El pasado 10 de febrero publicamos un artículo en Escudo Digital en el que dimos la palabra a tres excomerciales de Sector Alarm –Xabier Gómez, Lorena Rodríguez y Verónica Moral– que quisieron denunciar presuntas prácticas de la empresa por las que se manifiestan muy decepcionados e indignados con esta. Los tres se explayaron relatándonos sus experiencias, por lo que decidimos desglosar este asunto en dos artículos diferentes. El primero lo enfocamos en explicar varios detalles de Sector Alarm a nivel general que nos contaron nuestras tres fuentes.
Y, como adelantamos, este segundo se centra en narrar más en detalle las experiencias de Xabier, Lorena y Verónica, tal y como ellos nos han relatado, en la compañía.
El caso de Xabier Gómez
Como mencionamos en el primer artículo, Xabier Gómez fue el que más tiempo estuvo de los tres en Sector Alarm, con alrededor de 9 meses en los que desempeñó el puesto de comercial en la delegación de Bilbao. Xabier también es el único de nuestras tres fuentes que tiene un juicio pendiente contra la compañía tras haberla denunciado y también es el único que se incorporó a la compañía dejando un puesto de trabajo, igualmente de comercial y en el Grupo Planeta, donde llevaba cinco años trabajando y asegura que estaba muy bien posicionado, pero que quería un cambio principalmente porque viajaba mucho.
No le importó el hecho de que el contrato fuera sin sueldo porque en Planeta también "iba a comisión pura y dura", y tampoco tuvo problemas de empezar de comercial, aunque "tenía esa capacidad o más". Pero en la delegación de Bilbao ya estaban cubiertos los tres mandos superiores, uno de ellos con Lorena Rodríguez, que ejercía de jefe de ventas o 'capitán', y otro más alto de gerente de ventas territorial o 'branch' que ocupaba Luis Beorlegui.
Según nos cuenta, empezó a finales de febrero del 2022 en el equipo de expansión, en el que se centró en conseguir ventas y en alcanzar las 20 que le daban "derecho" a un contrato con otras condiciones más beneficiosas. En cuanto a esto, hace un inciso para comentar que posteriormente Sector Alarm bajó este listón de las 20 ventas a solo 5.
Xabier iba consiguiendo sus ventas y acercándose a las 20 cuando, a finales de junio, la compañía prescinde de Lorena y, posteriormente, de Luis Beorlegui. A cambio, llegó Luis Gámez y un chico del equipo de expansión que ya había trabajado en Bilbao, quienes se unieron al propio Xabier y una persona más, David Laita, que ocupaba el puesto de formador de la delegación. Ante este equipo tan reducido, Xabier señala que le pidieron que tirara del carro para sacarlo hacia adelante y que él vio la oportunidad de poder optar a un cargo mayor. "De hecho, me llamaron de Sector Alarm para ofrecerme el puesto, sin saber que ya trabajaba para ellos porque no tenía mi currículum actualizado… Presenté mi candidatura, pero ni siquiera me contactaron".
Al que sí contactaron y ascendieron de puesto fue a David Laita, que fue nombrado jefe de Bilbao en julio, el mismo mes en el que Xabier consiguió alcanzar las 20 ventas. Tras ello y después de unas merecidas vacaciones, Xabier se reincorporó al trabajo con su nuevo contrato y manteniendo el buen ritmo de sus ventas. Según nos cuenta, en la primera semana de octubre, llegó a hacer tres ventas con sus correspondientes instalaciones, pero la compañía no tuvo miramientos con él. Ese mismo domingo, Luis Gamez le llamó para decirle que al día siguiente quería reunirse con él y en esa reunión fue cuando le dieron la carta de despido.
