El huracán Michael azotó la costa del Golfo de México en 2018 y ocasionó la muerte de al menos 20 personas, entre Estados Unidos y Centroamérica. Con vientos máximos sostenidos de 250 kilómetros por hora, el poderoso ciclón fue clasificado de categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, que tiene un máximo de 5 puntos.
Afectó más de 480 km de costa, inundó ciudades, arrancó enormes árboles, se llevó numerosas vidas de la fauna de la zona, destruyó casas y dejó a otras sumergidas. Al noroeste del estado de Florida, la Base de la Fuerza Aérea Tyndall fue arrasada y quedó reducida a escombros: 484 edificios fueron destruidos o dañados sin posibilidad de reparación.
Mientras organizaciones ecologistas, científicos y ciudadanos de distintas partes del mundo reclaman a sus gobiernos tomar consciencia real e iniciar acciones para mitigar el cambio climático y el calentamiento global, el Pentágono decidió reconstruir esa base y convertirla en “la instalación del futuro”, preparada con lo último en tecnología para resistir el aumento del nivel del mar, las tormentas más fuertes y los vientos más potentes, entre otras amenazas.
Según informa el Washington Post, el proyecto contempla un presupuesto de más de 4.500 millones de euros y siete años de obras, que se espera que finalicen hacia 2027. Se elevarán edificios por encima de las marejadas ciclónicas proyectadas para las próximas décadas y se mejorará el paisaje natural para proteger la península donde se encuentra la base, lo que implicará restaurar las dunas y colocar un arrecife de ostras sumergido, para mitigar la fuerza de las olas.
Las estructuras en construcción contemplan desde complejos de dormitorios hasta un centro de cuidado infantil y hangares que albergarán tres nuevos escuadrones del F-35A Lightning II a finales de este año. Marcos de acero, ventanas de alto impacto, fachadas de concreto y techos con refuerzos adicionales se encuentran entre las características destinadas a capear las tormentas más fuertes por venir. Además, los sensores colocados cerca de los puntos bajos de los edificios enviarán alertas en el momento en que amenace una inundación.
Las nuevas tecnologías al servicio de la seguridad
Si bien la prioridad es que la nueva base sea capaz de resistir las inclemencias climáticas del futuro, también estará dotada de avanzadas tecnologías que funcionarán como “banco de pruebas” para otras instalaciones militares, ubicadas en distintas partes del mundo.
Un grupo de perros robot semi autónomos se moverán por las zonas de difícil acceso y monitorearán las áreas críticas gracias a los 14 sensores que poseen para detectar lo que suceda a su alrededor. Diseñados por Ghost Robotics e Immersive Wisdom, están preparados para operar a temperaturas extremas, de los -40 ºC a los 50ºC.
El Departamento de Defensa también ha detallado que la renovada Base Tyndall contará con ZeroEyes, un sistema de seguridad con inteligencia artificial, que está preparada para detectar a todas las personas armadas que entren a la base. Según los expertos, es capaz de identificar escopetas, rifles y otros tipos de armas, incluso cuando están bajo la ropa. La IA las compara en una base de datos y envía una alerta para evitar posibles riesgos.
“Con el tiempo, estos sistemas mejorarán a medida que mejoren los algoritmos de inteligencia artificial. Podrá comenzar a escanear rostros y determinar en qué estado de ánimo se encuentra la persona, si tiene intenciones agresivas o si está feliz”, había señalado al comienzo de las obras Lowell Usrey, jefe de la rama de integración de Natural Desaster Recovery de Tyndall.
La Fuerza Aérea también ha creado un “gemelo digital” de Tyndall, un duplicado en versión de realidad virtual de la base que, con la ayuda de gafas de RV, permite a los funcionarios simular situaciones críticas, como un huracán o eventos históricos de lluvia, sin tener que experimentarlos y evaluar así cuáles serían los efectos, cómo quedarían las carreteras, edificios y otras infraestructuras. De esta manera, los soldados podrán medir y anticipar escenarios catastróficos o amenazas dentro de Tyndall.
Otro punto tecnológico clave lo constituye el IROC, Centro de Operaciones de Resiliencia de Instalación, que funcionará como el "sistema nervioso" digital de Tyndall, conectando sensores y sistemas para romper los silos de información que impiden la rápida toma de decisiones requerida. A su vez, IROC permitirá compartir información de forma cibersegura, indican desde el sitio oficial de la Fuerza Aérea norteamericana.
La atención estará puesta en cada detalle. El Sistema Autónomo de Mejora de la Vegetación Tyndall Rebuild, o TRAVIS, ayudará a reducir el riesgo de colisiones con aves para las aeronaves en áreas críticas y no críticas de la línea de vuelo, y hasta el mantenimiento de los espacios verdes se automatizará con tecnologías como las cortadoras de césped autónomas.
Kate White, directora del programa del Departamento de Defensa para el clima, dijo al Washington Post que el ejército tiene una comprensión mucho mejor que en otros momentos de las “decisiones difíciles” que se avecinan.
Pero incluso a medida que los riesgos se comprendan más completamente, los responsables de las políticas tendrán que decidir, como lo han hecho con Tyndall, qué vale la pena defender y cuál es la mejor manera de hacerlo. “Puede que sea demasiado tarde para tomar estas decisiones difíciles antes de que la naturaleza las tome por nosotros”, concluyó White.