El presidente norteamericano Joe Biden ha confirmado en la reunión del G7 en Hiroshima que respaldará el esfuerzo de la recién formada coalición internacional para entrenar a pilotos ucranianos en el manejo de los cazas de combate F-16 Fighting Falcon, además de otros modelos de aviones de 4ª generación (serán incluidos en el entrenamiento del avión Tornado británico y el Mirage francés), además de permitir que estos cazabombarderos sean traspasados a las fuerzas armadas ucranianas para su uso en combate. El entrenamiento se llevará a cabo a Reino Unido y algún otro país europeo que bien podría ser Polonia.
Después de meses en los que la Casa Blanca ha negado en rotundo la posibilidad de mandar los aviones F-16 Falcon a Kiev, alegando como de costumbre diferentes motivos: no cruzar otra línea roja para evitar una escalada militar con Rusia, Ucrania no los necesitaba, una posible pérdida de tecnología sensible en mano de los rusos y otras razones de índole técnica y logística, por fin Joe Biden ha cedido a las presiones internacionales (y nacionales) y Zelensky tendrá sus aeronaves de combate occidentales, como muy pronto entre septiembre y octubre del presente año. Aunque es cierto que Washington no ha confirmado todavía que dicho país enviará estos aviones al frente ucraniano, sí parece que este sea el primer paso, al igual que ocurrió con otros sistemas de armas, y que finalmente acabará enviando este tipo de avión al presidente Zelenski con la misma normalidad que envía los sistemas Patriot, los carros de combate Abrams y otros sistemas armamentísticos.
Todo ocurrió muy rápido con la visita, el pasado lunes 15 de mayo, del presidente Zelenski a Reino Unido con el primer ministro inglés, Rishi Sunak, en la que al finalizar el presidente ucraniano aseguró que los resultados de las discusiones sobre el traspaso de este tipo de cazas de combate a su país habían tenido un resultado muy positivo. Solo un día después el primer ministro Sunak se reunió con su equivalente holandés, Mark Rutte, y acordaron la creación de una coalición internacional para proveer a Ucrania con las capacidades de combate aéreas de entrenamiento y logísticas necesarias para traspasar con garantías a Kiev cazabombarderos modelo F-16 Falcon.
Fuerza Aérea Ucraniana
Es curioso observar el papel tan pequeño que han tenido las fuerzas aéreas en la guerra entre Ucrania y Rusia.
La situación de la fuerza aérea de un país en guerra suele ser objeto de extremo secreto y confidencialidad, pero la reciente exposición de datos en la plataforma Discord reveló en cierto modo el estado de las aeronaves ucranianas, eso sí, en una fecha pasada y sin determinar. En dicho documento se afirma que el ejército de Zelenski habría perdido al menos 60 de sus 145 aparatos de ala fija y 32 de sus 139 helicópteros (ala rotatoria).
Hay que tener en cuenta también que el avión más moderno del Ejército del Aire ucraniano data de 1991 y que quien debe proveer de repuestos a Kiev para sus aeronaves es mayormente Rusia, por lo que se han encontrados con verdaderas dificultades para mantener su flota operativa. Además es fácil imaginar que la fuerza aérea rusa es mucho más grande y mucho más moderna tecnológicamente hablando que su contrapartida ucraniana, pero desde luego esta superioridad no se ha visto reflejada en el teórico control ruso de los cielos ucranianos durante la guerra, y es que las defensas antiaéreas de Kiev (apoyadas por los más capaces y modernos sistemas facilitados por Occidente) han hecho un trabajo impresionante evitando la supremacía rusa en el espacio aéreo ucraniano.
Por otro parte, pilotar un Mig-29 o un SU-27 no tiene nada que ver con pilotar un F-16 puesto que cambia de manera bastante radical la forma de pilotaje, sistemas de comunicaciones, electrónica, instrumentación, y por supuesto la preparación del personal en tierra para apoyar el mantenimiento y las operaciones con estos aparatos. Y quizás sea por eso que pilotos ucranianos se desplazaron ya a Estados Unidos a principios de marzo de este año 2023 para determinar el posible tiempo de aprendizaje necesario para pilotar los F-16, además de adelantarse a problemas logísticos y técnicos con el manejo estos cazas.
Kiev podría haber solicitado dos escuadrones de 12 aparatos cada escuadrón, estableciendo estas 24 unidades como el mínimo deseable, y poniendo el listón en 48 el número ideal para maximizar los resultados.
