlos en el establecimiento en el que fueron adquiridos costaría 298 millones de euros más que el actual sistema, porque la gestión para el tratamiento correcto de estos materiales sería hasta 12 veces más cara que ahora.
Y, además, tendría un impacto mucho mayor para el medio ambiente a consecuencia del enorme incremento de los viajes necesarios para el transporte de los mismos a sus destinos definitivos.
El estudio admite que el ‘Reverse vending’ permite alcanzar tasas de reciclaje más altas, pero advierte de que estas se obtienen "a través de procesos más contaminantes, fundamentalmente asociados a la necesidad de más equipamientos (máquinas, bolsas y cajas) y un transporte menos eficiente de los residuos de envase recogidos manualmente y sin compactar".