"Me comunicaron que iban a cerrar la oficina de Bilbao y que por eso me desvinculaban, pero en la hoja de despido no ponía eso sino que me echaban porque en septiembre no había hecho ninguna venta, cosa que era mentira. Yo había sido el único de todo el norte de España que había conseguido hacer las ventas marcadas y consolidarse. ¡Qué menos que hubieran venido de cara conmigo! También me podían haber avisado con antelación para que me buscara otra cosa, porque yo creo que la decisión de cerrar Bilbao ya la habían tomado en julio. Y yo estuve perdiendo el tiempo después buscando oficinas en Vizcaya para abrir allí delegaciones. Se han portado muy mal. No puedes hacer eso, menos si eres una empresa multinacional como es el caso".
Xabier no ha tenido reparos en señalar directamente a dos personas. Por un lado, a Luis Gámez, quien cree que está detrás de la decisión de cerrar la delegación de Bilbao y sostiene que en los cinco meses que estuvo con ellos no hizo nada. "No había por donde cogerle. No aportaba nada y encima se jactaba de las oficinas que abría, pero ¿cuántas cerraba?". Además, nos cuenta que unas horas antes de que le diera la carta de despido estuvo negociando con él el precio del servicio a un cliente. Y, por otro lado, Xabier señala a David Laica, a quien critica con mayor dureza. "Estoy muy decepcionado con él. Fue la persona que cogió las riendas de Bilbao y no sabe gestionar a las personas. Viví situaciones muy tensas con él", afirma.
La decepción de Xabier se extiende a todo Sector Alarm por el modo en el que se "deshicieron" de él después de todo el esfuerzo que había puesto en conseguir sus ventas y en progresar dentro de la compañía.
"He estado luchando a muerte para sacar mis ventas porque al final sino no cobraba y en 5 meses conseguí llegar a las 20. Además, cualquier comercial que hiciera 12 ventas en dos meses pasaba directamente a jefe de equipo, cosa que yo hice mis últimos dos meses y que jamás me ofrecieron. Como empresa es una gran decepción y me genera rabia e impotencia porque creo que las cosas se podían haber hecho de otra forma, al menos conmigo, que me tenían que haber hecho la ola…"
"Me he llevado una gran desilusión porque yo he estado trabajando a tope y ha sido todo muy sucio. Ha sido una charcutería, y te lo estoy diciendo bastante suave"."El trasfondo de todo esto es que han jugado con todos nosotros y que si algún día quieren volver aquí al País Vasco lo van a tener muy difícil porque su imagen es muy mala. Todo esto llega a los clientes, y saben que a ellos también les pueden dejar tirados".
Xabier también nos ha comentado que denunció a Sector Alarm después de que ninguno de sus responsables se presentara a su acto de conciliación. La próxima vez que se vea las caras con la compañía será en el juicio que enfrentará a ambas partes. La Justicia dirá si su demanda tiene razón y, de momento lo que está claro, es que él está deseando cerrar página y se queda con lo positivo. "Esto me ha hecho ser mejor comercial y tener una mayor resiliencia".
El caso de Lorena Rodríguez
Al igual que Xabier, Lorena Rodríguez también trabajó en la delegación de Sector Alarm en Bilbao, aunque en su caso como jefe de ventas o 'capitán'. Nada más comenzar la entrevista, ha querido puntualizar que lo que le ha llevado a dar el paso de hablar con nosotros es que nunca le ha pasado algo parecido en otra compañía y que, además de que se haya puesto en duda su profesionalidad, se ha intentado descalificarla tildándola de 'puta' y apelativos por el estilo.
Según nos comenta, su primera impresión sobre Sector Alarm fue buena. Una de las cosas que le gustaron fueron los principios y valores que supuestamente promovía, como no engañar al cliente, ofreciendo un servicio "mucho más limpio que el de cualquier otra empresa de la competencia", o no tolerar ningún tipo de comportamiento sexista o machista, que se podían poner en conocimiento del departamento de Recursos Humanos para que terminara con ellos.
