El jueves 9, publicábamos sobre la profesionalidad y enorme riesgo que corren los 130 militares españoles y sus ocho F-18 destinados en la base de Festiti (Rumanía) como parte del destacamento de defensa de su espacio aéreo.
En menos de 24 horas nos enteramos de que dos misiles Kalibr pudieron cruzar territorio de Moldavia y, posteriormente, de Rumanía, antes de entrar en Ucrania, posiblemente lanzados desde el Mar Negro.
Rumanía lo niega (menos mal, es espacio aéreo OTAN): “En ningún momento el misil entró en el espacio aéreo de Rumanía”, afirma el gobierno del país. Lo más cerca que el misil ha estado del espacio aéreo rumano durante su trayectoria, explica la nota oficial, es a 35 kilómetros de la frontera nororiental del país.
Pero este incidente nos permite hacernos idea de la tensión y alerta en la que viven nuestros compatriotas allí destacados.
Moldavia, por su parte, lo confirma. Hay que leerlo bien: El espacio aéreo de un país soberano y neutral, el más pobre de Europa, que recoge ucranianos que huyen de las bombas, ve su espacio aéreo vulnerado por dos misiles con 500 kilogramos de explosivos cada uno.
El Ministerio de Exteriores de Moldavia ha convocado al embajador ruso para trasladarle su malestar y reclamar de nuevo que Moscú ponga fin a la ofensiva militar lanzada sobre Ucrania, que “ya ha derivado en otras ocasiones en caídas de proyectiles en suelo moldavo o en cortes en el suministro eléctrico”.
Horas después nos llega la noticia de la dimisión de la primera ministra de Moldavia, Natalia Gavrilita, lo que implica la renuncia automática de todo el Gabinete.
"Tras una año y medio al frente de este Gobierno ha llegado el momento de que anuncie mi dimisión", ha dicho. A la vez ha indicado que tanto ella como su Gobierno se enfrentaban a un "chantaje energético", y es que esta dimisión también era una exigencia de la oposición que acusaba al Ejecutivo de Gavrilita de no haber negociado un mejor acuerdo de gas con Rusia.
Ya en noviembre el Departamento de Estado de Estados Unidos había advertido de la "colaboración" en Moldavia entre "grupos corruptos" moldavos, "partidos prorrusos" y los "servicios secretos de la Federación Rusa".
Una colaboración que responde al deseo de Putin, del Estado Mayor ruso y de gran parte de su población de que, una vez desaparecido el Pacto de Varsovia, haya “miles de kilómetros” entre la frontera OTAN y la rusa. O lo que es igual: naciones como Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusia (aliada), Ucrania (invadida parcialmente), Moldavia (ahora en peligro) y un poco menos Rumania y Macedonia Norte están en una situación de elevado riesgo.