El presidente ruso Vladimir Putin mostró de manera inequívoca, en febrero de 2022, que Europa no estaba preparada para una guerra con Rusia y se desvelaron algunas vulnerabilidades importantes de la defensa europea. Quizás la mayor debilidad de todas es una que ya se sabía, pero de la que no se quería hablar: la descarada dependencia militar de Estados Unidos (cuidado, que viene Donald Trump), pero existe otra que no se puede compensar de un día para otro, la falta de soldados en los ejércitos europeos y la cada vez más difícil misión de retener a los que ya están enrolados.
El pasado viernes 8 de noviembre, el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) realizo un informe sobre la evolución de la industria de defensa europea, su progresión en los últimos tiempos y otros factores vinculados. Los resultados son demoledores: aunque los miembros europeos de la OTAN han incrementado sus presupuestos de defensa en casi un 50% desde 2014, persisten brechas críticas, especialmente en cuanto al personal militar y la dependencia del apoyo estadounidense.
Los países europeos han aumentado de manera notable su gasto en defensa, y además se tiende a incrementar para la adquisición de sistemas. Desde febrero de 2022, más de la mitad del gasto en defensa de los miembros europeos de la OTAN se ha destinado a sistemas europeos, en comparación con el 34% anterior.
Pero a pesar de este esfuerzo, Europa continúa dependiendo del Tío Sam en algunos dominios militares. Esta subordinación subraya la necesidad de que Europa desarrolle aún más sus capacidades de defensa autónomas para garantizar su seguridad y resiliencia a largo plazo.
El problema de los recursos humanos
Si la demografía europea ya apunta problemas para mantener los sistemas sociales y laborales a corto medio plazo, la escasez de personal militar en Europa no iba a ser una excepción.
En Alemania, la Bundeswehr ha experimentado una disminución en su personal, con una reducción de aproximadamente 1.500 efectivos en 2023, situándose en 181.500 soldados. El Ministerio de Defensa alemán ha reconocido las dificultades en el reclutamiento y ha considerado la reintroducción del servicio militar obligatorio como una posible solución. Por su parte, el ejército del Reino Unido se enfrenta a desafíos persistentes en el reclutamiento y no cumplen sus objetivos anuales desde 2010. En 2023, se anticipó que 5.800 personas más abandonarían las fuerzas armadas de las que se incorporarían.
Francia también ha reconocido problemas en el reclutamiento y retención de personal militar, y comparte preocupaciones similares a las de otros países europeos.
¿Qué ocurre con España?
En Escudo Digital ya hablamos hace unos meses sobre los importantes desafíos en el reclutamiento y mantenimiento de personal militar en sus Fuerzas Armadas.
Un informe del Ministerio de Defensa, Entorno Operativo 2035 alerta sobre las dificultades previstas en la próxima década para el reclutamiento y retención de militares. El documento atribuye estas dificultades a dos causas principales; primero el renombrado declive demográfico. La disminución de la tasa de natalidad en España ha reducido el número de jóvenes en el grupo de edad de 19 a 29 años, lo que disminuye la base de potenciales reclutas para el ejército.
Y también la evolución sociológica en nuestro país. Los cambios en las aspiraciones y expectativas de la sociedad española han influido en el interés por las carreras militares, afectando la capacidad de las Fuerzas Armadas para atraer y retener personal cualificado.
En España, para abordar estos desafíos, se sugieren varias propuestas, pero la primera, sin duda, es la mejora de las condiciones socioeconómicas. Los militares cobran poco (especialmente comparado con otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado). Si se quiere competir con el mercado laboral civil, hay que mejorar las condiciones socioeconómicas de los militares, ofreciendo una formación de calidad, facilitando la conciliación de la vida familiar y mejorando la calidad de vida en general.
También se debe considerar la ampliación y mejora de las vinculaciones temporales, donde se propone mejorar las posibilidades de relación temporal con las Fuerzas Armadas, coordinando una mejora del modelo actual de reservistas voluntarios y la externalización de servicios que puedan ser asumidos por civiles.
En general en toda Europa, los factores inherentes las dificultades de reclutamiento son bastante comunes a los diferentes Estados. El declive demográfico, la competencia del mercado laboral civil y la percepción pública y motivación para unirse y quedarse en el ejército.
¿Vuelta al servicio militar?
Por estas razones, algunos países europeos han implementado o considerado la reintroducción del servicio militar obligatorio (Suecia, Lituania, Noruega, Letonia, Alemania, Francia, Croacia, Serbia… en diferentes formatos y tiempos).
Además, se debe trabajar en incentivos y mejora de condiciones y una ampliación de la base de reclutamiento (reducción de edad e incorporación de la mujer).
Al final, este informe del se ha precipitado por la inquietud europea sobre los posibles cambios en la política exterior de Estados Unidos bajo la Administración del presidente Donald Trump, particularmente en relación con el apoyo a la OTAN y Ucrania. Por ello, los líderes europeos están reevaluando sus estrategias de defensa para mitigar los riesgos asociados con posibles cambios en los compromisos estadounidenses.
A pesar de que Europa ha logrado avances notables en el aumento del gasto en defensa y la mejora de la producción industrial, todavía hay mucho que hacer. Trabajar la escasez de personal y reducir la dependencia del apoyo militar estadounidense son pasos esenciales para fortalecer la postura de defensa de Europa y ofrecer una disuasión creíble. Aun así, la ansiada autonomía estratégica está muy lejos, y puede ser el mismísimo Trump el que nos “ayude” a tenerla.