Lorena no ha criticado el servicio, tampoco ha entrado a valorarlo, pero una de las cosas que sí ha reprobado es este supuesto apoyo del departamento de Recursos Humanos, que ella solicitó y que asegura no sirvió para nada. "En todo caso pudo servir para que me echarán…"
Según nos ha contado, las personas que profirieron improperios contra ella eran del equipo de expansión, y lo que es más grave, también algunos de sus superiores. Lorena ha acusado concretamente a Luis Beorlegui y Luis Gamez, quienes ocupaban respectivamente los cargos de gerente de ventas territorial y director de ventas regional. "Decían que yo era una puta que había venido aquí a ver a quién me follaba…"
Lorena nos dice que este lamentable comentario llegó a sus oídos por terceras personas y que, aunque es totalmente injustificable, ella considera, sin querer pecar de vanidosa, que en parte se debe a que es "muy buena" en su trabajo y a que su físico "no es feo", "por lo que es fácil ponerme etiquetas". También achaca estos descalificativos a que es una persona muy transparente, que siempre va muy de cara y que no es de hacer la pelota a nadie. Y, además, reconoce que pudo haber momentos en los que expresó su disconformidad de malas maneras.
No obstante, asegura que no solo fue vejada con insultos, que siempre se hacían a sus espaldas. También señala que sufrió bullying, que se le ocultaba información y que le ponían trabas para desempeñar su trabajo. Todo ello mientras conseguía hacer sus ventas, tratando de mantenerse al margen y como parte de una campaña en la que vuelve a apuntar contra Luis Beorlegui diciendo que fue quien estuvo detrás de la misma "desde el minuto cero". Según nos comenta, él era el que se encargaba de dificultar su trabajo al no facilitarle información, quitarle la zona en la que estaba trabajando, cambiarle el plan que se había organizado o al no proporcionarle leads, que son ventas mucho más fáciles que hacer que las de "a puerta fría" y que dejaba en manos de sus "amiguitos".
Todo esto fue lo que llevó a Lorena a enviar un e-mail al departamento de Recursos Humanos de Sector Alarm para informar que "tenía problemas con gerencia, que eran más personales que profesionales y que estaban afectando a mi trabajo. Pero nadie hizo nada, ni les dieron un toque, ni nada… Me dieron las gracias por mi información y ahí se quedó porque claro, yo estaba hablando en contra del coleguita del jefe".
Sobre Beorlegui, Lorena también asegura que "no tenía ni idea de vender" porque sencillamente no estaba capacitado para ello. "No sabía ni lo que era una tabla de Excel… Se iba con la gente nueva a la calle y la llevaba a beber cervezas. Pero claro, era coleguita del jefe así que nadie decía nada". Además, afirma que Beorlegui cobraba de sus ventas y también de las que hacían personas a las que ella había formado, lo que nunca había visto anteriormente y ante lo que respondió comunicando a la empresa que no iba a volver a enseñar a nadie. "Eso les escoció aún más…"
Entre tanto, Lorena hace hincapié en que ella estaba consiguiendo hacer las ventas que pedía la compañía y que su buen rendimiento solo se vio frenado por una neumonía, que se cogió a principios de abril mientras estaba instalando una alarma. Estuvo algo más de una semana de baja y, cuando volvió al trabajo, sabía que tenía que recuperar ese tiempo perdido, "aunque nunca estuve por debajo de lo que pedía la compañía".
A pesar de ello, nos dice que el último viernes de junio de 2022, mes en el que había conseguido hacer cinco contratos, Luis Beorlegui le citó en la oficina y le puso la carta de despido sobre la mesa, la cual le pilló "totalmente de sorpresa, especialmente por los resultados que estaba dando a la empresa". "No me dio ninguna explicación, solo me pidió que firmara sin indemnización ni nada. De hecho, me estaban quitando dinero…". Lorena continúa contándonos que se negó a firmar esa carta y que pidió ayuda a uno de los clientes que había hecho, abogado de profesión.
