La compañía dedicada a la gestión de la planta nuclear de Sellafield, en Reino Unido, ha recibido una multa de 332.500 libras esterlinas (unos 393.000 euros al cambio) tras declararse culpable de tres cargos penales por fallos de ciberseguridad.
A principios de año el regulador de seguridad nuclear británico, la Oficina de Regulación Nuclear (ONR), anunció sus intenciones de presentar cargos contra dicha organización, que operaba la instalación.
Según indicaba, lo hacía por "presuntos delitos de seguridad de la tecnología de la información durante un período de cuatro años entre 2019 y principios de 2023".
La empresa que opera la central es pública. En junio reconoció su culpabilidad por los tres cargos, aunque su representante legal negó las afirmaciones de que había sido pirateada.
Sellafield presentó una serie de deficiencias causadas por las "dificultades en todo el sector para reclutar personal adecuadamente calificado", según ha señalado el juez del distrito Paul Goldspring. Entre ellas, no llevar a cabo controles de seguridad anuales, a pesar de haber asegurado a la ONR que lo había hecho.
El diario The Guardian llegó a asegurar que la instalación había sido comprometida por grupos de piratas informáticos vinculados a China y Rusia, pero esto ha sido negado tanto por el gobierno británico como por Sellafield.
Un lugar peligroso
Según recoge The Record Media, se trataría del primer caso que la ONR ha presentado en virtud del Reglamento de Seguridad de las Industrias Nucleares de 2003.
Sellafield no es solo la instalación más grande de Reino Unido, sino también una de las más grandes de Europa, con una extensión de unos 6 km2. La Oficina del Regulador Nuclear la define como "uno de los sitios nucleares más complejos y peligrosos del mundo".
Su reactor fue cerrado en 2003, pero el emplazamiento alberga una cantidad de plutonio muy elevada, casi más que en cualquier otro lugar del planeta.