Con el compromiso adquirido de defender a Ucrania sin la ayuda de Estados Unidos y un escenario geopolítico cada vez más incierto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado un plan para movilizar 800.000 millones de euros en gasto militar. Pero, ¿cómo afecta esta situación a España y a su industria de defensa?
Un giro histórico: Europa acelera su gasto en defensa
El proyecto ha sido bautizado con un nombre agresivo, ReArm Europe. El plan se sustentará en tres pilares:
- Suspensión de las reglas fiscales para que el gasto en defensa no compute en el déficit nacional.
- 150.000 millones de euros en préstamos para financiar la modernización militar de los Estados miembros.
- Reasignación de fondos del presupuesto comunitario para fortalecer la industria de defensa europea.
Sin duda Bruselas busca así fortalecer la autonomía estratégica y, por supuesto, mostrar al Tío Sam que Europa no dependerá de ellos en materia de seguridad en el medio plazo.
España: una oportunidad histórica para su industria de defensa
En principio esto supondría una ventaja para España, ya que el potencial de crecimiento del sector de defensa nacional es importante. Aunque nuestro país es uno de los países de la UE con menor gasto en defensa en relación con su PIB, este nuevo marco europeo puede suponer un punto de inflexión. La posibilidad de aumentar el presupuesto militar sin que esto repercuta en el cálculo del déficit elimina una de las principales barreras políticas para incrementar la inversión en defensa.
De llevarse a cabo, se abre una ventana de oportunidad sin precedentes para la modernización de las capacidades militares españolas y favorece directamente a la industria nacional de defensa, que podría beneficiarse de los nuevos fondos europeos. Empresas como Indra, Navantia, Santa Barbara Sistemas o Escribano Mechanical & Engineering podrían salir muy beneficiadas de esta nueva situación.
Además, se tendría la oportunidad de posicionarse en programas de defensa europeos, como el Future Combat Air System (FCAS), el futuro caza de combate de sexta generación desarrollado junto a Francia y Alemania, o en iniciativas de cooperación en ciberseguridad y tecnología de drones.
Pero… ¿a qué precio? Sectores que podrían verse perjudicados
Parece obvio que el sector de la industria de defensa europea (y española) estaría celebrando este impulso económico por parte de Bruselas, pero para que el dinero entre en la caja de Defensa tendrá que salir de otro sitio. El temor principal es que haya un desvío de fondos públicos de sectores estratégicos como educación, sanidad o infraestructuras, redistribuyéndose algunas partidas presupuestarias.
Otro reto para nuestros intereses podría ser la excesiva dependencia de los programas liderados por Alemania y Francia. Es cierto que una compra conjunta de material militar reduciría drásticamente los costes, y sobre todo mejoraría la interoperabilidad entre los ejércitos europeos (que al fin y al cabo es lo que se busca). Pero ¿qué ocurriría si las grandes potencias europeas imponen sus criterios y prioridades y quedamos en este escenario como meros testigos y segundones en el desarrollo de nuevas tecnologías militares?
El Banco Europeo de Inversiones (BEI) en la actualidad solo destina un 2% de su presupuesto a defensa, pero todo indica que esta situación va a cambiar. Áreas clave como la transición energética, la digitalización o la movilidad sostenible podrían sufrir las consecuencias de este redireccionamiento de presupuestos en Europa.
Impacto en la economía y el empleo en España
Este agresivo proyecto europeo o ReArm Europe sí que podría tener un impacto positivo en el empleo y la industria española. Una base industrial de defensa más sólida y fortalecida no solo beneficiaría a las grandes empresas, sino también a todo ese rebufo de proveedores tecnológicos, ingenierías y pymes.
Las principales oportunidades llegarían en forma de ingeniería, fabricación de sistemas electrónicos, software de ciberseguridad y desarrollo de vehículos y aeronaves.
España y su dilema militar: ¿liderar o quedar atrás?
España es un país pacifista, y por lo tanto bastante reticente a aumentar su gasto militar. Pero este nuevo marco europeo podría cambiar esta dinámica. La flexibilidad fiscal ofrecida por Bruselas elimina el argumento del déficit como obstáculo y obliga a los Gobiernos a pronunciarse sobre qué papel quieren jugar en la seguridad europea.
Si Madrid decide aprovechar esta oportunidad, podría consolidarse como un actor relevante en el ámbito de la defensa y la seguridad tecnológica. Si, por el contrario, mantiene un enfoque más conservador, corre el riesgo de quedar rezagada frente a otros países europeos que sí apuesten por modernizar sus capacidades militares y su industria de defensa.