"Si mi situación hubiera sido distinta, habría tomado acciones legales contra Sector Alarm, pero no podía porque mi trabajo anterior había sido como autónoma y no tenía derecho a paro ni a ningún otro tipo de retribución, así que no podía asumir el coste de una demanda y, además, necesitaba dinero". Por tanto, terminó llegando a un acuerdo con la empresa en el acto de conciliación, en el que ella consiguió que le pagaran una indemnización por despido improcedente. No nos ha concretado la suma de esta indemnización ni tampoco se la hemos preguntado, pero ha afirmado que, "para ellos, eran cuatro duros". Además, ha apuntado que ella no fue ni mucho menos la primera ni la última en caer. "En Bilbao hicieron una limpia brutal. Dos o tres semanas después de despedirme a mí, echaron a Luis Beorlegui. Y también despidieron al jefe de ventas de España, Carlos Steinkopf".
Finalmente, Lorena ha querido destacar otra supuesta mala práctica de Sector Alarm. Según nos dice, consiste en eliminar los comentarios negativos que se publican sobre la empresa o en intentar camuflarlos entre un aluvión de opiniones positivas, siendo lo primero algo que asegura que le pasó en el que ella misma dejó en Trustpilot y lo segundo en el que escribió como una review de Google sobre la compañía.
El caso de Verónica Moral
Verónica, de 25 años, también tuvo una muy mala experiencia como comercial de Sector Alarm. En su caso, como avanzamos, en la delegación de Granada, donde aterrizó tras haber completado un doble grado de filología inglesa y magisterio para desempeñar en el que fue el primer trabajo de su carrera profesional.
Según nos ha contado, en cuanto terminó sus estudios se puso a buscar trabajo. En un primer momento buscaba solo "de lo suyo" y al poco tiempo amplió su espectro de búsqueda al darse cuenta de que si se enfocaba solo en sus carreras le iba a resultar muy pero que muy complicado encontrar algo. Además, en esta primera etapa de búsqueda comenzó a sufrir ataques de pánico, que cada vez eran más frecuentes y ante los que estaba segura que solo podía reprimir si conseguía un trabajo. Así, intensificó su búsqueda y comenzó a solicitar cualquier tipo de empleo sin recibir ninguna respuesta hasta que un año después Sector Alarm contestó a su candidatura de asesora comercial para citarla en una entrevista.
Esto fue en mayo de 2022 y, evidentemente, Verónica consiguió el puesto y ello supuso una enorme alegría para ella. Comenzó con la ilusión por las nubes, a lo que nos dice que también contribuyó la compañía al garantizarla que no iba a tener "techo salarial y que iba a ganar muchísimo dinero". Otra cosa que le comentaron es que iba a cobrar por quincenas, "lo que supuestamente me iba a beneficiar pero que, como me enteré más tarde, en realidad hacía que perdiera un poco dinero".
Al no contar con ninguna experiencia como comercial, Verónica admite que le hubiera venido muy bien recibir una buena formación. Sin embargo, ya comentamos la mala opinión que tiene de ella. En este sentido, también nos ha indicado que solo aprendió de una persona, de Pablo Mesa, el que fuera su jefe de equipo, además de su gran apoyo y prácticamente el único que tuvo en la compañía, y quien, al igual que ella, terminó con una baja por ansiedad que ella atribuye directamente a la presión que ejercían sobre ellos y sobre el resto de comerciales.
Una vez que Verónica empezó su labor de comercial no tardó en darse cuenta de que conseguir clientes no era nada sencillo, aunque se complicó muchísimo más a partir de septiembre.
