Los misiles hipersónicos, una de las tecnologías disruptivas más recientemente desarrolladas, han llegado para intentar alterar el actual equilibrio de poder. Con capacidad nuclear, todavía no existen defensas efectivas contra estos velocísimos misiles, lo que los hace realmente temibles. Una tecnología que solo manejan en la actualidad unos pocos países, y en la que además la potencia dominante no es Estados Unidos… Pero, ¿vale la pena esta gigantesca inversión?
Punto de situación
Las armas hipersónicas, por sus réditos a nivel estratégico, se han convertido en un “juguete” muy deseado por las principales potencias mundiales, pero en especial por China, Rusia y Estados Unidos, que están compitiendo por desarrollar este tipo de armas, pero ojo, también en el desarrollo de sistemas para interceptarlas, que es sin duda el mayor desafío al que se enfrentan los Estados.
Actualmente, China es considerada la líder mundial, habiendo ya desplegado armas hipersónicas lanzadas desde tierra, aire y mar. En el reciente China Airshow 2024 en Zhuhai, presentó el misil hipersónico GDF-600, capaz de alcanzar velocidades de Mach 7 y diseñado para transportar diversas cargas útiles, incluyendo submuniciones y drones. Este misil destaca por su capacidad de maniobra y vuelo de trayectoria plana, lo que lo hace prácticamente indetectable y difícil de interceptar con los sistemas antiaéreos actuales
Rusia también está avanzando rápidamente, pues ya ha usado armas hipersónicas en su guerra en Ucrania. Moscú ha desplegado misiles hipersónicos como el Kh-47M2 Kinzhal y el 3M22 Zircon, y ha anunciado la producción de misiles terrestres de alcance intermedio tras la suspensión del Tratado INF en 2019. Además de esto, ha llevado a cabo simulacros con armas nucleares y modernizado su arsenal estratégico, incluyendo misiles balísticos intercontinentales y submarinos nucleares.
Estados Unidos ha desarrollado últimamente este campo, con un total de seis programas progresando en el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. El Pentágono, aunque inicialmente rezagado, está acelerando sus esfuerzos para ponerse al día. La Fuerza Aérea ha realizado pruebas (llevadas a cabo con éxito) de misiles hipersónicos, como el AGM-183A ARRW, y empresas como Lockheed Martin han revelado nuevos misiles hipersónicos multimisión, como el Mako, que vuela a velocidades superiores a Mach 5. Pero sobre todo, EE. UU. ha avanzado en el desarrollo del Glide Phase Interceptor, un programa para interceptar misiles hipersónicos, capaz de detener armas hipersónicas de otras naciones, y esta podría ser al final la verdadera ventaja y diferencia en la tecnología de armas hipersónicas.
Otros países con investigaciones y capacidades emergentes en esta tecnología son Australia, Brasil, Francia, Alemania, India, Irán, Japón, Corea del Norte, Corea del Sur y el Reino Unido.
Los desafíos de las armas hipersónicas
El mundo funciona así, cuando un país desarrolla una nueva tecnología militar, otros suelen apresurarse a igualarlo, y esto parece ser lo que está pasando con el desarrollo de las armas hipersónicas. Pero, al coste de las nuevas tecnologías, el simple hecho de que otro país introduzca algo nuevo no siempre significa que sea necesario o beneficioso invertir en ello, por más impresionante que parezca.
En el caso de las armas hipersónicas, aún hay muchos desafíos por resolver. Por ejemplo, la oficina de presupuesto del Congreso de Estados Unidos señaló en 2023 que esta tecnología sigue sin estar completamente probada y enfrenta problemas técnicos importantes, como el calentamiento extremo durante el vuelo. Estos obstáculos hacen que su desarrollo sea costoso y complicado.
Además, los misiles supersónicos y subsónicos convencionales, que ya están en uso, son mucho más económicos y confiables. Gracias a las nuevas tecnologías, estos misiles pueden ser equipados con sistemas avanzados que les permiten maniobrar y alcanzar objetivos con mucha precisión, logrando en parte las mismas ventajas que se buscan con los misiles hipersónicos. A pesar de que los sistemas de defensa antimisiles en el mundo aún están en desarrollo, los misiles tradicionales siguen siendo una opción eficaz y viable frente a estas amenazas.
Antes de apresurarse a adoptar una tecnología tan costosa como las armas hipersónicas, es importante preguntarse si realmente aportan algo que no pueda lograrse con sistemas ya probados y más accesibles (y más baratos). Por ahora, parecen ser más un símbolo de prestigio que una necesidad estratégica clara y quizás podría ser preferible trabajar en avanzar más en las tecnologías defensivas a este respecto, ya que esto podría hacer que la sobreinversión de los rivales sea ineficaz (al menos parcialmente), al hacer que el oponente gaste en tiempo y recursos mientras nos podemos centrar en el desarrollo de tecnologías más utilizables y realistas.