El espacio es, después del cibernético, el dominio de “moda” en el que los países más poderosos están intentando, ya sea con satélites civiles, con tecnología dual o simplemente desarrollando sistemas de armas para destruir satélites desde la Tierra, hacerse con el control de este dominio, y por ende, poder controlar lo que ocurra en nuestro planeta.
El pasado 10 y 11 de septiembre de 2024 se reunieron expertos de todo tipo (expertos industriales, académicos, militares, civiles etc.) para la Conferencia anual de seguridad en el espacio exterior, organizada por el Instituto de las Naciones Unidas para la Investigación sobre el Desarme (UNIDIR). Y de un modo parecido a lo que está ocurriendo con la lucha por el control del Ártico, el objetivo principal de esta reunión es, a pesar de lo polarizado que se encuentra actualmente el mundo con bloques antagónicos difícilmente reconciliables, buscar la cooperación en la comunidad internacional para prevenir una carrera armamentista en el espacio exterior (PAROS, por sus siglas en inglés).
Tecnología para destruir satélites
Este propósito (al igual que ocurre también con el Ártico) no es fácil, y menos en este caso porque aunque se podría intentar un acuerdo internacional en el que directamente se prohibieran los sistemas de armamentos en el espacio, aquí existe otra posibilidad o complicación que son los sistemas terrestres antisatélite que están desarrollando algunos países y que complica de sobremanera el asunto. Y es que un reciente informe sobre las capacidades para interferir satélites y medios en el espacio de la Secure World Foundation confirma que cada vez más países estarían trabajando con algún tipo de tecnología o sistemas para sabotear o directamente destruir los sistemas en el espacio.
Ante la complicación de la tarea, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha abierto dos procesos paralelos en forma de grupos de trabajo que se llevarían a cabo en un futuro próximo; el primer grupo trabajaría sobre recomendaciones y normas de comportamiento responsable de los Estados, y el otro trabajaría en un acuerdo legal que se centrara en la prohibición directa de armas, pero también en el uso de estas (desde la Tierra) sobre elementos en el espacio exterior. Por ahora, y como de nuevo está ocurriendo con el tema del control en el Ártico, los intentos de consenso han fracasado y en este tema tan vital también se corre el riesgo que se pierda la posibilidad de una gobernanza global sobre la seguridad en el espacio exterior y que cada bloque antagonista adopte diferentes normas y enfoques orientados a sus propios intereses, y con ellos, las obligaciones a las que podrían estar sujetos.
Enfoque integral
Para que un pacto de este tamaño se lleve a cabo a pesar de los diferentes intereses y estrategias nacionales, se debe alcanzar un enfoque integral de la seguridad espacial, lo cual requerirá que todos cedan y sobre todo que confíen en los otros países. Las amenazas y riesgos son demasiado evidentes como para dejarlos pasar, pero también son los intereses nacionales y estrategias de los bloques enfrentados. Aquí sí se tendrá que marcar muy claramente un umbral del que no se podrá sobrepasar; un umbral que conlleve el uso de la fuerza. El carácter dual de la tecnología espacial complica aún más el asunto si cabe porque dificulta cualquier tipo de control de armas, ya que se puede usar tanto para fines civiles o comerciales como para fines puramente militares.
De nuevo, y con el rapidísimo desarrollo y mejora de la tecnología e inteligencia artificial, la misión de pacificar el espacio es brutal, y por qué no decirlo, prácticamente imposible. Todo lo que se pacte (acuerdos legales y normas de comportamiento) en el futuro próximo debe ser verificado de una manera taxativa y lo suficientemente convincente para hacerse respetar e implementarse. Estados Unidos, Rusia y China tendrán que ponerse de acuerdo les guste o no, aunque decirle a estos tres actores que se fíen el uno del otro en cuanto al control del espacio y de las armas para controlarlo sería una idea muy optimista.
¿Quién quiere controlar el espacio exterior?
Estados Unidos encabeza el esfuerzo para controlar este dominio, con el establecimiento en 2019 de la Fuerza Espacial como un brazo independiente de sus Fuerzas Armadas. Su objetivo (en teoría) es proteger las infraestructuras críticas, como satélites y sistemas de comunicación, ante posibles amenazas. El país también está desarrollando una red de satélites en órbita baja para mejorar la vigilancia global y las comunicaciones militares, además de contar con capacidades antisatélite que han sido probadas con éxito. Este enfoque se integra dentro de una estrategia más amplia que abarca todos los niveles del dominio espacial.
China, por su parte, ha integrado su programa espacial bajo la supervisión directa del Ejército Popular de Liberación, lo que subraya el carácter militar de sus avances en este ámbito. En 2007, realizó con éxito una prueba de un misil antisatélite, demostrando su capacidad para neutralizar sistemas espaciales enemigos. Pekín también ha desarrollado el sistema Beidou, su propio sistema de navegación, que le proporciona independencia del GPS estadounidense y refuerza sus capacidades operativas en el campo militar.
Rusia, una potencia con un largo historial en el uso militar del espacio, ha intensificado recientemente sus esfuerzos. En 2020, Moscú realizó con éxito una prueba de un sistema antisatélite, lo que confirma su capacidad de destruir satélites en órbita. Además, ha desarrollado satélites con capacidad para interceptar y manipular otros satélites en órbita, lo que representa una evolución hacia formas más discretas de guerra espacial. Además Rusia ha avanzado en su propio sistema de navegación, GLONASS, un recurso clave para sus operaciones militares.
India también ha emergido como un actor relevante en la militarización del espacio. En 2019, demostró su capacidad de destruir satélites mediante la Misión Shakti, uniéndose al reducido grupo de naciones con esta capacidad. Está desarrollando, además, un sistema de navegación propio, el IRNSS, que busca garantizar su autonomía en materia de navegación satelital y contribuir a sus operaciones militares de manera más eficaz.
Francia ha adoptado un enfoque ambicioso con la creación de su Comando Espacial dentro de la Fuerza Aérea, un paso importante para la protección de sus sistemas en órbita. París ha declarado su intención de desarrollar tecnologías antisatélite y de defensa activa mediante armas láser que se integrarán en sus satélites.
Y a estos países le seguirán otros que verán peligrar sus intereses por los que ya disponen de sistemas militares en el espacio. Mantener un espacio exterior no militarizado se presenta como una tarea básicamente… imposible.