Según nos cuenta, su jornada laboral solía ser interminable, llegando a trabajar de 9 de la mañana a 11 de la noche habiendo comido fuera, comida que pagaba de su bolsillo a no ser que se tuviera que haber tenido que desplazar fuera de la provincia de Granada, algo que no era habitual y que le daba derecho a un ticket restaurante de 10€. Al no contar con coche de empresa (los comerciales no disponen de uno hasta que no consiguen un nuevo contrato haciendo las primeras 20 ventas, para lo que Verónica tenía un plazo de seis meses), también tenía que asumir los gastos de los desplazamientos que tenía que hacer para cumplir con su trabajo. Para ahorrárselos, y dada su afinidad con Pablo, muchas veces iba con él y hubo un mes, el de julio, que consiguieron hacer 13 ventas entre los dos. Por lo tanto, no parece que formaran mal equipo, aunque Verónica también reconoce que ese mes fue especialmente bueno para su delegación ya que, según les dijeron, fueron los que más vendieron de toda España con unas 80 contrataciones.
Además, un punto que resalta Verónica es que el trabajo de comercial no solo conlleva vender alarmas, sino también instalarlas, una labor que puede acarrear mucho tiempo en el que obviamente no podían estar "picando puertas". Además, nos dice que las instalaciones se demoran porque "tienen muchísimos problemas técnicos", que son ajenos a ellos como comerciales y que pueden derivarse, por ejemplo, de temas relacionados con la cobertura. "Todas esas horas, en las que además estamos incordiando a los clientes al estar tanto tiempo en sus casas, no se nos compensan de ninguna manera", crítica.
El trabajo también implicaba alcanzar unos objetivos al mes, fijados por la empresa, aunque "en teoría no pasa nada si no los cumples, pero te inducen a firmar la baja voluntaria diciéndote que no vales para eso, que a lo mejor no es tú momento y que te dejan las puertas abiertas para el futuro. Así se han ido la mayoría…" Los objetivos son de dos ventas en el primer mes, de tres durante el segundo y el tercero, y de cuatro a partir del cuarto mes.
Según nos dice, desde que empezó, en mayo, hasta septiembre, ella consiguió cumplir los objetivos o, como mucho, se quedó a falta de una venta el primer mes, no se acuerda bien. En ese tiempo, el mes que más cobró fue julio, gracias a las 13 ventas que hizo junto a su responsable y que le reportaron entre 1.400 y 1.500 euros. El resto de los meses su sueldo nunca llegó a los 1.000 euros, a pesar de todos sus esfuerzos y de que trabajaba "de sol a sol". Además, nos dice que su trabajo como comercial también conllevaba tener que estar de "guardia" en turnos de fines de semana alternos, lo que podía implicar, por ejemplo, que le mandaran a visitar a alguien que se hubiera puesto en contacto con el servicio de atención al cliente para sencillamente solicitar información o presupuesto. Esta persona es un cliente potencial o lead, pero Verónica nos dice que, como le ocurrió a ella con uno que vivía a 45 minutos de Granada, muchas veces llegan hasta allí y ni les abren la puerta aunque estén en casa.
A todo esto también suma que a todos los clientes que hacía tenía que darles su teléfono por si tenían cualquier problema o incidencia, y no el móvil de empresa, que también se entrega una vez que se llega a las 20 ventas, sino el suyo personal. Lo normal es que a estos clientes tuviera que atenderles siempre ella, también cuando no estaba de guardia, porque aunque ella planteara que lo hiciera la persona que sí lo estaba, "seguramente el jefe me diría que son mis clientes y que soy la cara que conocen".
Pero a partir de septiembre fue aún peor y Verónica lo achaca directamente a los cambios que estableció la compañía en la contratación de sus alarmas a raíz de que ese mismo mes lanzara su campaña 'Alarmante', la cual ya contamos que se vio obligada a paralizar por la disputa que mantiene con Cristian Romero, propietario de la empresa Alarmante Seguridad Profesional.
Tal y como nos comenta Verónica, a partir de entonces Sector Alarm subió los precios, tanto de su cuota mensual como de la instalación, que pasó de ser gratuita a costar un mínimo de 150 euros, por lo que conseguir "captar" clientes era lógicamente bastante más complicado. Verónica no llegó a las cuatro ni en septiembre ni en octubre. Y no solo eso sino que se quedó bastante lejos de conseguirlos y su salario en ambos meses no llegó a los 300 euros, aunque seguía "trabajando más de 70 horas a la semana". Además, ella no fue una excepción ya que asegura que la empresa "entró en declive" y que "las ventas cayeron en picado".
