Europol ha publicado su Informe de Situación y Tendencias del Terrorismo de la Unión Europea 2023 (TE-SAT), para el que cuenta con la colaboración de todos los Estados miembros, y ha revelado que la UE sigue considerando el terrorismo yihadista como la principal amenaza en la región.
Durante 2022 se ha registrado un total de 28 ataques, entre los que se cuentan también los fallidos y frustrados. De esos 28 sucesos, 16 ataques se llevaron a cabo y “completaron”, de los cuales 13 fueron atribuidos a la izquierda y el terrorismo anarquista, dos al terrorismo yihadista y uno al terrorismo de derecha. Y las víctimas mortales por estos episodios han sido cuatro, dos por ataques yihadistas y dos por un ataque terrorista de derecha.
“La lucha contra el terrorismo sigue siendo una prioridad para Europol y para la UE. Continuaremos trabajando en estrecha colaboración con todos nuestros socios para mitigar las amenazas terroristas a la comunidad negando a los terroristas los medios y limitando su espacio para planificar, financiar y llevar a cabo ataques, contrarrestar la radicalización y mejorar el intercambio de información y la cooperación policial”, ha declarado la directora ejecutiva de Europol, Catherine De Bolle.
En las comparativas con años anteriores, el informe indica que el número total de ataques aumentó con respecto a 2021, cuando se registraron 18 en total, aunque sigue siendo más bajo que en 2020, cuando hubo 56 ofensivas. De todos modos, estas diferencias pueden atribuirse a la categorización variable de los ataques terroristas de izquierda por los países informantes.
Las detenciones por delitos relacionados con el terrorismo han sido 380 en el último año, la mayoría vinculadas con acciones yihadistas (266), y gran parte de ellas se han producido a partir de investigaciones realizadas en Francia, España, Alemania y Bélgica. En cuanto al modus operandi, las acciones en solitario siguen siendo la actuación más frecuente y una amenaza clave, lo que puede observarse en todo el espectro ideológico, desde el yihadista hasta el extremismo de derecha e izquierda.
Como resultado de procesos judiciales, en 2022 se dictaron 427 sentencias relacionadas a delitos de terrorismo, incluyendo condenas y absoluciones. En cuando a su color político, todos los juicios relacionados con el terrorismo de derecha e izquierda dieron como resultado condenas, mientras que la tasa de condena por terrorismo yihadista fue del 84% y por terrorismo separatista 68%.
El uso de la tecnología en los actos terroristas
El principal rol de Internet y las nuevas tecnologías en el marco del terrorismo es como facilitador fundamental de propaganda, por un lado, y como herramienta de reclutamiento de personas vulnerables para el terrorismo y el extremismo violento, por otro.
Las herramientas más frecuentes son las redes sociales, las aplicaciones de mensajería, los foros y los videojuegos en línea. Pero en el último tiempo han ganado terreno también las plataformas descentralizadas, es decir aplicaciones que en lugar de funcionar con un servidor central (que puede ser el de una empresa) se ejecutan en una red formada por miles de ordenadores, que dificultan el control y las investigaciones de las fuerzas de seguridad. En este marco entran también los activos virtuales, como las criptomonedas, que se utilizan para recaudar fondos y financiar actividades terroristas.
La fabricación y el uso de armas impresas en 3D es otro de los usos de las nuevas tecnologías en los ataques terroristas, especialmente entre los grupos de derecha. En este sentido, la mayoría de las acciones terroristas de izquierda fueron perpetradas utilizando improvisados dispositivos incendiarios, aceleradores de incendios y artefactos explosivos improvisados.
Si bien parten de ideologías e historias diferentes, los elementos que comparten los grupos terroristas de derecha, izquierda y los extremistas violentos son narrativas similares sobre los mismos temas, la selección de objetivos para los ataques y el uso de métodos tácticos. El antisistema, las teorías conspirativas y la oposición a los avances tecnológicos parecen estar llenando cada vez más el espacio entre ideologías, proporcionando motivaciones para acciones violentas.