En octubre de 2023, con el ataque terrorista de Hamás a Israel, España tomo la decisión política de suspender las compraventas de armamento a Israel por las acciones militares de los hebreos en Gaza. Pero los datos dicen otra cosa; que se mantienen relaciones militares comerciales con Israel después del 7 de octubre.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha asegurado que todos los contratos de adquisición de armamento israelí están en suspenso, lo que afecta a proyectos clave que han sido desarrollados en colaboración con la industria militar israelí. Pero sus socios de Sumar no terminan de creérselo y le piden explicaciones porque parece que el Gobierno, en este tema, se mueve entre la mentira y opacidad y se habrían producido pocos cambios en la relación militar con Israel. Sin duda existe a este respecto una falta de claridad en las transacciones. A pesar de las declaraciones del Gobierno español de no autorizar más exportaciones a Israel desde el 7 de octubre, se ha reportado la venta de dos lotes de municiones en noviembre y diciembre de 2023. Estas operaciones han generado controversia debido a la falta de transparencia y la posibilidad de que algunos materiales sean utilizados en conflictos fuera de Israel.
Pero, si el embargo fuera real, ¿qué proyectos estarían en riesgo con esta decisión, y qué otros problemas podrían surgir para la industria de defensa española?
Repercusiones inmediatas
Uno de los aspectos más críticos de esta suspensión (si fuera real) es que afecta a contratos clave valorados en más de 1.000 millones de euros. Entre los programas más destacados que estarían en peligro se encuentran el Sistema de Lanzacohetes de Alta Movilidad (SILAM), desarrollado con la colaboración de la empresa israelí Elbit, valorado en 576,4 millones de euros, y la adquisición de misiles contracarro Spike, por 237,5 millones de euros. Ambos sistemas son fundamentales para la modernización de las Fuerzas Armadas españolas, y su paralización podría retrasar gravemente el calendario previsto para su implementación.
Otros contratos, como el suministro de designadores POD para combate aéreo, también quedarían en suspenso. La capacidad de España para mantener operativos ciertos sistemas estratégicos podría verse comprometida, ya que la reparación de componentes y la adquisición de repuestos, áreas en las que la industria israelí juega un papel crucial, quedarían bloqueadas.
Además de los proyectos en curso, esta suspensión trae consigo una serie de inconvenientes para la industria de defensa española porque perjudica no solo a la adquisición de equipos, sino también a la colaboración tecnológica entre ambos países. Israel ha sido un socio clave en la modernización de las capacidades militares de España, al proporcionar tecnología avanzada en sistemas de armas, drones y ciberseguridad. La interrupción de esta cooperación limitaría el acceso de España a innovaciones críticas, forzando al país a buscar alternativas en otros mercados, lo que podría no solo elevar los costes, sino también aumentar los tiempos de desarrollo e implementación.
Por otro parte, la industria militar española también se vería afectada en términos de exportaciones. Aunque las ventas de armas españolas a Israel son inferiores a las importaciones, esta suspensión podría tener un efecto disuasorio sobre futuros contratos con otros países que mantengan relaciones estratégicas con Israel. Empresas españolas que colaboran con compañías israelíes en proyectos internacionales podrían ver comprometida su participación en licitaciones globales, lo que dañaría su competitividad.
Reacción de Israel y posibles consecuencias para España
Si la suspensión es cierta, es más que probable que Israel reaccione de forma negativa a la decisión española (ya lo ha hecho), especialmente en un contexto en el que los embargos no han sido formalmente aplicados por otros países de la OTAN. Ya en el ámbito militar, Israel podría optar por reducir la cooperación con España en áreas estratégicas, como la inteligencia y la ciberdefensa, donde ha sido un aliado importante. También los hebreos podrían buscar fortalecer sus lazos con otros países de la Unión Europea que no hayan adoptado medidas similares, lo que podría dejar a España en una posición de desventaja en futuras negociaciones y proyectos conjuntos en el ámbito de la defensa. Respecto a España existe el riesgo de que la interrupción de contratos dañe la operatividad de sistemas adquiridos previamente, lo que podría generar una dependencia temporal de otros proveedores, incrementando los costes operativos.
La “pseudosuspensión” de las relaciones militares con Israel coloca a España en una encrucijada en la que debe equilibrar sus valores políticos con sus intereses estratégicos. Si bien parece coherente con una postura crítica hacia las acciones del Gobierno israelí en Gaza, las repercusiones para la industria de defensa española son importantes y podrían extenderse a otros sectores si no se gestiona bien. España tendrá que diversificar y buscar rápidamente nuevas alianzas y alternativas para mitigar los efectos de esta suspensión, asegurando que sus capacidades militares no se vean comprometidas a corto y largo plazo. Y sobre todo recordemos que ahora mismo tenemos 650 militares españoles en la frontera entre Israel y Líbano (misión ONU UNIFIL) que no son bienvenidos por el Gobierno de Netanyahu, así que, independientemente de la ideología de nuestro Ejecutivo y su reacción a las decisiones militares de Israel, se deben dar pasos diplomáticos con pies de plomo para asegurarnos de que nuestros militares vuelven a casa sanos y salvos.