Como consecuencia, nos cuenta que las reuniones obligatorias que tenían todos los días a las 9 de la mañana se convirtieron en un "rapapolvo continuo", en el que en lugar de motivarles les metían muchísima presión, diciéndoles que no pusieran excusas, que eran profesionales y que dejaran de lado la negatividad porque esa era la clave del descenso de sus ventas. Además, no era extraño que les sugirieran ofrecer las alarmas a sus familiares y conocidos para que pudieran así cumplir con los objetivos.
Al no haberlos alcanzado en septiembre, prosigue relatándonos que la segunda semana recibió un documento de la compañía en el que tenía que comprometerse a realizar al menos dos ventas propias en las dos siguientes semanas y otras dos en las dos sucesivas. La notificación alegaba que sus compañeros sí estaban cumpliendo los objetivos y que se iba a poner en marcha un plan de actuación para ayudarla a conseguirlos, pero Verónica asegura que no se aplicó ninguna medida y que su caso no era excepcional, ya que "media oficina" recibió el mismo documento, que les obligaron a firmar diciéndoles que si no lo hacían les rescindían el contrato.
Por aquellas fechas, Verónica también tenía la presión de que le faltaban siete ventas para llegar a las 20 que debía conseguir en sus seis primeros meses. Y a ello se sumó que su responsable y su mayor apoyo, Pablo, se cogió la baja después de estar "un montón de tiempo trabajando con unos dolores de cabeza intensísimos por miedo a que le echaran y a causa del estrés del trabajo". Mientras Pablo estaba de baja, Verónica nos cuenta que le cesaron como jefe de equipo sin comunicárselo, a pesar de que asistió a una quedada de su delegación que organizó su jefa territorial para levantar el ánimo que había por el bajo volumen de ventas.
Verónica también ha querido hablarnos de esta "quedada", que tuvo lugar en un bar y en la que, en un momento dado y entre cerveza y cerveza, a la jefa territorial se le ocurrió que todos tenían que decir cómo se sentían en la empresa, con la condición de que solo dijeran cosas positivas. Verónica salió del paso diciendo que valoraba la oportunidad de trabajar que le habían dado y haber conocido a Pablo, "la persona con la que más he crecido profesionalmente". "Me tuve que ir corriendo porque me estaba emocionando y nadie se acercó a mí… Había muchísima falsedad, peloteo y la gente tenía muchísimo miedo a reconocer públicamente que no le iba bien".
Después de este ejercicio, nos cuenta que la jefa territorial se puso a prueba a sí misma teniendo que elegir a una palabra para definir a cada uno de sus trabajadores. "Alegría", "compromiso", "fiabilidad" fueron algunos de los términos que escogió para definirles, mientras que para Verónica eligió el de "misteriosa", algo en lo que ella no está ni mucho menos de acuerdo, ya que considera que es como "un libro abierto" pero que en los seis meses que estuvo allí su jefa territorial no se molestó lo más mínimo en conocerla. "Y a Pablo lo definió como un 'gusano de seda' porque decía que todavía no había salido del capullo, aunque en sus primeras ocho semanas llegó a las veinte ventas."
Con el trascurso de las siguientes semanas la situación no cambió. "No había ningún resultado a mi trabajo ni apoyo de ningún tipo, además de que había un compañero que estaba haciendo comentarios vejatorios contra mi imagen, como que iba todo el día 'empitonada' o criticando mi vello corporal". Y Verónica llegó al límite, teniendo que darse de baja médica por ansiedad. Esto fue a principios de noviembre y nos dice que unas semanas después, ella y Pablo, que también seguía de baja, fueron eliminados del grupo de WhatsApp de la empresa, por lo que pensaron que habían sido despedidos. Su reacción fue escribir a la jefa territorial para preguntarla qué ocurría, quien dice que la "ninguneó" respondiendo a Pablo en lugar de a ella con la excusa de que él era su responsable.
