El decepcionante Libro Blanco sobre la Defensa Europea
Decepcionante. Así se puede definir el documento que este pasado miércoles presentó la Comisión Europea referente al asunto (el futuro de la defensa europea) en una rueda de prensa conjunta de la nueva Alta Representante de la UE, Kaja Kallas, y Andrius Kubilius, flamante primer Comisario europeo de Defensa. El documento “Kubilius” como así se ha llamado se empezó a gestar a finales del pasado año poco después de la toma de posesión como Comisario del antiguo primer ministro de Lituania; un nombramiento que junto con el de Kallas, antigua primera ministra de Estonia ha supuesto, sin duda, una apuesta de la nueva Comisión de Von der Leyen hacia los países del oeste de Europa que perciben la amenaza rusa en primera persona.
Un documento que, bajo el titulo original de Joint White Paper for European Defence Readiness 2030, disecciona en veinte páginas y nueve apartados, dudosamente cohesionados, el futuro de la Defensa de la UE acelerado por la guerra de Ucrania y también por los efectos de la llegada de Trump al poder.
El objetivo limitado del Libro Blanco para la Defensa Europea
Un documento que, sin embargo, no ha sabido incorporar nuevas claves a la Defensa europea más allá de lo que establece en su Introducción donde proclama como único objetivo que “proporciona un marco para el plan ReArm Europe, exponiendo los argumentos a favor de un aumento único en una generación de la inversión europea en defensa”.
Es relativamente curioso que sea ese el único objetivo dejando claro además que la Política de Defensa sigue en manos de la soberanía de los Estados. Dicho de otra manera, nada nuevo más allá de los especificado en el TUE de Lisboa a pesar de poner el acento en que nos encontramos en un contexto estratégico que se deteriora rápidamente destacando las “amenazas” de Rusia y China, el alejamiento de África de Europa y la carrera tecnológica basada en la dependencia de Estados Unidos y China.
La defensa europea bajo la soberanía de los Estados Miembros
No deja de ser también significativa la lentitud de los planeamientos que en el documento se presentan. Ya su título nos avanza que nos encontramos con un documento de intenciones a cinco años vista a pesar de la urgencia que nos asiste. Incluso en el apartado European Readiness 2030 se establece que al Libro Blanco le seguirán una Estrategia de la Unión para la Preparación, que establecerá un enfoque integrado de la preparación para conflictos y crisis que abarque todos los peligros, y una Estrategia de Seguridad Interior de la UE, que proporcionará un marco global y unificado para prevenir, detectar y responder eficazmente a las amenazas a la seguridad. Demasiada lentitud normativa para integrar unas capacidades que deben alcanzar el status procedimental de “comunes” en materia de defensa de manera urgente.
Y es que los Estados Miembros siempre seguirán siendo responsables de sus propias tropas, desde la doctrina hasta el despliegue, y de las necesidades de definición de sus fuerzas armadas. Además, la UE siempre actuará sin perjuicio del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados Estados miembros y teniendo en cuenta los intereses de seguridad y defensa de todos los Estados miembros, tal y como expresa el documento “Kubilius”. No en vano, ya se ha dicho por activa y por pasiva que la Europa de la Defensa de la UE no es la Defensa integrada que Europa necesita.
Las carencias actuales de las capacidades europeas
La primera parte del documento analiza las carencias actuales en materia de capacidades tras la experiencia que ha supuesto la guerra de Ucrania. Este apartado, “closing the gaps”, es donde el documento expresa que ‘la reconstrucción de la defensa europea requiere una acción en varias dimensiones, en estrecha coordinación con la OTAN. Es necesario adoptar medidas e inversiones urgentes para reponer las existencias agotadas de equipo y equipo militar de los Estados Miembros’. De nuevo se refiere a la dinamización de las industrias de armamento y el impulso a los Estados miembros a rearmarse que no resuelve por sí solo el problema de una defensa europea integrada. Se adolece del tratamiento que todo el mundo esperaba en cuanto a medidas concretas que los gobiernos de la Unión, no la UE, deberían afrontar en materia de defensa colectiva más allá de la sempiterna potenciación de la Base industrial y tecnológica de la UE que “va de soi” pero que por sí sola no va a resolver el problema de la defensa de Europa para disuadir de un ataque de la Federación Rusa ahora o en un futuro.
Aun así, sin duda el apartado anterior es el más significativo del documento ya que identifica de una serie de ámbitos en los que actuar. Sin embargo, también es el más descohesionado, ya que mezcla cuestiones como las “brechas críticas de capacidades”, que identifica en siete ámbitos:
- Defensa aérea y antimisiles
- Sistemas de artillería, Munición y misiles
- Drones y sistemas antidrones
- Movilidad militar
- Inteligencia artificial y cuántica
- Guerra cibernética y electrónica
Según el Informe Niinistö sobre defensa europea, "la colaboración en defensa es fundamental para asegurar una defensa efectiva, especialmente en áreas críticas como la inteligencia artificial y los sistemas de misiles". El Informe Draghi también subraya que "la inversión colaborativa en la defensa es crucial para garantizar que los Estados Miembros no solo compartan recursos, sino también capacidades para enfrentar desafíos militares contemporáneos, como los de Rusia". Pero, no nos engañemos, es más de lo mismo que lo que la, en cierto modo parsimoniosa, Cooperación Estructurada Permanente del TUE ha posibilitado hasta ahora “a la carta”. El documento establece “carencias” y por tanto “prioridades” que de forma “colaborativa” la Comisión quiere potenciar.
La colaboración en defensa: un proceso a medio plazo
De esa forma, ahora la Unión quiere “acelerar” un proceso puesto en marcha con el TUE en 2007 cuando los Estados miembros acordaron un objetivo común de que el 35 % de la adquisición total de equipos de defensa se realice de forma colaborativa.
Ese objetivo volvió a ponerse en marcha en marcha en 2017 con el Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa (EDIDP, en sus siglas en inglés) que no ha constituido un éxito clamoroso en términos de consecución de objetivos en tiempo oportuno. Por eso ahora la Unión pone en manos de los Estados miembros diferentes formatos y marcos de colaboración que incluyen la cooperación multinacional ad-hoc, como un marco de "nación líder", la Agencia Europea de Defensa (EDA), la Agencia de Apoyo y Adquisiciones de la OTAN (NSPA) o la Organización para la Cooperación Conjunta en Materia de Armamento (OCCAR). Si así lo solicitan los Estados miembros, la Comisión también podría actuar como central de compras en nombre de los Estados miembros. Estas nuevas herramientas no optimizarán un proceso que sigue dependiendo de los grandes lobbies de armamento norteamericanos y… europeos.
También trata aspectos tales como la potenciación de las capacidades militares en materia de adquisición de sistemas y armamento para fortalecer “movilidad e infraestructura militar”, la “protección de fronteras” y la “Defensa Colectiva”, para lo que establece el compromiso de iniciar inmediatamente un diálogo estratégico con la industria de la defensa para debatir posibles medidas en estos ámbitos, identificar los obstáculos reglamentarios y abordar los retos de la industria de la defensa y ser capaz de presentar una propuesta de simplificación general de procedimientos normativos a más tardar en junio de 2025.
¿Un avance real en la Defensa Europea?
Este apartado acaba con la recomendación de la acumulación de “reservas estratégicas” (de materias primas) y el establecimiento de “pools de productos y componentes industriales para la defensa” entre los Estados miembros amparándose en el ya conocido, y poco exitoso en términos de resultados tangibles y expeditos, Programa Europeo de la Industria de Defensa (EDIP).