La brecha salarial es un hecho en España. Los hombres cobran más que las mujeres en la mayoría de los casos, llegándose a producir diferencias significativas en algunos sectores de actividad. Algo que, sin embargo no se aplica en el sector de la Defensa, el más equitativo en sueldos según un análisis recientemente publicado por Esade.
Los datos recogen el salario promedio de distintos sectores de actividad y la diferencia entre hombres y mujeres. En alguno de ellos, como las profesiones no STEM (no relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas) el salario de los hombres multiplica por 1,28 el de las mujeres contratadas. En la práctica, esto se traduce en 600 euros brutos de media cada mes.
En el caso de las ocupaciones relacionadas con seguridad y defensa, la brecha es mucho menor. Los hombres cobran más, pero solo multiplican por 1,04 su sueldo. Según estos datos, el salario medio de un profesional masculino de este sector a tiempo completo sería de 2.100 euros, mientras que el de una mujer en su misma posición se queda en 2.000 euros.
Es la menor diferencia entre todos los sectores analizados que, según aclara el informe, son aquellas ocupaciones para las que hay muestra estadística suficiente. El análisis cita como fuente a la Encuesta de Condiciones de Vida 2022 elaborada por EsadeEcPol.
Existe, no obstante, un segmento en el que la mujer gana más dinero que el hombre. El de agropecuario técnico cualificado. Aquí son las mujeres las que multiplican por 1,15 su sueldo respecto al de sus homólogos masculinos, traduciendo esto en 200 euros brutos mensuales más de media.
Así, el sector analizado más cercano al de la paridad es el de Defensa, donde los sueldos parecen estar más igualados entre hombres y mujeres en España. Pese a ello, no resulta hoy el más atractivo para el género femenino. Solo un 12% del mismo está compuesto por mujeres, lo que le convierte en la segunda área laboral más masculinizada de nuestro país. Hay aproximadamente siete hombres por cada mujer que trabaja en el sector.
Publicado en vísperas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el informe 'Mujeres en STEM. Desde la educación básica hasta la carrera laboral', trata de identificar las razones por las que está reduciéndose en el número de matriculaciones en carreras relacionadas con la ciencia y la tecnología.
Solo un 26% de los puestos de trabajo STEM están hoy ocupados por mujeres, cuando en el resto de ocupaciones existe una división cercana al 50/50. Las matriculaciones descienden año tras año, en España y en Europa, y eso que estas asignaturas dan acceso a unos puestos de trabajo con mayor demanda y con un salario por encima de la media. Una herramienta imprescindible para combatir la desigualdad.
Diversos estudios apuntan que la desafección comienza mucho antes, llegando en algunos casos a identificarse en las primeras etapas de la educación. Ya en 4º de Primaria, las niñas presentan una probabilidad un 15% menor que los niños de considerar las matemáticas como su materia preferida, y entre 8 y 9% menor de considerarse buenas, aprender rápido, o disfrutar. Piensan con mayor probabilidad que son aburridas y difíciles, aunque es más probable que les dediquen tiempo o esfuerzo. En contraste, pierden interés o abandonan con mayor probabilidad al no entender la materia.
A los 15 años, las niñas tienen una probabilidad sustancialmente mayor que los niños (21%) de declarar que se sienten nerviosas o desesperanzadas al resolver problemas matemáticos, así como de preocuparse por notas bajas. Además, estas cifras son peores en 2022 que hace una década.
La industria de la Defensa puede hoy presumir de presentar unos sueldos más equiparados entre hombres y mujeres que cualquier otro sector analizado. Pero se enfrenta a un reto común con otras profesiones: el poco atractivo que suscitan hoy las materias STEM entre las jóvenes españolas.
Un reto que debe ser abordado por el conjunto de la sociedad y que, de resolverse correctamente, no puede traer sino beneficios. El cambio de percepción será un proceso gradual que requiere consistencia, paciencia y un enfoque a medio o largo plazo. Abordar las preocupaciones, junto con una comunicación transparente y la demostración de un impacto positivo tangible, puede comenzar a cambiar la narrativa en torno a la industria de defensa en España.
El sector de defensa es hoy un motor de innovación, empleo de calidad y desarrollo sostenible. Y un lugar donde la brecha salarial entre hombre y mujeres es casi parte de la historia.