"Le mandé un audio muy respetuosa pidiéndole que me contestara directamente a mí y me contestó diciendo que 'no tenía integridad, que había cobrado poco porque no había trabajado y que me estaba haciendo la malita', refiriéndose a mi trastorno de ansiedad, mientras estaba buscando otro trabajo. Y en otros audios que le envió a Pablo también me llamó 'puñetera' y dijo más barbaridades sobre mí".
"Publiqué en Instagram una conversación con ella en la que me denigraba, y cuando se enteró me dijo que no sabía dónde me estaba metiendo y que me iba a denunciar por vulnerar la protección de datos. Borré el post inmediatamente, aunque más tarde me enteré que lo que hice no era ilegal porque no estaba revelando ningún dato suyo. Además, después de sus audios empecé a plantearme seriamente denunciarla por acoso laboral, pero el problema es que no tengo dinero, ni recursos, ni salud mental para hacerlo. Pero yo quiero justicia", remarca Verónica.
Tras estar algo menos de un mes de baja, en el que tuvo que volver a medicarse al igual que cuando empezó a buscar trabajo y comenzó a tener ataques de pánico, Verónica terminó rescindiendo su contrato con Sector Alarm de forma voluntaria, como nos cuenta que recientemente también ha hecho Pablo. "Muchísima gente se va de la empresa de forma voluntaria, aunque en realidad les animan a que se vayan. Desperdician a talentos y últimamente ha habido muchos despidos y movimientos, y la empresa sigue en declive. Hubo gente a la que destinaron al norte de España a arrancar nuevos equipos y, si bien no tengo ni idea de qué ha pasado en Andalucía occidental, aquí sé que han unido en una misma delegación Granada, Almería, Jaén, y creo que Córdoba".
Finalmente y en cuanto a su situación actual, Verónica nos dice que "sigue con ansiedad todos los días", por lo que continúa medicándose, y que también sigue buscando trabajo. Contar públicamente su experiencia en Sector Alarm le reconforta, al tiempo que también quiere ayudar a otros para que la empresa "no les venda la moto" y cree que una forma de hacer justicia es sacar a la luz lo que ella vivió. Así lo hizo también en Twitter el pasado 6 de enero, en un extenso hilo que compartió a cuento de un post de Sector Alarm en el que presumía de reunir seis condiciones laborales que hacen que sea un buen lugar para trabajar.
Lo cierto es que, como ha apostillado Verónica, en abril del año pasado fue reconocida como la segunda mejor empresa en la que trabajar en España en la categoría de 251-500 trabajadores, una distinción que a ella le parece un completo sin sentido si se tiene en cuenta el trato que vivió como comercial. Xabier y Lorena estarán de acuerdo con ella, y también tenemos que decir que, a raíz de que publicáramos la primera parte de este contenido, otras personas que también han trabajado recientemente como comerciales de Sector Alarm, en delegaciones distintas a las de Bilbao y Granada, se han puesto en contacto con nosotros para decirnos que se había identificado mucho con estos casos. Una de ellas ha descrito su experiencia como un "infierno" en sus últimos meses en la compañía, aunque "yo aguanté hasta que se me despidió".
Más allá de esto, la intención del mensaje de esta última ex empleada, en el que hablaba tanto en su nombre como en el de otros excompañeros del departamento de televenta de la compañía, era hacernos saber que a ellos también les gustaría descubrir "la verdad de ese departamento y de quién lo dirige", aunque antes querían consultar a un abogado si la empresa podría tomar acciones legales contra ellos y nosotros también preferimos cerrar el asunto aquí, habiendo narrado estas experiencias como muestra.