Este 2025 podría ser el año en el que el espacio exterior deje de ser terreno exclusivo de las grandes potencias del planeta y sus misiones científicas, y se transforme en una inmensa ventana de oportunidades para soñadores, innovadores y empresarios que quieran invertir en el espacio infinito y sus posibilidades. El espacio exterior se está convirtiendo (de manera acelerada) en la próxima gran aventura del ser humano.
Exploración Espacial: la próxima frontera humana
El espacio ha sido siempre motivo constante de fascinación para la humanidad. En 2025, el enfoque en la exploración espacial se verá intensificado con el empuje de distintas empresas privadas liderando esta nueva era de innovación. Estas compañías buscan no solo explorar, sino también establecer una presencia sostenible fuera de nuestro planeta.
Y es que con un empresario-astronauta como Jared Isaacman al frente de la NASA, la idea de que las pequeñas empresas puedan ser protagonistas en la exploración espacial ya no parece tan lejana. Isaacman quiere impulsar una nueva era donde la agilidad de las startup y el ingenio tecnológico lideren la avanzadilla hacia nuevas fronteras.
Pero por otra parte, los Gobiernos, acostumbrados a controlar completamente este dominio, están aprendiendo a colaborar con esta nueva dinámica que esta llegando. El Pentágono, por ejemplo, ha comenzado ya a adoptar tecnología espacial comercial para mantener su ventaja militar, lo que refuerza esta idea de que la innovación no es exclusiva de las grandes agencias espaciales gubernamentales. Este 2025, sin duda, veremos lanzamientos de satélites privados, alunizajes comerciales y otro tipo de proyectos que ya están en marcha en diferentes fases de producción.
Y en el centro de toda esta revolución espacial está el espíritu emprendedor. ¿Quién podría haber imaginado que empresas tan dispares como SpaceX, Palantir y OpenAI formarían un trío empresarial para competir por contratos espaciales gubernamentales? Este tipo de alianzas, que mezclan la visión futurista con la mentalidad de startup, son un claro ejemplo de cómo la industria espacial acelera su ritmo de crecimiento al igual que lo han estado haciendo las industrias de defensa convencionales.
Pero si hay un símbolo visual de esta era de avances espaciales en este 2025 serán los cohetes. Tres nombres destacarán en el cielo estrellado de la innovación: Neutron, New Glenn y Starship.
Rocket Lab y el cohete Neutron
Rocket Lab es una empresa que nació en las costas de Nueva Zelanda y Estados Unidos. Desde 2018, su pequeño cohete Electron ha llevado decenas de satélites al espacio, demostrando que no hace falta ser un gigante para tener un impacto gigantesco. Pero 2025 será el año del Neutron, un cohete reutilizable que promete duplicar sus capacidades.
Peter Beck, su CEO, describe el Neutron como un gigante tecnológico inspirado en el éxito del Falcon 9 de SpaceX. Con 43 metros de altura, este cohete tiene un diseño revolucionario: una etapa principal reutilizable y una segunda etapa desechable. Este modelo híbrido promete abaratar costes al igual que su competencia de SpaceX.
Blue Origin, el sueño de Jeff Bezos
Jeff Bezos fundó Blue Origin en el año 2000, y pocos imaginaban lo lejos que llegaría su proyecto. Aunque comenzó de manera muy discreta, su pequeño cohete New Shepard marcó un antes y un después, permitiendo que pasajeros —incluido el actor William Shatner— experimentaran el sueño de cruzar la atmósfera.
Pero 2025 parece ser que será el año de su verdadero desafío: el lanzamiento inaugural del New Glenn, un gigante de 98 metros que puede transportar hasta 45.000 kilos a la órbita terrestre baja. Con contratos clave en el programa lunar Artemis y motores suministrados a otras compañías, Blue Origin está preparada para demostrar que puede competir de tú a tú con SpaceX.
SpaceX: pionero en la conquista comercial del espacio
SpaceX se ha posicionado como líder en la industria espacial comercial, impulsando misiones que antes eran exclusivas de agencias gubernamentales. La compañía está abriendo caminos para reducir costos y aumentar la accesibilidad del espacio.
Con más de 120 metros de altura, Starship, el titán de SpaceX, no es solo un cohete, es desde luego una declaración de intenciones. Elon Musk lo ha descrito como el futuro de la exploración espacial, con la capacidad de lanzar 150.000 kilos a la órbita terrestre baja por un coste ridículamente bajo: tan solo 7 dólares por kilo. La reutilización es sin duda la clave en el desarrollo del cohete Falcon 9 de SpaceX. Gracias a esta tecnología, la primera etapa del Falcon 9, que incluye 9 motores Merlin, puede regresar a la Tierra de forma segura tras sus lanzamientos, reduciendo los costos de manera importante.
Transportar un kilogramo de carga con el Falcon 9 cuesta aproximadamente 1.500 dólares, mientras que hacerlo con el Shuttle (parcialmente reutilizable) de la NASA costaba más de 54.000 dólares por kilo.
En 2025, se esperan numerosos vuelos de prueba, incluido uno programado para el 11 de enero con un espectacular intento de captura de su primera etapa. Gwynne Shotwell, directora de operaciones de SpaceX, ha dicho que podríamos ver al Starship volar hasta 400 veces en los próximos cuatro años. ¿Se pone el espacio exterior al alcance de todos? Su colaboración activa con la NASA acelerará la puesta en marcha de misiones conjuntas en breve, así como el inicio del tan esperado turismo espacial.
El espacio, normalmente reservado para unos pocos privilegiados, se está convirtiendo en un lugar donde todos tienen cabida y este 2025 parece que va a dar buena cuenta de ello. Estos enormes cohetes que veremos a lo largo de este año no solo llevan tecnología y negocio, si no también la próxima aventura del ser humano en el espacio. Como le gusta decir a SpaceX: “La emoción está garantizada”.