El ciberbullying no se acaba en verano

En el período estival los casos de violencia digital pueden aumentar hasta un 267%

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

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anthony wade bJuTV3VTlpU unsplash
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Muchas veces tendemos a pensar que el acoso a niños y menores, eso que hoy se conoce como ‘bullying’, acaba cuando termina el curso escolar. Nada más lejos de la verdad. En julio y agosto, los estudiantes tienen más tiempo libre y, en consecuencia, disponen de un mayor tiempo de uso de teléfonos móviles sin la supervisión de un adulto. 

Según un estudio realizado por el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio, el 69% de los menores exceden el tiempo máximo de exposición recomendado por los expertos. Este uso aumenta en verano, momento en el que los pequeños tienen más horas libres y los padres, para que las llenen, recurren a las pantallas. 

Es lo que se conoce como “el efecto chupete”, algo que, según coinciden psicólogos y educadores, debemos evitar a toda costa. Consiste en utilizar los móviles y los juegos que contienen para calmar rabietas y lograr un rato de tranquilidad. Aunque pueda resultar tentador, esta actitud solo reforzará la próxima llorera ante una situación que el menor perciba como muy aburrida. 

Y el problema no está tanto en los juegos –muchos son educativos y desarrollan virtudes como la atención o el esfuerzo- sino los mensajes que pueden recibir en ellos. Por ahí se cuela el ciberacoso. 

Según Bullying Sin Fronteras, España, con 2.050.000 casos de ciberbullying registrados, lídera el ranking de países que más sufren este problema. Lo hace por delante de México, Argentina, Estados Unidos, Alemania, Francia, Suecia, Perú, Dinamarca e Inglaterra.  

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En nuestro país, el acoso es el culpable de más de 200.000 muertes. De todas las víctimas de acoso en Internet, el 90% son menores de entre cuatro y 18 años.  Además, Unicef reveló en 2021 que, en verano, los casos de violencia digital pueden aumentar hasta un 267%

A partir de los ocho años 

El ciberacoso ocurre por primera vez en niños de entre 8 y 9 años y se da con mayor frecuencia en plataformas como los videojuegos y en redes sociales como WhatsApp, Instagram o TikTok. Aunque, según la legislación española, ningún menor de 14 años puede abrirse un perfil en estas plataformas sin el consentimiento explícito de sus progenitores, la realidad nos indica que esta premisa está muy lejos de cumplirse. 

A tenor de las cifras manejadas por la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (AVACU) el 68% de los menores de 10 a 12 años tiene redes sociales. Los datos son de 2021, pero no parece que las cifras se hayan reducido desde entonces. 

Según datos de UNICEF, las redes sociales más usadas —como Instagram, TikTok, Twitter o Facebook— son un lugar común para el ciberacoso para 7 de cada 10 jóvenes. Lo cierto, es que sea en las redes sociales o a través de videojuegos, el acceso a la red incontrolado puede ser fuente de problemas para los más jóvenes. 

Tipos y prácticas de ciberacoso 

Aunque existen tantos tipos de ciberacoso como ideas se les ocurran a los acosadores, cinco son las principales prácticas que, según señalan los expertos, realizan este tipo de malhechores.  

1. Crear perfiles falsos para ridiculizar, acosar o confesar en primera persona experiencias personales verdaderas o falsas de la víctima, así como acontecimientos personales, demandas de contacto sexual, o similares. 

2. Hackear o robar la contraseña de correo electrónico de la víctima, leer sus correos violando su intimidad y utilizar el acceso al mismo para usurpar su identidad o utilizar información confidencial. Un peligro que se puede atenuar mediante el uso de medidas como la instalación de un antivirus o la contratación de un ciberseguro. 

3. Propagar rumores en foros o redes sociales; provocar a la víctima para que esta reaccione de forma violenta y denunciar ante los responsables de un foro, un chat o un videojuego. 

4. Enviar mensajes amenazantes por correo, WhatsApp o redes sociales aprovechando el anonimato, agobiando y acosando a la víctima. 

5. Subir a Internet fotos reales o fotomontajes para avergonzar públicamente o perjudicar a la víctima. 

El antídoto contra estas prácticas no es sencillo. No hay solución mágica, más allá de la educación y los valores que se nos presuponen como sociedad avanzada y que, en vista de los resultados, estamos muy lejos de poseer. 

Contratar un buen ciberseguro es buena opción para frenar los ataques y paliar los riesgos del uso de Internet, pero no la única. Es fundamental educar a los hijos sobre los peligros que existen en internet y evaluar el nivel de madurez que tienen antes de decidir si deben tener un dispositivo móvil, ajustando la supervisión de su uso en consecuencia.  

“Al igual que les explicamos desde pequeños que no deben irse con extraños y otras normas sociales de convivencia, también debemos guiarles a través de su socialización digital y advertirles de los peligros. No obstante, tampoco hay que excluir su uso, conocer el nivel de madurez que tiene nuestro hijo para darle o no un móvil, y aplicar la regla de las tres «c» y las dos «f»: comunicación, claridad y cercanía; firmeza y flexibilidad”, recomienda Cristina Arana, psicóloga del área de Educación y Prevención de la Salud Mental en GINSO.