F-16 Fighting Falcon
El F-16 Fighting Falcon es un avión de combate pequeño, ligero y de gran maniobrabilidad y que posteriormente evolucionó hacia un caza polivalente y de operaciones diurnas capaz de operar bajo cualquier condición climática, además de ser económico tanto para fabricarlo como también para mantenerlo. Alcanza la velocidad de Match 2 y Estados Unidos podría tener más de 1.000 unidades (en diferentes versiones) de este modelo de caza.
Este avión posee numerosas variantes y actualizaciones que le han permitido seguir siendo un cazabombardero plenamente vigente y capaz en sus cometidos.
La reacción rusa
El viceministro de asuntos Exteriores ruso, Alexander Grushko, ha afirmado que el envío de cazas F-16 a Ucrania significa para Occidente “riesgos colosales” en cuanto a la posibilidad de una escalada militar entre los dos bloques, declaraciones parecidas a las que se hicieron en su momento desde el Kremlin con las diferentes entregas de sistemas de misiles occidentales a Occidente.
Las reacciones rusas al envío de sistemas de armas complejos a Ucrania siguen siendo tibias y cada vez más ignoradas por la OTAN, pero es verdad que esta incesante transferencia de material implica una verdadera implicación de Occidente en la causa ucraniana que multiplica el riesgo de accidente o incidente militar con Rusia y su consecuente escalada militar, cuya gravedad vendrá determinada por el contexto del mismo.
Retroalimentación a la OTAN
La reunión del G7 en Hiroshima ha sido desde luego muy productiva para el presidente Zelenski, que además de nuevas posibles sanciones para Rusia, y de que el grupo emita una comunicado dirigido a China para “que presione a Rusia y “acabe con su agresión militar y retire de inmediato y de manera incondicional sus tropas de Ucrania”, también ha conseguido el respaldo americano para la futura recepción de su ejército de estos formidables cazas F-16 que el propio mandatario ucraniano llevaba pidiendo desde hace más de un año a los Estados miembros de la OTAN.
Al igual que ha ocurrido con otras capacidades militares anteriormente, es muy probable que la posibilidad de enviar aviones de combate occidentales a Ucrania hubiera sido ya estudiada y se hubiera adelantado ya cierto trabajo sobre necesidades tácticas, planificación de entrenamiento y necesidades de personal y logísticas, por lo que la participación de estos aparatos en el frente oriental ucraniano podría ser más rápida de lo inicialmente pensado. Quizás por ello, la Alianza Atlántica, y Estados Unidos en particular, podrían haber encontrado un interés lícito en el envío de sistemas de armas complejos a Ucrania, porque podrían estar retroalimentando a la OTAN. Por ejemplo, hace unas semanas una batería antimisiles Patriot interceptó varios misiles hipersónicos rusos en Ucrania, facilitando a los aliados una cantidad ingente de datos e información reales que con seguridad servirán para mejorar dichos sistemas, además de conocer mejor los sistemas enemigos. El F-16 sería sin duda una magnífica oportunidad para conocer mejor las defensas antiaéreas rusas.
Parece obvio que estos aparatos no van a poder ser usados en la contraofensiva que se llevará a cabo en las próximas semanas y, vinculado a este asunto, algunos analistas afirman que dicha ofensiva no va a conseguir los resultados esperados en las filas rusas y el F-16 podría ser la “solución” que busca Occidente para conseguir resultados a final de año. Se da por sentado que la guerra durará como mínimo hasta 2024.
En la doctrina militar occidental, la superioridad aérea es fundamental para realizar cualquier ofensiva contra el enemigo, o por lo menos para apoyarla y salvaguardar a las tropas atacantes. Además de esto los F-16 servirían como elemento fundamental de disuasión a las fuerzas rusas, y no solo esto, sino que el potente radar de estos aparatos podría localizar objetivos y amenazas a muchos kilómetros de distancia con la consecuente protección que esto significaría para las fuerzas propias ucranianas. También estos cazas serían parte de las defensas antiaéreas de Zelenski interceptando muchos de los misiles que Rusia lanza contra objetivos y ciudades ucranianas.
La cuestión que queda es ¿serán los F-16 Fighting Falcon el “game changer” definitivo para expulsar a los militares rusos del territorio ucraniano y ganar la guerra? La respuesta probablemente es no, pero sí significará otro paso fundamental y necesario para Ucrania en la adquisición y adopción de técnicas y doctrinas militares OTAN que le permitirán avanzar en el terreno y conseguir y mantener sus objetivos militares, disuadiendo a la vez a Moscú de futuras invasiones.